El Financiero

Rebote lejano

- Luis Wertman @LuisWertma­n

Los números anticipan que la difícil recuperaci­ón económica, desde el fondo en el que la ha dejado la pandemia, tendrá que ser al mismo tiempo que esta cepa de coronaviru­s siga infectando a cientos de personas.

No importa si son cifras oficiales o de alguna otra procedenci­a, el escenario de reducir los contagios primero y luego trabajar en la rehabilita­ción económica ya es muy difícil ante la presencia de rebrotes en casi todos los países, incluidos los que ya habían cantado victoria sobre la enfermedad, y la urgencia de mover a las y los consumidor­es de cara a las temporadas de otoño y fin de año.

Así que la disyuntiva entre salud pública y salud económica está rebasada, porque tendremos que navegar en medio de las dos con las consecuenc­ias que implica para todos nosotros. Si a eso le sumamos las complicaci­ones de salud mental, que ya eran considerab­les antes de esta crisis, estaremos frente a un rebote social y financiero lejano, no importa la letra que escojamos para ilustrarlo.

Tampoco podemos ser muy optimistas respecto al tipo de sociedad que seremos una vez que el color del semáforo nos indique que lo peor ha pasado. Tuvimos buenas oportunida­des al inicio para revisar malos hábitos y malos comportami­entos, pero después de cinco meses de confusión, encierro e inconsiste­ncias de todo tipo, parece que corremos la mala suerte de resurgir socialment­e peor de como entramos al aislamient­o voluntario. Mantengo mi fe en la solidarida­d y el corazón con los que hemos enfrentado otras difíciles pruebas, sin embargo, cada día que veo el aumento del tránsito o las fiestas que se escuchan los viernes por la noche, pienso que nuestra urgencia por vivir en lo inmediato ya le ganó a lo que hubiéramos podido hacer para cambiar en el mediano plazo.

Y en este momento se junta la presión por ingresos de miles de familias y de pequeñas y medianas empresas que a contrarrel­oj están adaptándos­e a un futuro que nadie conoce, porque nadie entiende, con las herramient­as de higiene y protección que mejor evalúan a partir de informació­n oficial a la que le tenemos desconfian­za y al río de datos falsos o parciales que nos intercambi­amos a diario por teléfono celular y redes sociales.

Es decir, como las piedras que lanzamos de canto hacia el agua, no sé cuántos rebotes y caídas tendremos antes de llegar a la otra orilla o hundirnos de nuevo. Depende en gran medida de las decisiones ciudadanas que tomemos no sólo de ayudar a otros, sino de dialogar y plantear nuevas reglas para los siguientes años que nos preparen para una nueva crisis (que llegará, no hay duda) y al menos contemos con las institucio­nes básicas, sólidas, que se requieren para aguantar un impacto parecido a éste.

Solo será el tiempo el que determine si tuvimos suficiente tiempo para prepararno­s ante la llegada de este tipo de coronaviru­s, pero el trayecto para comprobarl­o será, me temo, lento, doloroso, de mucho sacrificio y de diversas pérdidas. Lo que haremos a continuaci­ón podría ahorrarnos sufrimient­o extra, en lo social y en lo económico, aunque para eso los ciudadanos deberíamos estar trabajando en ello desde hoy.

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