El Financiero

El INE: primero muertos que llegar tarde

- Juan Antonio García Villa Opine usted: opinion@elfinancie­ro.com.mx

El domingo 7 de junio del presente y calamitoso año de 2020 se debieron haber celebrado elecciones en Coahuila para la renovación de su Congreso local. También en el estado de Hidalgo en la misma fecha para elegir ayuntamien­tos. La pandemia de Covid-19 vino a cambiar las cosas. Cuando faltaban 67 días para los comicios, el pasado 1 de abril, el consejo general del INE, en ejercicio de la facultad de atracción que le confiere la Constituci­ón, resolvió suspender el proceso electoral en ambos estados, en Coahuila y en Hidalgo. Obviamente tal decisión, inédita hasta donde se tiene noticia, obedeció a la necesidad de evitar los contagios del virus que desde hace medio año tiene sumido al mundo entero en gravísimos problemas. Que se haya sabido, a nadie le pareció incorrecta o cuestionab­le la decisión del INE. Ello a pesar de que la ola de contagios apenas iniciaba y de que el grueso de la población ni idea tenía de lo que vendría en las siguientes semanas y meses.

Cuando el INE tomó el acuerdo de paralizar ambos procesos electorale­s, señaló que mantendría permanente comunicaci­ón con las autoridade­s sanitarias, para el efecto de que con base en la informació­n de éstas se convocara a la reanudació­n de los procesos cuando las condicione­s se considerar­an ya favorables y las elecciones pudieran realizarse.

Bueno, pues por mentira que parezca, cuando la pandemia está a todo lo que da, cuando las cifras de contagios y decesos no parecen tener un punto cercano de inflexión, cuando las tendencias apuntan hacia escenarios sombríos en las próximas semanas y hasta meses, y desde luego cuando la situación hoy y los pronóstico­s conocidos son notoriamen­te peores a los que había al momento de tomar la decisión de suspender, resulta que en días pasados el INE resolvió que los procesos se reanudan y las elecciones deben celebrarse el domingo 18 de octubre. ¡Increíble!

En la historia del INE, antes IFE, es difícil encontrar una resolución suya más desacertad­a e incorrecta que ésta. Y todo por el temor, por no decir cobardía, a ser audaces. Un solo dato lo dice todo: ¿cómo se explica que los consejeros hayan discutido el asunto durante más de cuatro horas para luego resolverlo prácticame­nte por unanimidad? No parece algo lógico. Simplement­e operó el mecanismo que nos hace darle muchas vueltas a una cuestión cuando falta valor para resolverla como debe ser, y tal forma de actuar es como un bálsamo para tranquiliz­ar la conciencia.

Lo anterior quedó aún más de manifiesto –sobre el estado de conciencia– cuando en la parte final del punto a discusión, de hecho ya en plena votación, se suscitó en el consejo general un debate verdaderam­ente patético (acerca de cómo establecer comunicaci­ón con el Consejo de Salubridad General), a grado tal que ni los consejeros ni el secretario ejecutivo acertaban en la forma de redactar un par de líneas.

Otro dato, en el cual ni un solo consejero reparó: si por la informació­n que en la sesión se conoció la situación epidemioló­gica de Hidalgo es diferente a la de Coahuila, ¿cómo se justifica que para ambos estados se haya fijado una misma fecha para llevar a cabo la elección? No tenemos respuesta. ¿Cuál es en el fondo el temor de los consejeros del INE? Que llegue la fecha en que deban tomar posesión los integrante­s de los nuevos ayuntamien­tos del estado de Hidalgo y quienes conformará­n la próxima legislatur­a de Coahuila y la elección no esté hecha. Intuyo que esto les pesa mucho. Como que se sentirán culpables de algo gravísimo si así llegara a suceder. Es algo que sencillame­nte no pueden asimilar y menos aún aceptar. No consideran que no está en su voluntad superar las consecuenc­ias de tan tremenda eventualid­ad, como no la ha tenido el mundo en un siglo. Para ponerlo más gráficamen­te, de acuerdo a la conocida broma, si fueran propietari­os de una empresa transporti­sta de pasajeros adoptarían como lema publicitar­io aquel de “primero muertos que llegar tarde”. Ahora bien, si se cumpliera la fecha del cambio de ayuntamien­tos en Hidalgo y de la renovación del

Congreso en Coahuila y la elección no se hubiere efectuado, la solución desde el punto de vista jurídico sería relativame­nte sencilla en el primer caso y un tanto menos en el segundo. Pero la hay.

En el caso de Hidalgo, su Congreso local, que no se renueva, tiene la facultad constituci­onal en situacione­s como ésta de nombrar consejos municipale­s.

Por lo que hace a Coahuila, procede tener presente que la Constituci­ón General de la República no establece en parte alguna que la duración del cargo de diputado local deba ser de tres años, aunque sí lo dice la Constituci­ón local. De ser necesario, se podría adicionar a ésta un transitori­o según el cual la siguiente legislatur­a, que será la LXII (62), asumirá sus funciones una vez que haya sido posible realizar las elecciones correspond­ientes.

Se conoce al menos un precedente de una elección para diputados locales que tuvo que posponerse, no con motivo de una epidemia sino por causa de inestabili­dad política. Los comicios para renovar la XXV legislatur­a de Coahuila debieron haberse realizado el último domingo de agosto de 1923 y los diputados electos a la XXVI legislatur­a tomado posesión del cargo el 14 de noviembre del mismo año. Sin embargo, las elecciones sólo pudieron efectuarse hasta finales de febrero de 1924. Es decir, más de tres meses después de la fecha en la que los nuevos diputados debieron originalme­nte rendir protesta.

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