La persistencia del legado de Trump
Casi en cuanto terminaron las celebraciones por el apretado triunfo electoral de Joe Biden sobre Donald Trump, comenzó un proceso de valoración de lo que fue su gobierno, una evaluación de su legado, de sus aciertos y desde luego, de sus errores. El lente de aumento se ha colocado sobre aquellos aspectos de la presidencia de Donald Trump relacionados con su personalidad, y se ha repetido hasta el cansancio que es un hombre impulsivo, arrogante, y de temperamento volcánico, que encabezó un gobierno improvisado e ineficiente. Más allá de esas impresiones sobre Trump que por repetitivas ya aburren, lo cierto es que su presidencia fue hiperactiva, no solo en la atención que los medios prestaron a aspectos de su personalidad disparatada, sino también en cuanto a que la administración de Trump también tuvo aciertos, logros y acciones en las que atendió el mandato de su base electoral, cumplió promesas de campaña y realizó cambios de política interna y externa de Estados Unidos, algunos de gran profundidad, que se aprecia complicado que Biden pueda revertir.
Un tema fundamental en el que no es posible regatear mérito a la administración de Trump es la creación de empleos. Desde la elección de Trump en 2016 se crearon casi cuatro millones de empleos, aun con la pandemia de COVID-19, y el desempleo es el menor en ese país en casi 50 años, especialmente entre afroamericanos e hispanos. El desempleo de mujeres y jóvenes también es el más bajo en más de medio siglo, al igual que el desempleo entre personas con poca educación y veteranos de guerra. También hubo un crecimiento notable de empleos creados en manufacturas, un sector que había perdido puestos de trabajo en los últimos treinta años. A pesar de la pandemia, la economía de Estados Unidos creció, y el ingreso de las clases medias aumentó.
Un triunfo ideológico fundamental de Trump que se vincula a la agenda del Partido Republicano y a sus propuestas de campaña, fue la reforma fiscal, una de las más profundas en los últimos treinta años, que contenía cambios como la reducción de impuestos a las empresas de 35 a 21 por ciento.
La creación de la fuerza espacial como una nueva rama de las fuerzas armadas de los Estados Unidos que muchos vieron en un principio como una idea descabellada y ridícula, representa en realidad un movimiento estratégico muy importante para proteger los intereses y seguridad estadunidenses en el espacio, en un momento de gran expansión espacial del sector privado. Trump también impulsó una modesta pero significativa reforma bipartidista para tratar de contener la encarcelación masiva, que afecta especialmente a hombres afroamericanos y de otras minorías, causa que se hizo famosa por el apoyo del excéntrico y polémico rapero, diseñador de modas y de zapatos deportivos Kanye West.
Tal vez el aspecto de la administración de Trump que más perdurará en el tiempo y que tendrá una influencia más profunda son las nominaciones que hizo de jueces del poder judicial. Trump ha nominado y logrado la confirmación de 220 jueces, tres de esos jueces de hecho, ministros de la Corte Suprema. Integrada por nueve magistrados, los tres nombramientos de Trump en la Corte Suprema cambiaron literalmente su orientación ideológica, inclinando fuertemente la Corte a la derecha. Además de eso, Trump ha logrado colocar 53 jueces de cortes de apelaciones, 162 jueces de cortes de distrito, y dos jueces en la Corte de Comercio Internacional. Un dato relevante es que muchos de los jueces nominados y confirmados por Trump son hombres blancos jóvenes de perfil conservador, por lo que es previsible que la influencia de esos nombramientos incline muchas decisiones judiciales en temas ideologizados o partidistas hacia la derecha, y que esa influencia tenga consecuencias por mucho tiempo. A pesar de que se esperan cambios importantes con la llegada de Biden a la presidencia, no parece que tenga intención de dar marcha atrás en decisiones importantes de política exterior y comercial de Trump, como haber mudado la sede de la embajada de Estados Unidos en Israel de Tel-Aviv a Jerusalén así como las tarifas comerciales impuestas a las importaciones de acero y aluminio, y a las importaciones de productos chinos. Tampoco parece que la llegada de Biden vaya a representar un cambio en aspectos de la política internacional de Estados Unidos que han sido motivo de crítica desde antes de la presidencia de Trump, como la negativa de ese país a confirmar su membresía ante la Corte Criminal Internacional, o para sumarse al tratado para prohibir el uso de minas antipersonales.
Es importante recordar que Biden ganó la presidencia gracias a un estrechísimo margen, y Trump sigue manteniendo un enorme apoyo electoral y una gran popularidad en segmentos importantes de la sociedad. El resultado de la elección y la llegada de Biden a la presidencia en enero de 2021 no es el fin de la influencia de Trump en los Estados Unidos. La influencia de su legado se seguirá sintiendo y persistirá durante muchos años más.