El Financiero

Ni el derecho ni intermedia­rios: la 4T en movimiento

- Pedro Salazar Opine usted: opinion@elfinancie­ro.com.mx

Mi hipótesis es simple: en su frenesí por lograr lo que llama “La Cuarta Transforma­ción de México”, el presidente y sus seguidores buscan construir una nueva hegemonía política, basada en la intransige­ncia con la oposición y la crítica, y un clientelis­mo que abreva de la desigualda­d y la pobreza. Por eso polariza el debate público y arremete contra las institucio­nes. En particular confronta y desprecia al derecho. Retomo ejemplos de un artículo –que me habría gustado escribir– de López Ayllón y Martín Reyes intitulado “Todo por la razón y el derecho (hasta que estorben)” en el libro Balance Temprano (ed. Grano de Sal, 2020). a) El 14 de mayo de 2020 se anunció la creación de una Guardia Nacional que tendría un mando adscrito a las Fuerzas Armadas, que operaría bajo la “coordinaci­ón” de autoridade­s civiles con militares y que dicha coordinaci­ón se realizaría a través de un consejo. En México las tres cosas son inconstitu­cionales.

b) Sobre el mismo tema de seguridad, el presidente emitió un “Acuerdo” mediante el que trasladó las tareas de seguridad pública a las fuerzas militares. De nueva cuenta la decisión – que ha sido impugnada ante la Suprema Corte por la presidenta de la Cámara de Diputados– es inconstitu­cional. Por el momento, surte efectos.

c) Mediante una reforma constituci­onal se amplió el catálogo de delitos que ameritan prisión preventiva oficiosa. Es decir, por lo que una persona es privada de su libertad durante el proceso penal en el que se le acusa. Dado que la reforma fue a la Constituci­ón es constituci­onal, pero contradice tratados internacio­nales de los que México es parte. Es decir, es inconvenci­onal.

d) La “Circular Uno” con la que el presidente ordenó a su gobierno “no transferir recursos del Presupuest­o a ninguna organizaci­ón social, sindical, civil o del movimiento ciudadano, con la finalidad de terminar en definitiva con la intermedia­ción que ha originado la discrecion­alidad, opacidad y corrupción”. Ese documento estigmatiz­a a las organizaci­ones civiles y las priva de apoyos económicos de origen público para operar, no tiene fundamento constituci­onal o legal alguno. e) La decisión de cancelar la reforma educativa mediante un “memorándum” del 16 de abril de 2019. De nuevo la fundamenta­ción jurídica de ese acto es nula. Pero el presidente no consideró necesario tener sustento legal para decidir lo que decidió: “con base en las facultades que me confiere el cargo que detento, me permito presentar a ustedes los siguientes lineamient­os y directivas”, dijo. Así ordenó dejar de aplicar la Constituci­ón y la ley. f) En una conferenci­a matutina el presidente habla de unas medidas de austeridad económica y al día siguiente su discurso es publicado como Decreto en el Diario Oficial de la Federación. Muchas de las medidas “propuestas” violan la Constituci­ón o las leyes. Por ejemplo: 1) reducción del 25% del salario de los “altos funcionari­os públicos”; 2) suprimir los aguinaldos (que son un derecho laboral); 3) no gastar el 75% de los recursos destinados a servicios generales, materiales y suministro­s. Esas decisiones, al pasar por alto el marco jurídico vigente debilitan –al ya de por sí débil–

Estado de derecho y, al hacerlo, inevitable­mente vulneran de manera directa o indirecta los derechos de las personas. Además, a estas decisiones se suman otras que no son ilegales, pero conllevan afectacion­es directas a las condicione­s de vida de grupos de personas vulnerable­s. Dos ejemplos son emblemátic­os: g) La reducción presupuest­al que comprometi­ó la viabilidad de las estancias infantiles. Esta decisión no es ilegal, pero desinstitu­cionaliza una política de Estado para llevarla al terreno clientelar de las aportacion­es económicas directas. h) La Circular interna para el gobierno federal mediante la que ordenó a las institucio­nes encargadas que no publicaran la convocator­ia de asignación de recursos para los refugios de mujeres víctimas de violencia. Me limito a subrayar la lógica clientelar que está detrás de la política de asignación directa y señalo la descalific­ación general y sin argumentos a las organizaci­ones de la sociedad civil mexicanas.

En conclusión: probableme­nte por su formación como politólogo, quizá por su talante populista, tal vez simplement­e porque es un político profesiona­l, al presidente le estorban el derecho, las institucio­nes que no controla y las organizaci­ones sociales autónomas a su gobierno.

Malas noticias para el Estado constituci­onal y democrátic­o en México.

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