¿No le da vergüenza?
Este gobierno hace lo mismo que los de antes. Mentir. Manipular la información. Utilizar la justicia como brazo político y propagandístico. Ocultar la realidad y torcerla como inexistente prueba de un éxito que añoramos, pero que en los hechos, no llega. ¿Dónde está el sistema de salud “escandinavo” prometido en los compromisos de gobierno? Inexistente. Tenemos el peor sistema de salud de un país con economía emergente, según el estudio que Bloomberg realizó en 53 naciones. Las variables del estudio, en caso de que usted no las conozca: casos reportados de contagio, tasa de mortalidad, tasa de letalidad, capacidad de atención hospitalaria (respiradores), disposición de pruebas a la población, acuerdos para el futuro suministro de vacunas. Conclusión: un desastre. Nada funcionó. El peor país del mundo para vivir la pandemia es el nuestro, pero el presidente y sus esbirros, siguen haciendo promesas incumplibles. Los hospitales arrojan pacientes y presionan a las familias para trasladarlos, según se ha documentado ampliamente en redes sociales. Pero AMLO prefiere atacar a quienes denuncian que su familiar fue expulsado de un hospital, a ordenar una investigación, a pedir al secretario de Salud –¿existe?– que resuelva la situación. Imagine usted un país donde quien tiene que salir a explicar el tema de la vacuna, es el secretario de Relaciones Exteriores, porque el que cobra en Salud, es de una incompetencia mayúscula. ¿No le da vergüenza, presidente? Que los hospitales estén abarrotados, que no haya insumos para atenderlos, que somos el primer país del mundo con decesos en personal médico, porque la política pública en materia de salud ha sido incapaz de protegerlos, prevenir contagios, instalar protocolos. Deplorable.
Este gobierno pasará a la historia como el que tenía tanto, pero tanto apoyo popular, que no importó sacrificar unos cientos de miles de vidas, por el capricho presidencial de no usar tapabocas, no aplicar pruebas, jugarle al cálculo y la proyección estadística. Fracaso rotundo. En economía, que ahora insisten en afirmar que la pandemia ha golpeado duro, hecho incontrovertible, pero pretenden borrar que ya para 2019 –antes de la pandemia y con menos de 1 año de AMLO en el poder– el crecimiento se había derrumbado a cero. La política en materia de economía, el rechazo a la inversión privada, la franca ofensiva contra la inversión extranjera, la contracción de la inversión pública, todo eso junto, nos mandó al subsuelo. Y después, la pandemia. Por eso cerraremos el 2020 con un decremento del 10% promedio en la economía mexicana.
¿No le da vergüenza, presidente? El primero los pobres dejó de ser una afirmación de prioridad política, para convertirse en una meta de gobierno. Hoy tenemos 10% más pobres en este país que en el 2018. 12 millones de mexicanos que cruzaron en descenso la línea de la pobreza, por la errática política económica del gobierno, por su incapacidad y cerrazón ideológica, de proteger a la empresa, para salvar empleos. Fatídico.
En energía, los miles de millones retirados de otras dependencias, proyectos, iniciativas, turismo, educación, la propia salud tan golpeada este año, han ido a parar –dicen– al rescate de Pemex y a la CFE, que siguen perdiendo el dinero de todos los mexicanos.
¿Por qué? Por una mala administración, porque es meter dinero bueno al malo, porque Pemex no recuperará niveles de producción del pasado, porque no hay más pozos, porque nos acabamos lo que había. La CFE rechaza el uso de vanguardia de energías limpias y prefiere el carbón como materia prima –la más contaminante del mundo para esta industria– porque es incapaz de construir un México para el mañana, sino todo es a 6 meses porque hay elecciones.
¿No le da vergüenza, presidente? Que seamos de los más contaminantes, que destruyamos los ecosistemas, que arrasemos con media selva para el proyecto infantil y caprichoso de un tren que no le va a servir a nadie. Le adelanto y profetizo, después de estudiar el Eurostar que cruza el Canal de la Mancha entre Inglaterra y Europa continental, que su Tren Maya será deficitario por los próximos 25 años o más. Las razones radican en un estudio profundo de flujos de carga, turismo, viajeros que hagan costeable el proyecto. Aquí no se hizo nada, fue el capricho y el dedazo del mandatario que ordenó ¡Hágase un tren, que se abra la selva y se derriben los árboles!
Tabasco, su tierra preciada, bajo el agua por la incompetencia de Conagua y la CFE. La risa burlona de Bartlett cuando hay miles de tabasqueños que lo perdieron todo. ¿Y el presidente? En la propaganda, en el insostenible discurso de los adversarios, los conservadores, el complot de los medios y las aborrecidas redes sociales.
Ahora resulta que hasta la violencia de género, la violencia contra las mujeres es una herencia neoliberal. ¿No le da vergüenza, presidente? Más pobres, más desempleo, menos salud, menos energía barata ni mucho menos limpia, más inflación, más violencia de todo tipo, menos educación, menos ahorros nacionales en fondos y fideicomisos. Y todavía no cumplimos dos años. ¿No le da vergüenza, presidente?