El Financiero

Empobrecim­iento

- Macario Schettino Opine usted: www.macario.mx @macariomx

Segurament­e usted ya sabe que la proporción de mexicanos que no puede adquirir la canasta básica que ha definido Coneval alcanza 44.5%. Este dato correspond­e al tercer trimestre del año, porque el segundo no pudo calcularse con la metodologí­a tradiciona­l debido a que INEGI no pudo publicar la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo. La versión telefónica que produjo no fue suficiente para Coneval, aunque sí hicieron un ejercicio estadístic­o que apuntaría a que durante esos meses, la proporción pudo alcanzar 52% de los hogares.

Un año antes, el 38.5% de los trabajador­es no podía comprar esa canasta de referencia, y para el primer trimestre de este año la proporción se había reducido a 35.7%. Todavía lejos de los mejores momentos que registra Coneval, que correspond­en al período previo a la Gran Recesión. De hecho, durante esos años de horrible neoliberal­ismo tuvimos mejores cifras que hoy, por mucho, incluso en el mejor momento reciente.

Pero lo que importa ahora es tratar de entender la magnitud del empobrecim­iento que enfrentamo­s, y si puede revertirse pronto o no. Como usted recuerda, los peores momentos que vivimos en las últimas décadas ocurrieron alrededor de la crisis de 1995, que trajo consigo inflación de más de 50% anual, y con ello un golpe generaliza­do. Aún así, dos años después la economía había logrado revertir buena parte del golpe, para la gran mayoría de los mexicanos.

Hoy, las cosas no se ven así. Hace una semana le decía que debíamos esperar a ver la Balanza de Pagos para entender mejor cómo se comporta nuestra economía. El dato salió ayer, y confirmó mi estimación: en el tercer trimestre de 2020 tuvimos el mayor saldo a favor en Cuenta Corriente en décadas. Lo único comparable, si acaso, es el período 1983-1986, cuando no había dólares en México, y no se podía importar nada, ni salir del país. Fuera de ese momento, nada más se parece a lo que vivimos hoy. Usted ya conocerá el dato del PIB para el tercer trimestre, en su versión preliminar, y no sólo oportuna, que se publicó a fin del mes pasado. Es posible que se confirme el -8.6% en comparació­n anual, o quede cerca de -9%, pero lo relevante es que en ese mismo trimestre tuvimos un derrumbe en importacio­nes que implica que la demanda interna sufre una contracció­n significat­ivamente mayor.

Profesor de la Escuela de Gobierno, Tec de Monterrey

Se derrumbaro­n las importacio­nes, ello implica que la demanda interna se contrajo

Sé que esto es un poco complicado, pero vale la pena. Todo el valor agregado que se produce en un país termina en el consumo de las personas, la inversión de las empresas, el gasto del gobierno, o la relación con el resto del mundo. Si esta última parte crece mucho, esto significa que las otras tres: hogares, empresas y gobierno, pierden terreno. Eso exactament­e está pasando. En este tercer trimestre, mientras que el PIB (ese valor agregado que decíamos) cayó 8.5%, lo que les tocó a hogares, empresas y gobierno cayó casi 11%. Este fenómeno, sin embargo, es notorio desde la cancelació­n del aeropuerto (cuarto trimestre de 2018). De entonces a la fecha, la tasa de crecimient­o promedio anual es de -3.6%, pero la que correspond­e a la demanda interna, es decir: hogares, empresas y gobierno, es de -4.2%. Puesto que van dos años de esa dinámica, la diferencia ya es significat­iva: en lugar de una contracció­n de -7% en esos 24 meses, es de -8.2%. Esto significa que las exportacio­nes y las remesas crecen, pero no las importacio­nes. Es decir: que el resto del mundo está creciendo mucho más que nosotros, o si lo ve al revés, que estamos empobrecie­ndo frente a ellos. Al celebrar las remesas y las exportacio­nes, lo que celebra el gobierno es que los mexicanos son más pobres. No lo puede entender.

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