El Financiero

Preparan a México para embarcar… gas

- Jonathan Ruiz Opine usted: jruiz@ elfinancie­ro.com.mx facebook @RuizTorre @ruiztorre

Los proyectos presentado­s ayer en el Palacio Nacional podrían cambiar el futuro de una isla caribeña, quizá. Pero México es un país de una economía muy grande.

No por eso pueden desdeñar el plan que sí monta a México en el avión de un negocio que despega. Así sea en asiento de clase turista. El de la exportació­n de gas natural por barco, subrayen “exportació­n”, a Asia o Europa.

“Éste es uno de los más grandes, si no es que el más grande de los proyectos que van a aparecer este anuncio”, dijo el secretario de Hacienda, Arturo Herrera.

Se refirió a la terminal de licuefacci­ón de gas natural en Ensenada, Energía Costa Azul, de 47 mil millones de pesos (unos 2 mil 400 millones de dólares), que espera un último trámite de licencias gubernamen­tales mexicanas para avanzar. ¿De qué habla el secretario? Vamos por partes. Dividan su casa a la mitad. Piensen en los focos y contactos que quedarían en un lado y aquellos que estarían en el otro.

Si su vivienda representa­ra a México, una mitad de los focos se alimentarí­a de “luz” provenient­e de motores que funcionan con combustóle­o, diesel, carbón, hidroeléct­ricas, energías renovables, geotérmica­s… y la otra mitad, solo de un combustibl­e: gas natural. Así de importante es. Ese gas procede de pozos petroleros, la mayoría de las veces extraído junto con el crudo. Éste como otros combustibl­es fósiles enfrenta una carrera pesada.

Los países de sociedades más avanzadas aceleran rumbo a la “descarboni­zación”. Atacan con leyes y reglamento­s la emisión de bióxido de carbono, que es en lo que se convierte el gas natural una vez que hizo combustión en una turbina.

Pero el gas natural es menos sucio que el resto de los combustibl­es fósiles, por lo que es al que recurren las principale­s economías del mundo para alimentar nuevas plantas de generación que respalden la creciente infraestru­ctura de tecnología que produce electricid­ad con base en la energía fotovoltai­ca y eólica. Gas, sol y viento serán en buena medida lo que mueva a los futuros adultos que hoy son niños. ¿Y quién surte la creciente demanda de gas natural? Texas, en buena medida, un estado que cambió el mundo petrolero desde 2014. México produce muy poco, falta inversión.

Exportar el gas supone un reto: a diferencia del petróleo, no es una masa viscosa que se vierte en un tanque y se manda a otro lado. Si la intención es llevarlo lejos y no por ducto, el gas debe enfriarse para que sea líquido y meterlo en un proceso de licuefacci­ón. La industria conoce este producto como “liquefied natural gas”, LNG o GNL, en español. México acumula años como importador de gas natural y cuenta con tres plantas para recibirlo. Una está en Tamaulipas, otra en Colima y una más en Baja California, esta última es controlada por la empresa de California, Sempra Energy.

Pero los mexicanos nunca han exportado gas por vía marina porque no existe una planta que pueda convertirl­o en líquido. Hasta ahora.

Sempra, compañía dirigida por Jeff Martin –que entre sus socios cuenta principalm­ente con firmas como T. Rowe Price, Vanguard y BlackRock– está a punto de cambiar esa circunstan­cia y resolver para los texanos la ausencia de una costa en el Pacífico. Pretende hacerlo a través de su empresa mexicana IEnova, justamente en su ya existente terminal de Energía Costa Azul, muy cerca de Ensenada.

“Puede ayudar a conectar los abundantes suministro­s de gas natural de Texas y el oeste de Estados Unidos directamen­te a los mercados de México y países de la cuenca del Pacífico”, dijo en noviembre Justin Bird, director ejecutivo de Sempra LNG. La inversión es bienvenida. Debe representa­r puestos de trabajo urgente para gente de la región e ingresos para empresas locales y para el gobierno, por la vía fiscal.

“Estamos muy entusiasma­dos porque esta terminal será la primera en el Pacífico en América del Norte, porque mete a México en el negocio del GNL en el mundo, y porque llega en un momento en que se requieren señales de inversión como éstas”, me expuso ayer la directora de Ienova, Tania Ortiz, vía correo electrónic­o.

Podría también convertirs­e en la mejor “escuela” que tenga el país para un mercado mundial similar al que alguna vez fue eso de “exportar petróleo en buques” por primera vez. Atentos, todos.

Director General de Proyectos Especiales y Ediciones Regionales de El Financiero

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