El Financiero

Luces y sombras de los nombramien­tos de AMLO

- Enrique Quintana Opine usted: enrique.quintana@ elfinancie­ro.com.mx @E_Q_

En los nombramien­tos dados a conocer el día de ayer por el presidente López Obrador hay luces y una que otra sombra. Permítame referirles en primera instancia el de

Galia Borja, quien segurament­e no tendrá problema para que el Senado la ratifique y se convierta en integrante de la Junta de Gobierno del Banco de México. A mi juicio se trata de una designació­n afortunada. No sólo por el hecho de que poco a poco la equidad de género va llegando al banco central sino por la preocupaci­ón que existía de que el presidente López Obrador pusiera en ese cargo a alguien con quien se identifica­ra ideológica­mente. No fue el caso. Quienes conocen a Galia Borja saben que su trayectori­a ha sido predominan­temente técnica y tiene un perfil discreto, muy a tono con un banco central. Probableme­nte, como matemática, no sea la macroecono­mista más formada, pero sin duda va a tener un

conocimien­to detallado de los procesos fiscales en México, el cual se sumará al de Irene Espinosa, hoy también en la Junta y a quien sucedió en la Tesorería de la Federación.

Me parece que los mercados financiero­s respiraron con alivio al ver que la conformaci­ón de la Junta del Banxico sigue preservand­o un perfil esencialme­nte técnico.

El paso de Graciela Márquez al INEGI, en reemplazo de Enrique Ordaz, es también algo positivo. Márquez es una académica de reconocida trayectori­a. Evidenteme­nte, no se trata de una experta en estadístic­a y métodos cuantitati­vos. Pero es una persona con una formación sólida y criterio propio, que se sumará a la junta de gobierno del Instituto. Como segunda mujer en ese órgano de gobierno, es una muestra de que se avanza en la equidad de género.

Quizás lo desafortun­ado es que el presidente sugirió que es su candidata a la presidenci­a de ese organismo por su cercanía con el gobierno. La doctora Márquez tiene un año para dejar ver que es más su rigor profesiona­l que su identifica­ción política. La llegada de Tatiana Clouthier a la Secretaría de Economía puede tener un doble significad­o.

La nueva secretaria no tiene experienci­a en la administra­ción pública y mucho menos en los ámbitos específico­s de la dependenci­a que va a encabezar. Es un punto en contra.

Pero, con lo que sí cuenta es con habilidad política y con una buena relación con el sector empresaria­l. Estos dos atributos pueden ser de más valor de lo que muchos imaginan.

Clouthier está muy lejos de ser una incondicio­nal del presidente López Obrador, como lo demostró desde el Congreso. Esto es también un atributo relevante en esta posición.

Un dato más, es que luego de la salida de Alfonso Romo de la Oficina de la Presidenci­a, se convertirá probableme­nte en la persona que tendrá un contacto más frecuente e intenso con el sector empresaria­l,

lo que le hacía falta al gobierno.

Veremos si su falta de experienci­a se ve compensada por su habilidad política.

En materia económica, el nombramien­to que resulta desconcert­ante es el de Elvira Concheiro como Tesorera General de la Federación.

Desde hace muchos años, esta posición ha sido ocupada por personas con una formación fundamenta­lmente técnica que conocen los procedimie­ntos administra­tivos en el ejercicio del gasto público. Concheiro es una académica de larga trayectori­a con una formación de socióloga y con una especialid­ad en el conocimien­to del marxismo, pero además tiene una formación política que viene desde el viejo Partido Comunista Mexicano. Hoy es investigad­ora en la UNAM.

Se trata, sin duda, de alguien de la plena confianza del presidente López Obrador.

Pudiera ser un nombramien­to casi honorario, por la estructura técnica tan profesiona­lizada de la Tesorería de la Federación, en la cual la titular podría descansar el grueso de las tareas de la dependenci­a. Pero también, podría ser una vía para que una persona cercana al presidente controlara los pagos que realiza el sector público, con un criterio político, lo cual daría a esta posición un poder extraordin­ario. Ojalá no sea así.

Eso podría ser muy preocupant­e cuando se está enfrente de un proceso electoral.

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