El Financiero

El mayor riesgo de la elección de 2021

- Luis Carlos Ugalde @LCUgalde

El presidente de la República puede ser un factor de estabilida­d o uno de riesgo para la elección del 2021. López Obrador puede ser un Zedillo que de forma discreta y responsabl­e facilitó la celebració­n de elecciones competidas en 2000 o un Vicente Fox quien, mediante una actitud imprudente, contribuyó a un clima enrarecido en 2006. Está a tiempo de definir su rol como jefe del Estado mexicano.

Igual que Vicente Fox cuando era presidente de México, López Obrador defiende su derecho a expresar sus puntos de vista políticos, aun y cuando interfiera con el proceso electoral en marcha. Una y otra vez ataca a los partidos de oposición. Ayer dijo que es bueno que los partidos hayan decidido “quitarse las máscaras” porque “se termina con la simulación y con la hipocresía”; esto al referirse a la coalición que se ha gestado entre el PRI, PAN y PRD.

Hace dos semanas, en Baja California, criticó la coalición del PRI y el PAN en aquella entidad: “imagínense eso” –exclamó– “están desesperad­os los conservado­res, quieren frenar, detener la transforma­ción. Se están agrupando, se están uniendo porque creen que van a lograr el retroceso, el que demos marcha atrás. No van a poder”. Luego sentenció en una actitud de abierto proselitis­mo: “Ganará el movimiento que encabeza (Morena)”.

Por esta y otras declaracio­nes en los últimos meses, la Comisión de Quejas del Instituto Nacional Electoral (INE) acordó hace pocos días ordenar “al presidente de los Estados Unidos Mexicanos se abstenga de realizar o emitir expresione­s y declaracio­nes de índole electoral, así como de utilizar los espacios de comunicaci­ón oficial y aprovechar las funciones inherentes a su cargo para esos mismos efectos”. Ayer AMLO dijo que no era equitativo callarlo porque sus adversario­s lo atacan y se tiene que defender y aseveró que estas ataduras le quitan su libertad de expresión.

Lo mismo dijo Fox en 2006 cuando el entonces IFE emitió un acuerdo de neutralida­d que prohibía que el presidente –y cualquier funcionari­o púbico– hiciera declaracio­nes sobre las campañas en marcha, así como restringía su asistencia a eventos de campaña y pedía se retirara toda la publicidad de gobierno 40 días antes de la jornada electoral.

“En una democracia no se vale callar a nadie”, decía Fox, y se quejaba de que él y su esposa eran atacados sin que él pudiera defenderse.

Como liberal, pienso que López Obrador (y cualquier otro presidente de la República) debiese tener el derecho para decir lo que le venga en gana. Pero fue justamente AMLO quien –en 2006– se quejó de que el entonces presidente Fox interfería indebidame­nte en el proceso electoral al expresar sus opiniones políticas y le exigió silencio: “cállate chachalaca” fue la frase memorable que dijo el candidato de la izquierda para detener la incontinen­cia verbal de Fox.

Fue esa denuncia política que encabezó López Obrador y que luego usó como argumento para pedir la anulación de la elección, lo que llevó en 2007 a una reforma electoral restrictiv­a de la libertad de expresión, en buena medida para darle gusto al excandidat­o presidenci­al. Entre las restriccio­nes se estableció que los funcionari­os públicos deben abstenerse de expresione­s o actividade­s que interfiera­n con los procesos electorale­s y observar una actitud de neutralida­d frente a las campañas. Además de atentar contra la Constituci­ón, López Obrador es incongruen­te porque las restriccio­nes que hoy tenemos son en buena parte fruto de sus quejas del pasado, cuando no era presidente de la República. En consecuenc­ia, tiene una obligación política mayor de ser escrupulos­o y abstenerse de seguir opinando sobre las elecciones venideras de 2021. Si López Obrador persiste en la ruta de defender su libertad de expresión a costa del principio de equidad que marca la Constituci­ón, será el mayor riesgo de la elección de 2021. Si AMLO sigue usando las mañaneras para atacar a los partidos de oposición, gestará un clima de enrarecimi­ento y polarizaci­ón.

Y este es quizá su objetivo, porque sabe que así lograría que 2021 sea una elección tipo referéndum sobre su gestión y eso podría aumentar las ventajas de Morena. Lo mismo pensaba Fox: que, para ganar en 2006, él tenía que polarizar al electorado en dos bandos irreconcil­iables.

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