Continua la farsa
Algunos eran necesarios. Otros, aunque naturales, no dejaron de sorprender. Tampoco asombró, dada su personalidad y obsesión, que pese a la incompetencia que ha mostrado como gobernante y administrador, el presidente Andrés Manuel López Obrador insistiera en la misma línea al realizar ajustes a su gobierno, donde la eficiencia no es lo importante, sino la lealtad. Para ello, se valió de aquello a lo que nos tiene bastante acostumbrados, las chapucerías. López Obrador nombró a cinco personas en cargos importantes porque representan “la honestidad” que señala como la marca su gobierno, embarcado en “erradicar la corrupción”. La honorabilidad de las mujeres designadas este lunes es impecable. Lo que está manchado con lodo es el argumento presidencial. Pero vayamos por partes.
Todos los nombramientos, salvo el de la capitana de altura Ana Laura López Bautista, que al ser nombrada coordinadora general de Puertos y Marinas, confirmó el Presidente que esa área que siempre fue civil pasa a control militar, tienen como común denominador que forman parte de su círculo cercano, lo que le garantiza lealtad.
Graciela Márquez, a quien destituyó como secretaria de Economía, es esposa de Gerardo Esquivel, al que nombró subgobernador del Banco de México después de haber sido quien construyó la idea que había 500 mil millones de pesos en el presupuesto
La honorabilidad de las mujeres designadas para el gabinete, este lunes, es impecable
Lo que está manchado con lodo es el argumento presidencial para ejecutar el cambio