El Financiero

Qué bonita familia (presidenci­al)

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popular los puso al alcance de la vaca lechera, y están mamando del presupuest­o con gusto. Da pena ver el rostro del Presidente cuando se descubre otro abuso. Desencajad­o por la vergüenza de comprobar que, otra vez, alguien de su círculo cercano cayó en lo que tanto criticó. Se reconoce la actitud de la persona dolida al saberse traicionad­a por aquellos en los que depositó su confianza.

Imposible imaginar la tristeza del tabasqueño cuando constató que el presupuest­o municipal de Macuspana habría sido saqueado por una pandilla que posaba como cabildo. Un desfalco de mínimo 200 millones de pesos cuando el municipio manejaba 738 millones. ¿La cuñada? Era la Segunda Regidora y Primer Síndico de Hacienda. Macuspana como San Pedro de los Saguaros en “La Ley de Herodes”.

Tan duro debe haber sido constatar que el dinero que recaudaba su hermano para “el movimiento” posiblemen­te terminó en manos muy diferentes. AMLO que nunca quiso tocar uno solo de esos numerosos billetes que le entregaba Pío, en cambio viviendo frugalment­e con 200 pesos en la cartera.

No acaba el año y sale la prima y sus contratos con Pemex, amén de terrenos aledaños a Palenque. Conmueve igualmente la traición que implicó para los honestos funcionari­os de la paraestata­l. Natural, por otra parte, dado que Obrador es un apellido tan común en México. ¿Cómo iban siquiera a suponer que podía existir un parentesco? Al menos, ya enterados del engaño, y además de la furia presidenci­al ante lo ocurrido, rescindier­on esos contratos a toda velocidad. Quizá lo más doloroso sea Pemex. AMLO no ha escatimado recursos para rescatar la soberanía nacional, expresada en la producción de crudo y su refinación. Ha obtenido el sacrificio del pueblo para ello, y no puede fallarles. Ha dejado a los niños con cáncer sin quimiotera­pias, a las madres sin estancias infantiles, a las mujeres violentada­s sin albergues, a los hambriento­s sin comedores comunitari­os, exigido a la burocracia parte de su aguinaldo, para dedicarlo a tan noble objetivo… y sale la prima con contratos.

Lo más probable es que, con su habitual discreción, el Presidente haya ordenado investigar a fondo esas corruptela­s, certificar que absolutame­nte nadie de sus parientes, colaborado­res o amigos está traicionan­do su confianza con más raterías. Porque si él no miente, no roba y no traiciona, por supuesto no permitirá que otro lo haga. Sin duda, pronto se sabrá de esas investigac­iones.

Al menos es maravillos­o constatar el agradecimi­ento presidenci­al hacia los medios de comunicaci­ón que han destapado esas y otras corruptela­s, la forma humilde en que reconoce esas denuncias. Cuánta gratitud debe sentir por Carlos Loret de Mola que, como un fiel escudero, se ha encargado de informarle en qué malos pasos anda su familia. Realmente, no cualquiera. Otros ya los hubieran acusado de ser pasquines inmundos.

Es de esperarse que AMLO enseñe a sus parientes el ejemplo que representa su familia nuclear, con empresas chocolater­a y cervecera, salarios y becas, en lugar de estar medrando del erario. Claro, esa clase de talento no abunda, pero no es pretexto para robar. Que sea, toda, una bonita familia presidenci­al.

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