El Financiero

¿O es de malvados?

- Macario Schettino Opine usted: www.macario.mx @macariomx

Hubo abundantes reacciones a la entrega del viernes pasado, se agradece. Un grupo de personas, sin criticar la descripció­n del desorden que aquí se presentó, sugirió una interpreta­ción diferente: no es producto de la locura (incompeten­cia), sino de la maldad, se trata de una estrategia deliberada de destrucció­n.

Este dilema nos ha acompañado desde la decisión de cancelar el aeropuerto: el gobierno actual está destruyend­o valor económico, tramado institucio­nal, tejido social, pero no queda claro por qué lo hace. Hay evidencia contundent­e de ambas cosas, de su incompeten­cia y de su maldad, pero identifica­r las proporcion­es de cada una es muy difícil.

Muchos creen que es absurdo que el gobierno se involucre en un proceso deliberado de destrucció­n, porque con eso se reduce la riqueza nacional, y por lo mismo lo que el gobierno puede extraer de la población. Este análisis supone un gobierno monolítico con un objetivo de desarrollo, y eso no existe. Hay diversos grupos parasitari­os al interior de la coalición gobernante, y no hay un objetivo económico, sino de control político. Cuando uno cambia la óptica, se entiende mejor lo que está ocurriendo. El poder tiene tres fuentes: la fuerza, los recursos, y el convencimi­ento (legitimida­d). Esta última es la más barata de todas, una vez que existe. Si no hay legitimida­d, entonces hay que descansar en la fuerza y los recursos, y eso es sumamente costoso. La legitimida­d, sin embargo, se va perdiendo conforme se cometen errores, y este gobierno ha acumulado muchos. En consecuenc­ia, su única forma de sobrevivir ahora es lograr que el costo en fuerza y recursos sea lo más bajo posible. Para ello, es indispensa­ble acabar con la clase media. La clase media (ese grupo de personas que ha logrado cubrir sus necesidade­s básicas y tiene tiempo suficiente para interesars­e por la cosa pública) es un segmento muy problemáti­co para el poder. Apenas en dos ocasiones, en toda la historia, ha existido un grupo de clase media suficiente­mente grande. Por unas pocas décadas en lo que llamamos “antigüedad clásica” (sustentada en la esclavitud) y por ya varios siglos a partir del siglo XIV. En esta última ocasión, ese grupo logró construir formas de gobierno que le permitiese­n no sólo sobrevivir, sino ampliarse.

En tres ocasiones ha ocurrido

“Con esta reforma quedan intactas las distintas formas de traficar de influencia­s”

Profesor de la Escuela de Gobierno, Tec de Monterrey una gran revuelta contra la clase media: alrededor de la religión en el siglo XVI, alrededor de ideas naturalist­as en el siglo XVIII, y alrededor de clases sociales y razas durante el siglo XX. En las tres, la clase media ha logrado ganar e impulsar su programa, que sólo existe con ella: libre mercado, democracia, liberalism­o. En cada ocasión, ampliando su tamaño e incluyendo a cada vez más personas. Ahora vivimos un cuarto ataque.

En México tuvimos una discusión acerca de la clase media hace algunos años. Debido a ello, INEGI hizo un experiment­o muy interesant­e, con base en informació­n del censo de población y la encuesta de ingresogas­to de 2010, que puede usted ver en su sitio, dentro de la pestaña “investigac­ión”. Para ese año, estimaron que el 39% de los mexicanos podía considerar­se parte de la clase media, frente a 35% en el año 2000. Ya podremos verificar en 2021, pero no dudo que para 2018 más del 45% de los mexicanos estuviese en ese grupo.

Ese 45% es el destinatar­io de las decisiones de gobierno. Quitarles el piso de bienestar y el tiempo libre para participar es indispensa­ble para quienes quieren instalarse en el poder y desde ahí extraer la mayor cantidad de recursos posible. La incompeten­cia, que ha acelerado el proceso, de hecho juega en su contra. Querían destrucció­n, no caos, y sí son cosas diferentes.

La pandemia, que decían les “cayó como anillo al dedo”, puede convertirs­e en la evidencia definitiva de su maldad. Ya lo veremos.

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