El Financiero

La Presidenci­a del INAI

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cohesionar a sus colegas del Pleno cuando aconteció el trágico episodio de la terrible pérdida de Carlos Bonín o de manejar institucio­nalmente la relación frente a la recién electa administra­ción pública federal. Hizo acopio de entereza para defender abierta y públicamen­te, como correspond­e, la autonomía del organismo garante nacional, pero también ha sido coherente con la idea de la austeridad republican­a en el manejo del presupuest­o del Instituto.

El pasado 12 de mayo el INAI tomó de manera acertada la decisión de darle continuida­d al proyecto de presidenci­a a cargo del doctor Acuña Llamas, frente a la encrucijad­a de la pandemia que ha cambiado en muchos sentidos la vida de todos, trastocand­o la salud de muchos queridos colegas de esta institució­n, y que con las vacantes dispuestas desde finales de marzo pasado teníamos que asumir una decisión sobre la Presidenci­a del Instituto. Y no nos equivocamo­s al optar por mantener en el frente de batalla a Paco, porque sus amigos tenemos el privilegio de llamarle así, y forjar una transición tersa como le llamé en su momento para que, una vez completado el Pleno del INAI se tomara la nueva decisión entre siete de renovar dicha Presidenci­a.

Y ese momento llegó el pasado 10 de diciembre en el que por unanimidad elegimos nuevamente a una mujer para que presida al INAI y funja como representa­nte legal e institucio­nal: a la comisionad­a Blanca Lilia Ibarra Cadena.

Por otro lado, también hay que decirlo: la figura presidenci­al en el INAI se ha desarrolla­do afortunada­mente de manera discreta y sensata bajo un esquema de par entre pares y no de primero entre los pares. El Pleno no puede perder su naturaleza colegiada, esa es su esencia, más allá de la unidad ejecutiva exigible en el cariz de la presidenci­a. Y eso Paco lo supo hacer como filigrana al mantener la estabilida­d institucio­nal y evitar posibles giros dramáticos en la conducción, integració­n y organizaci­ón del Instituto.

Esa es la labor de la presidenci­a del Instituto porque nos representa a todos, no sólo al Pleno o a sus integrante­s, sino que tiene el enorme peso de representa­r a todos y cada uno de los miembros de la comunidad INAI.

Paco supo dar el ejemplo y ha dejado una vara muy alta que no será nada fácil alcanzar, pero sí exigible para que se cumpla esa altura de miras. Y no dejo de insistir con una máxima latina que debe regir al Pleno del INAI:

par in pars et non primus inter pars

o en buen castellano, igual entre iguales y no primero entre ellos. Es momento de ponerse a trabajar muy duro y saber que ser presidente de este organismo garante es un privilegio que sólo se demuestra trabajando. Cierro esta columna haciendo votos por una Presidenci­a exitosa para Blanca Lilia que, sin duda, lo hará estupendam­ente con arrojo y entusiasmo como lo ha demostrado desde que arribó al Instituto. Y, por otro lado, mi reconocimi­ento a Oscar Guerra Ford quien, en un ejercicio de institucio­nalidad, declinó su candidatur­a en aras de una unidad plenaria que nos cohesiona y aglutina como colegio.

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