TRAS EL COVID-19, LO QUE GENERA PREOCUPACIONES POR LA PéRDIDA DE EMPLEOS
Durante décadas, la actitud de los sindicatos y sus defensores hacia una mayor automatización podría resumirse en una palabra: no. Temían que cada vez que una máquina entrara en el flujo de trabajo, un trabajador perdería su empleo.
La pandemia de COVID-19 ha forzado un cambio pequeño pero significativo en ese cálculo. Debido a que el contacto humano propaga la enfermedad, algunas máquinas ahora se ven no exclusivamente como enemigas de los trabajadores, sino también como sus protectoras. Eso ha acelerado el uso de robots este año de una manera que nadie espera se detenga, incluso después de que el virus sea dominado.
“Si me mantienes a dos metros de distancia del otro trabajador y tienes un robot en el medio, ahora es seguro”, afirma Richard Freeman, profesor de la Universidad de Harvard, quien estudia el trabajo. “Las compañías de robots están vendiendo eso como una solución, y los sindicatos no van a decir: ‘No, debes tener a los trabajadores parados uno al lado del otro para que se enfermen’”.
El resultado es la propagación de detectores de peajes montados en el parabrisas, limpiadores de pisos automatizados en fábricas, máquinas para picar ensaladas en supermercados, mayordomos mecánicos en hoteles y recibos electrónicos para pavimentadoras. Lo que queda menos claro es dónde trabajarán los hombres y las mujeres que solían hacer algunos de esos trabajos.
El impacto de la tecnología en el empleo ha sido un tema de ansiedad y estudio durante generaciones, con resultados mixtos. Los autos no mataron a los trenes, la televisión no terminó la radio. Cuando los bancos instalaron cajeros automáticos, contrataron a más personas porque la variedad de sus servicios aumentó. Pero las máquinas han eliminado muchos empleos, y la ola actual demostrará no ser una excepción, especialmente con la salud pública como una de las principales preocupaciones.
“Cuando salgamos de esta crisis y la mano de obra vuelva a ser barata, las empresas no necesariamente revertirán estos inventos”, dijo David Autor, economista del Instituto de Tecnología de Massachusetts, en un seminario web de la Reserva Federal de Filadelfia en septiembre. Eso es lo que preocupa a los líderes sindicales.
“En la industria automotriz, vemos que el COVID acelera la transformación hacia la digitalización”, asegura Georg Leutert, quien dirige las industrias automotriz y aeroespacial de IndustriALL Global Union, con sede en Ginebra. Si bien la transición es inevitable, los trabajadores están nerviosos y necesitan ayuda para volverse a capacitar, dice.
Ahora que los trabajadores de oficina permanecen en casa comunicándose a través de herramientas remotas, también se produce un efecto negativo: los conductores de autobuses, los propietarios de puestos de sándwiches y los conserjes están en problemas, ya que sus empleos, que apoyan el trabajo en la oficina, disminuyen. Además, el mercado de valores, ya sesgado hacia las empresas de tecnología, ha conducido a los inversionistas lejos de las industrias en mano de obra durante la pandemia.
La nueva automatización también parece estar afectando los empleos minoristas. Hay menos empleos en el sector, mientras las ventas están en su nivel más alto, impulsadas por el comercio electrónico, que a menudo emplea más automatización que las tiendas físicas.
El Foro Económico Mundial informó en octubre que el 43% de las empresas encuestadas reducirá su fuerza laboral debido a la integración de tecnología, mientras que el 34% planea expandir su fuerza laboral por la misma razón. Para 2025, el tiempo dedicado a las tareas actuales en el trabajo por humanos y máquinas será igual.
Pero Marcus Casey, economista de la Universidad de Illinois en Chicago, dice que si bien algunos trabajadores altamente calificados se capacitarán, muchos menos calificados no lo harán, lo que exacerbará la desigualdad. Algunas compañías se están preparando para más pandemias, lo que significa más automatización y menos empleados. Lucid Motors, un emprendimiento de vehículos eléctricos respaldado por el Fondo de Inversión Pública de Arabia Saudita, ha construido una fábrica de 90 mil metros cuadrados en Arizona, donde espera comenzar la producción de un vehículo eléctrico de 160 mil dólares el próximo año.
“Después de esta pandemia, la próxima pandemia aparecerá”, afirma Peter Hochholdinger, vicepresidente de fabricación de Lucid. “Tenemos que poner más esfuerzo en la automatización durante el ensamblaje general”.
En minería, los proveedores suecos Hexagon y Epiroc dicen que el interés en la automatización ha aumentado.
El presidente ejecutivo de Caterpillar, Jim Umpleby, dijo recientemente que los equipos más antiguos probablemente serán reemplazados por más camiones digitales y que las tecnologías autónomas reducirán la proximidad entre los trabajadores.
Juan Cariamo, presidente de CNP, un grupo público-privado que ayuda a probar las tecnologías mineras en Chile, asegura que el virus está acelerando los cambios a largo plazo al obligar a las empresas a reubicar a sus empleados fuera del sitio.
“La pandemia ha impuesto un sentido de urgencia”, dijo Cariamo en una entrevista. “Los proyectos que ya estaban en tramitación se están acelerando”.
En Chile, han aumentado las solicitudes de permisos para poner a prueba una amplia variedad de tecnologías, desde sensores de presión de neumáticos hasta reprocesamiento de residuos mineros y vehículos autónomos. El regulador minero de Chile firmó un acuerdo con CNP en octubre para agilizar el proceso de permisos.
La industria minera de Chile empleó a 201 mil personas en septiembre, un 15% menos que el año pasado y la cifra más baja en al menos una década, según el Consejo Minero del país. Mientras, la producción aumentó ligeramente y el Consejo ha reducido 12% su proyección para la cantidad de empleos mineros necesarios durante la próxima década. La recesión es un momento común para la inversión en automatización porque los préstamos son más baratos y las empresas que recortan empleos, incluso si se deben a la automatización, pueden atribuir las reducciones a la economía y evitar publicidad negativa, explica Ethan Pollack, director de políticas de The Aspen Institute Future of Work Initiative. La pandemia solo aumenta los motivos, dice.
Actualmente, Chile, Estados Unidos y México tienen el menor gasto en políticas activas del mercado laboral, cuyo objetivo es mejorar la preparación para el trabajo y expandir el empleo, entre todos los países miembro de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo
EL DATO
México, Estados Unidos y Chile
Económicos. Es poco probable que eso cambie rápidamente, porque los problemas de salud son lo primero.
“Los políticos aún no están prestando atención”, dice Pollack. “Vamos a pagar el costo durante décadas si no actuamos ahora”.
Casey, economista de la Universidad de Illinois, dice que mientras más personas estén sin trabajo, mayor es el riesgo de disturbios sociales. “Muchas de estas personas son hombres de edad avanzada que prácticamente no tienen nada que hacer, y nuestra política social dirige el dinero lejos de esa cohorte en general”, dice Casey. Los formuladores de políticas están “subestimando el problema político y el problema social que surgirá cuando entremos en un mundo en el que no hay suficiente trabajo”.