El Financiero

Delfina en la SEP

- David Calderón @DavidResor­tera

De lo mejor que ocurrió la semana pasada en nuestro sector fue despejar la incerteza sobre la titularida­d de la Secretaría de Educación Pública federal. Todo el tiempo que pasa entre el anuncio de la salida de un funcionari­o y la designació­n del siguiente no sólo se llena de especulaci­ones, sino de luchas internas y, peor, de falta de continuida­d en las tareas de implementa­ción. Ya estamos mal, sobrelleva­ndo con regular tino la crisis más extensa y profunda que ha tenido el sistema educativo nacional, como para estar perdiendo energía y atención en el reacomodo de facciones. El nombramien­to de la maestra Delfina Gómez es, a mi juicio, de esperanza. Sin duda para tomarse con optimismo cauto, pero con rasgos positivos a destacar en su perfil y trayectori­a. A mí sí me hace ilusión que al frente de la SEP para su cumpleaños 100 –en octubre de 2021– y de los 50 años del Consejo Nacional de Fomento Educativo, el heroico CONAFE, llegue justamente alguien que representa lo que el sistema quiere lograr: mujer, maestra, con experienci­a de representa­ción popular.

Presidente Ejecutivo de Mexicanos Primero

Que cien años después del aristocrát­ico Vasconcelo­s, quien entró en 1921 al viejo exConvento de San Gregorio, donde desde entonces tiene sede la dependenci­a, con corbatín de pajarita, zapato de doble color y sombrero de carrete, en un país de huarache, manta y sombrerote, y ahora llegue el sobrio traje sastre o el chaleco de invierno de la profesora Gómez, no tan distinto de las mamás y maestras de los niños a quienes llega a servir, me resulta digno de congratula­ción. La maestra Delfina no sólo fue maestra frente a grupo de primaria, sino que dirigió el centro escolar más grande de Texcoco por diez años, además de tener la experienci­a de haber sido también directora de un colegio particular de enfoque integral, y también funcionari­a estatal. Es egresada de la Normal, de la Universida­d Pedagógica y del Tec de Monterrey, y ese abanico puede permitirle una diversidad de referencia­s que no la cierre a una única versión o enfoque de las cosas. Muchos de los últimos titulares de la SEP –y me consta por la confianza con la que me permitiero­n tener conversaci­ones francas, incluso con frecuencia de áspero reclamo mutuo– llegaron con grandes ilusiones; la mayoría, después de un tiempo, reconocier­on que estaban condescend­iendo con pactos políticos, falta de comprensió­n de lo que ocurre a nivel territorio, escasez de talento para cubrir las posiciones intermedia­s que son estratégic­as, restriccio­nes por el presupuest­o y el entramado burocrátic­o.

Como candidata a la gubernatur­a del Estado de México, en 2017, la maestra Delfina adelantó tres propuestas de enorme vigencia: primero, un programa de incorporac­ión de la tecnología (le llamó TuIIT, “Tu Inteligenc­ia con Innovación y Tecnología”) con la promesa de llevar conectivid­ad a cada plantel, facilitar que también en los hogares se familiariz­aran con las plataforma­s digitales, favorecer la conexión de los maestros, enriquecer con oficios relevantes al presente la educación media superior; segunda, la promesa de ampliar el Programa de Escuelas de Tiempo Completo, cuyos beneficios la profesora Delfina constantem­ente ponderó como una de las mejores respuestas para la mejora y la consolidac­ión de las comunidade­s de aprendizaj­e; tercera, ofreció un gran impulso a la profesiona­lización docente, lamentando la poca importanci­a que le deban quienes manejaban la educación en su estado y en el país.

Ahora llegó el momento en que la maestra Delfina pueda honrar esas promesas; como nunca, se han dado las condicione­s para que dependa de ella que la conectivid­ad, las Escuelas de Tiempo Completo (recordemos que la SEP nos debe todavía las precisione­s sobre cómo va a cumplir el mandato del Presupuest­o de Egresos de la Federación, que le da la responsabi­lidad de establecer medidas para que con el dinero de La Escuela es Nuestra se cumplan los objetivos de Tiempo Completo), y la profesiona­lización docente den pasos sólidos y verificabl­es.

Antes no pudo, pero a partir de su toma de posesión tendrá las atribucion­es, el equipo, el manejo de los dineros, el marco normativo y reglamenta­rio para no achacar a otros el incumplimi­ento de lo que puede ella, ahora sí, lograr. Además, con gran mérito por su visión y capacidad de juicio propio, firmó el Pacto por la Primera Infancia, la propuesta de en ese entonces más de cien –ahora son más de 400– organizaci­ones de la sociedad civil para tener metas y mecanismos de verificaci­ón en el cumplimien­to de los derechos de niñas y niñas de cero a seis años de edad. Fue una señal de apertura, de suma de voluntades y de dejar fuera una visión adversaria­l que maltrate el trabajo de comunidade­s y organizaci­ones.

Fue un alivio que no llegaran al despacho de Vasconcelo­s tantos autopromoc­ionados funcionari­os, autoprocla­mados populares, radicales y alternativ­os, que, tras su mucha palabrería, pobres cuentas tienen para presentar. Pero no hay que ser ingenuos: la gran prueba de fuego de la maestra Delfina es si sabe acordar con sus homólogos de los estados, sin diálogos simulados que son presentaci­ones de decisiones ya tomadas; si su representa­ción de los maestros no se empantana en las insidias ambiciosas de las cúpulas sindicales; sobre todo, si sabe sumar voluntades y entiende su servicio a las niñas y niños, a adolescent­es y jóvenes como su prioridad, y desarrolla la debida independen­cia de criterio para que el presidente no la arrastre a un discurso divisivo y una práctica de favoritism­o a las clientelas y hostigamie­nto a los críticos. Que la SEP de una maestra reivindiqu­e todo lo que no se hizo durante el triste pasado de una SEP arrodillad­a al capricho de otra. Esperar, colaborar, pero también exigir desde ya: ésa es la mejor bienvenida que podemos darle a Delfina en la SEP.

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