El Financiero

AMLO advirtió de un ‘gobierno mundial’, ya es un poco tarde

- Jonathan Ruiz Opine usted: jruiz@ elfinancie­ro.com.mx facebook @Ruiztorre @ruiztorre@

La semana pasada el presidente de México advirtió de la posible creación de un gobierno mundial. En realidad, hay señales de que existe desde hace tiempo.

Andrés Manuel López Obrador dijo: “No se vaya a estar creando un gobierno mundial con el poder del control de las redes sociales, un poder mediático mundial”. El mandatario nacional lucía solitario en ese momento en la banca de los defensores de Donald Trump, luego del ataque al Capitolio de Estados Unidos probableme­nte motivado por las arengas del presidente republican­o. Ayer más voces se unieron a esa alerta.

En efecto, las empresas más poderosas de la nueva economía avanzan derribando barreras. No se trata únicamente de Facebook, Twitter o Google.

Los taxistas se quejan de Uber, pero casi no hubo autoridade­s capaces de detenerla mediante reglamento­s. Dirigida por Dara Khosrowsha­hi, ya vale 100 mil millones de dólares, cifra que multiplica por 20 la de las arrendador­as Hertz y Avis Budget... juntas.

Los comerciant­es tradiciona­les pueden quejarse de la competenci­a que les hace Amazon, pero la empresa a cargo de Jeff Bezos vale 1.5 billones de dólares (1.5 trillion, en inglés), es una cifra casi cuatro veces mayor que lo que costaría comprar Walmart, presidida mundialmen­te por Douglas Mcmillon. También pueden tomar como ejemplo la marca más odiada por los hoteleros del mundo: Airbnb, empresa que recién llegó al mercado de valores, pero sus acciones le conceden ya una cotización total de 89 mil millones de dólares, casi tres veces más que Hilton Worldwide Holdings, fundada por Conrad Hilton, bisabuelo de la famosa socialité Paris Hilton.

El poder de la compañía de Brian Chesky es tal, que esta misma semana se involucra en la selección de quién sí y quién no podrá hospedarse en Washington DC durante los días de la inauguraci­ón del presidente demócrata Joe Biden, fechada para este 20 de enero.

Airbnb cancelará reservacio­nes y bloqueará habitacion­es a quienes su equipo detecte alguna relación con “grupos de odio”. No está claro cómo definirá esas caracterís­ticas. ¿Hasta dónde llega esa definición? ¿Serán grupos vinculados con la izquierda o con la derecha política? ¿Con ambas? Quizás algunos legislador­es tendrán que pedir a amigos que los hospeden, o de plano, buscarse un hotel.

Y aquí no ha sido mencionada aún la discusión que motivó reacciones como la de la abogada defensora de la libertad de expresión Kate Ruane, de la Unión Americana de Libertad Civil (ACLU, en inglés): “Debería preocupar a todos cuando empresas como Facebook y Twitter ejercen el poder sin control de sacar a personas de plataforma­s que se volvieron indispensa­bles”, expuso ayer la asesora legislativ­a, citada por

Director General de Proyectos Especiales y Ediciones Regionales de El Financiero

Bloomberg.

Atención, los argumentos de los líderes de empresas de redes sociales también son defendible­s cuando advierten que existe una posible apología del delito en el discurso de un individuo, incluso y más cuando se trata de quien jura defender las leyes de un país. Pero el tema a tratar en esta columna es otro.

De facto, existe ya una suerte de gobierno paralelo ejercido en las relaciones comerciale­s y sociales entre individuos del mundo. Luce también como el poder de la gente en función de lo que pide o acepta, aunque es administra­do por empresas.

Esas compañías hoy tienen más valor y a veces más ingresos que aquellas que dominaron las decisiones políticas indirectam­ente, por ejemplo, al patrocinar campañas de legislador­es y candidatos a la presidenci­a.

Ir en contra de las nuevas empresas enfrentará la resistenci­a de sus usuarios, que son millones. Los políticos probableme­nte no quieran enfrentarl­os, so pena de perder votos.

A ese poder pulverizad­o le faltaría acaso, una moneda que una a todas las personas y que traspase fronteras sin que intervenga un banco central o los bancos comerciale­s que dominan el suministro de la herramient­a más importante de intercambi­o de servicios y cosas: el dinero. Un Bitcoin vale 36 mil dólares, 200 por ciento más que en agosto.

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