El Financiero

¿Y los dos millones de nuevos empleos?

- Víctor Piz Opine usted: vpiz@elfinancie­ro.com.mx @Victorpiz

En México estamos en la etapa más crítica de la pandemia de covid-19. Este es el momento de mayor intensidad, según el número de casos diarios, decesos confirmado­s y ocupación hospitalar­ia en el Valle de México.

La curva de contagios no tiene para cuándo disminuir ni se advierte que ya haya alcanzado la cima, pese a las medidas sanitarias y de distanciam­iento social del semáforo epidemioló­gico rojo en varias regiones para contener la propagació­n del coronaviru­s. Por si fuera poco, el fin de semana se confirmó el primer caso en México de la nueva cepa variante del virus SARSCOV-2, que es mucho más contagiosa, detectado en un viajero internacio­nal que llegó al país a finales de diciembre. Ayer se confirmaro­n más de mil 300 defuncione­s, la cifra más alta para un día. En lo que va de enero, el número de nuevos casos de covid-19 supera los 10 mil 800 en promedio diario, que representa un récord desde que inició la pandemia.

La tasa de letalidad nos dice que, oficialmen­te, mueren casi nueve personas por cada 100 que se contagian de coronaviru­s en México.

De acuerdo con el conteo de la Universida­d Johns Hopkins, somos el país que tiene el número más alto de muertes por cada 100 casos confirmado­s de covid-19 y el séptimo con mayor mortandad por cada 100 mil habitantes.

Pero como es incierto cuándo tocaremos el pico más alto de la curva epidemioló­gica, lamentable­mente aún se presentará un incremento significat­ivo de los fallecimie­ntos a causa de complicaci­ones derivadas de la enfermedad desde los 135 mil acumulados hasta ayer. El Instituto de Métricas y Evaluación de la Salud de la Universida­d de Washington estimaba en diciembre que para finales de marzo podría haber 161 mil decesos por covid-19, que en 2020 habría sido la primera causa de muerte en México, según la misma fuente.

Si no disminuye la curva de contagios, difícilmen­te habrá una pronta reapertura de actividade­s ‘no esenciales’ en las entidades y ciudades que impusieron el semáforo rojo para reducir la movilidad social y la presión hospitalar­ia. Aunque hay un falso dilema entre salud y economía, una reapertura apresurada o prematura puede acelerar los niveles de contagio y descarrila­r la recuperaci­ón económica,

que desde finales de 2020 empezó a mostrarse titubeante. De por sí, el rebote de la economía, que estará impulsado por el relajamien­to de las medidas de mitigación del coronaviru­s y la compra y distribuci­ón de las vacunas, no significar­á la recuperaci­ón de los empleos formales perdidos.

Ayer, el IMSS confirmó que en 2020 se perdieron casi 648 mil empleos formales, cifra sólo superada por la destrucció­n de plazas laborales en la crisis de 1995.

Ni en la de 2009, que se vio agravada con la pandemia de influenza A/H1N1, se borraron tantos puestos de trabajo como en el último año.

En el peor momento de esa crisis, que fue en junio de 2009, se perdieron cerca de 602 mil empleos formales en 12 meses. Además, en diciembre de 2020 el nivel de empleo formal fue todavía inferior en 840 mil personas al registrado en febrero, un mes antes de la pandemia.

La pregunta es cuánto tiempo tomará recuperar el nivel de empleo formal previo a la crisis sanitaria. Dependerá de varios factores como la evolución de la pandemia, el proceso de vacunación y el tiempo en que la recuperaci­ón económica esté bien encaminada.

Pero de momento, la respuesta apunta a no antes de 2022. De los dos millones de nuevos empleos prometidos, mejor ni hablamos.

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