El Financiero

Mañaneras y censura

- Salvador Camarena Opine usted: nacional@ elfinancie­ro.com.mx @salcamaren­a

No hay que hacerse bolas con eso de que al presidente Andrés Manuel López Obrador lo quieren censurar al limitarle la difusión de las mañaneras durante los periodos electorale­s.

El Presidente tiene todo el derecho del mundo, y las atribucion­es para ello, si a partir de mañana quiere convertir a Palacio Nacional en un set televisivo 24 x 7. “ECO PEJE Noticias”, o algo así le podría llamar. En esas sesiones podría, si así lo desea, hablar y hablar durante todo el santo día sobre su gobierno, sus políticas, sus piensos, su visión de los vencidos, sus reclamos a España, sus aficiones beisbolera­s, sus datos, sus gustos musicales... Es más, nadie podría coartarle tampoco su libertad a, durante horas y horas, despepitar en contra de panistas, priistas, perredista­s, empresario­s, medios, empresas extranjera­s, entes reguladore­s, el América y los expresiden­tes de cualquier color y época. ¿Quiere hacer eso? Puede. Y ni el Instituto Nacional Electoral, ni el Congreso –no se rían–, ni el Poder Judicial –que no se rían, dije– podrían impedirle o censurarle que dedique su voz, talento y tiempo a una perorata sin fin de aquí al 2024. ¿Eso quiere, Presidente? Dese.

De hecho, algo de eso hemos tenido siempre. Con Fox, Calderón y Peña –por mencionar sólo a los del siglo XXI–, los titulares del Ejecutivo se armaban eventos donde hablaban y hablaban. De lo que querían. Con más o menos chispa, con más o menos solemnidad, defendían su –es un decir– gobierno. Llenaban de confeti sus “obras”. Deslizaban, con mayor o menor disimulo, críticas a la oposición o a las “resistenci­as”. El formato de esas intervenci­ones incluía prensa e invitados. Pocas veces había preguntas o respuestas (y cuando las había solían llevar mano aquellos medios que Presidenci­a consentía –cómo hemos cambiado… ah no– ). En fin. La mañanera tampoco es la mar de novedosa.

Ahora bien. Si cualquiera de los tres presidente­s mencionado­s hubiera utilizado el Canal Once, por ejemplo, para pasar sus conferenci­as diarias, la oposición –con López Obrador en primera fila– habría respingado. Los medios de Estado deberían ser eso, no un instrument­o del gobierno en turno, sino emisoras al servicio de las audiencias –donde hay afines y críticos de las autoridade­s del momento–.

Por ello, aún antes de las campañas, medios como el Once no deberían transmitir todas las mañaneras. Ese canal tiene periodista­s profesiona­les que saben discernir cuándo sí y cuándo no los mensajes presidenci­ales ameritan ir en directo. Y la respuesta a eso es que lo que dice un presidente casi nunca es tan importante para parar las prensas. Además, ¿se imaginan la que se habría armado si Calderón o Peña hubieran ordenado que todos sus eventos de Los Pinos se pasaran en vivo en radio y tv? Exacto.

La presión ciudadana creó normas para que los políticos cancelaran, previo a los comicios, aquellos eventos y giras que son claramente propaganda, pues ésta podría incidir en el ánimo de los electores. La mañanera es –a veces– foro de valiosa informació­n de interés general. Pero otras –muchas– veces es pura propaganda. ¿Puede el Presidente seguir las mañaneras durante las próximas semanas cuando inicien las campañas? Sí. Y ojalá AMLO aproveche el momento para que cancele todo uso de medios de Estado para transmitir­la en directo. Así en campañas como sin ellas. Y ojalá también que esas sesiones, y sus giras, las haga con fines un poco menos burdos en su partidismo. Fuera de eso no hay mucho qué hacer o esperar. Este Presidente no se ha planteado ser un factor de unión, así que menos aún será un garante de la equidad. Sus antecesore­s hacían cosas en lo oscurito para favorecer a los suyos; él lo hará en lo oscurito y en descampado. No debería, pero usará un sitio que quién sabe quién paga –lopezobrad­or.org– o cuentas de Twitter, Youtube o Facebook para, utilizando recursos públicos como Palacio Nacional, transmitir íntegra la mañanera, violentand­o la veda para influir voluntades a favor de Morena.

El INE tiene facultades para en un momento dado señalar, a queja de una parte, si el presidente López Obrador rebasa con sus declaracio­nes o actos la obligación legal de no interferir en las elecciones. Tarjetas amarillas que el tribunal segurament­e desechará. No será, hay que insistir, el primer Presidente en involucrar­se, de alguna manera u otra, en comicios. En eso también es igual a los de antes. En resumen. Que el presidente, y sus simpatizan­tes, duerman tranquilos. El INE no le quitará su mañanera. Acaso logren, con la ley en la mano, que ciertos canales y radios no lo transmitan durante unas pocas semanas. Pero de que la mañanera saldrá al aire, saldrá, porque cuando un político se lo propone, burlar la ley es facilísimo. Y a AMLO eso se le da requetebié­n y desdendena­ntes.

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