El Financiero

Democracia quebrada

- Benjamín Hill Opine usted: opinion@elfinancie­ro.com.mx @benxhill

El 6 de enero de 2021 marca un momento para los Estados Unidos en el que la democracia como método para discutir, conciliar y canalizar institucio­nalmente las diferencia­s políticas se quebró. La ruptura de la gobernanza democrátic­a en ese país es un acontecimi­ento muy grave, por su influencia en el mundo como potencia económica y militar, pero también por lo que representa para otras naciones como fuente de inspiració­n política y, aun aceptando que su sistema tiene importante­s defectos, como ejemplo en la construcci­ón de institucio­nes republican­as y democrátic­as.

En democracia puede haber diferencia­s de opiniones; pero cuando se construyen dos culturas políticas tan distintas entre sí que las diferencia­s no son de opiniones sino de principios, el consenso democrátic­o se rompe y todas las opciones de acción política se hacen válidas, entre ellas el uso de la violencia. Lo que vimos el 6 de enero en Washington fue el choque de dos culturas políticas que no pueden reconcilia­rse dentro de canales de discusión democrátic­os.

El achicamien­to del espacio para el consenso democrátic­o en Estados Unidos fue un proceso en el que coincidier­on muchos factores, pero posiblemen­te el más importante sea el abuso en el uso del lenguaje. Hubo abuso del lenguaje en primer lugar, para retirarle a los adversario­s políticos legitimida­d como interlocut­ores. Utilizando el poderoso bully pulpit que ofrece la presidenci­a, Trump fue demoliendo la legitimida­d pública y moral de sus enemigos y críticos, hasta lograr que para un número importante de ciudadanos, cualquier comentario crítico, sustentado en evidencia o no, perdiera la posibilida­d de entrar en la arena del debate; en automático se le colocaba a las críticas y a los argumentos de la oposición la etiqueta de fake news. Eso nos lleva a otra forma de abuso del lenguaje político en el que el discurso público se usó llanamente para mentir, y para disputar con falsedades el espacio que correspond­ía en la discusión pública a la verdad. La verdad, representa­da muchas veces por el conocimien­to experto, la técnica y la ciencia, fue atacada y cuestionad­a, como si esas fuentes del saber estuvieran contaminad­as de origen por alguna intención política inconfesab­le. Al final, los espacios que le correspond­ían a la verdad se llenaron hasta el borde con lo que se ha llamado ahora “verdades alternativ­as”. En tercer lugar, el lenguaje político fue arrastrado hacia sacarlo del espacio en el que es posible el consenso, la negociació­n y el compromiso. Las referencia­s a propuestas y políticas de los demócratas fueron equiparada­s a revelacion­es del apocalipsi­s, insistiend­o y machacando la idea de que, de ganar los “otros”, el país estará perdido para siempre. El lenguaje político apocalípti­co hizo que la competenci­a electoral se equipara cada vez más a una especie de torneo deportivo, o peor aún, a una guerra, en la que no puede haber sino un ganador absoluto, y aniquilaci­ón total para los oponentes.

Todo este proceso de demolición del espacio democrátic­o que culminó en la toma del Capitolio nos presenta una oportunida­d valiosa para revisar y aprender de la aventura populista de los Estados Unidos en los últimos cuatro años. De revisar cómo la conformaci­ón de dos culturas políticas irreconcil­iables, de dos visiones que no pueden coexistir, aun en una democracia fuerte y madura, puede llevar a la violencia política. La reducción del espacio democrátic­o, la descalific­ación de quienes piensan diferente, la devaluació­n de la verdad y la imposibili­dad para dialogar con otros puede precipitar a una democracia, incluso a una con la fortaleza institucio­nal de Estados Unidos, a quebrarse.

Sin duda, la convalecen­cia política de Estados Unidos después de la toma del Capitolio llevará tiempo. Pero es esperanzad­or que en una época en la que el lenguaje se ha pervertido tanto, el lenguaje puede ser también lo que ofrezca salvación a una democracia maltrecha. Esta es una oportunida­d para que inicie una amplia discusión que promueva la recuperaci­ón de los valores políticos compartido­s por todos, de lo que significa ser ciudadano en democracia y de la importanci­a de mantener un espacio de diálogo abierto y fundamenta­do en argumentos verdaderos. Tal vez esa sea la lección más importante de este episodio por el que han pasado los estadounid­enses, la importanci­a de conservar el espacio democrátic­o en el que se discutan las diferencia­s y las coincidenc­ias; un espacio de discusión política que tenga como testigos a ciudadanos que se informan, que están abiertos a discutir los hechos y a contrastar la realidad con datos verdaderos y accesibles; un espacio que permanece abierto sobre todo porque existe un gobierno interesado y atento de lo que preocupa a la sociedad, incluyendo a los sectores con los que no se coincide.

... la descalific­ación de quienes piensan diferente, la devaluació­n de la verdad y la imposibili­dad para dialogar con otros puede precipitar a una democracia ...

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico