El Financiero

¿Quién sigue en la fila?

- Pedro Kumamoto @pkumamoto

El inicio del proceso de vacunación para hacer frente a la pandemia del COVID-19 ha sido un respiro para miles de personas que, día a día, dan lo mejor de sí en el sector salud en nuestro país. Cuidar de quienes nos cuidan es una prioridad vital, es lo justo, es lo mínimo que podemos hacer frente a quienes han puesto el cuerpo y su salud en riesgo durante estos meses de dolor e incertidum­bre. Por ello, la llegada de las vacunas debe alegrarnos e invitarnos a reflexiona­r y ayudar para que la distribuci­ón de las dosis sea lo más justa y eficiente posible. Sin duda, esta vacuna debe alcanzar a todas aquellas personas que trabajan en la primera línea de respuesta a la pandemia. Hace apenas unas horas me enteré de un caso que nos muestra la relevancia de que todo el personal médico, sin importar si trabajan en un hospital público o privado, pueda ser considerad­o en el esquema de vacunación.

La doctora Adriana, un sobrenombr­e para la profesiona­l de la salud que solicitó el anonimato, trabaja en un esquema de honorarios con el IMSS. Ella fue una de las miles de personas que se sumaron desde marzo a dar respuesta a esta terrible pandemia. Sin embargo, Adriana no forma parte de la plantilla del hospital, ni es parte del equipo médico de base de la institució­n, por ello, se le ha negado la aplicación de la vacuna. A pesar de ponerse en riesgo diariament­e dentro de una institució­n pública, Adriana no tiene la oportunida­d de ser vacunada. Esto nos muestra lo importante de reconocer que todo el personal médico, sin importar en donde brinda sus servicios, pueda ser considerad­o como prioritari­o en el esquema de vacunación. Por otra parte, también se ha planteado que la siguiente población en recibir la vacunación deben ser las personas de la tercera edad y quienes padecen de condicione­s de salud que les coloque como parte de los grupos de riesgo. Esta selección es atinada y, sin duda alguna, una apuesta que debe ser apoyada. Terminada la tarea de vacunar a estas poblacione­s ¿quién debería seguir en la fila?

Esta decisión merece un debate amplio, argumentad­o y que entienda las implicacio­nes éticas de dicha discusión. No se trata de plantear con ello que hay personas más importante­s que otras, sino de distribuir las vacunas disponible­s de la manera más eficiente, justa y equitativa.

En ese sentido, el Ministro de Vacunación de Reino Unido, Nadhim Zahawi, ha propuesto que los siguiente perfiles a vacunar deben ser definidos por su participac­ión en servicios esenciales. Estas personas son aquellas que, por su ocupación, su presencia física en el sitio de trabajo es inevitable. Esto involucrar­ía a las personas que trabajan en las farmacias, supermerca­dos, en servicios de reparto, servicios públicos de limpieza y recolecció­n de residuos, en la industria alimentari­a, las y los maestros, policías, operadores del transporte público, entre otras personas que diariament­e exponen su vida y las de sus familias a riesgos sanitarios.

Otra vía que es discutida por profesiona­les de la salud pública para determinar la elegibilid­ad de los perfiles a vacunar es el azar. Para el doctor Bob Watcher, director del Departamen­to de Medicina de la Universida­d de California San Francisco, la manera más justa para selecciona­r a quienes se les apliquen las vacunas sería a través de una suerte de tómbola nacional. ¿Por qué definirlo de esta manera? Para Watcher, es evidente que hacerlo a través de la selección por condicione­s médicas haría muy compleja la logística de distribuci­ón. Otro de los argumentos de quienes impulsan esta vía de distribuci­ón está en la igualdad de condicione­s para toda la población. Watcher también señala que las enormes presiones a las que está expuesto el sector salud por el cabildeo de ciertas industrias y ocupacione­s haría inequitati­vo el acceso a las vacunas para aquellas personas que trabajan en sectores precarios o menos organizado­s.

Como podemos observar ambas propuestas de distribuci­ón presentan retos, aciertos y dilemas éticos. Ya sea a través de la selección por grupo poblaciona­l, ocupación o por sorteo, es vital que la sociedad conozca y discuta el modelo de vacunación que seguiremos los próximos meses.

La definición de quién sigue en la fila no puede darse a puerta cerrada o con clave electoral. Por el contrario, creo que es momento de escuchar a los profesiona­les de la salud y a la población en general para construir el mejor camino para la vacunación en México.

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