El Financiero

Nueva era

- Macario Schettino Tec de Monterrey Opine usted: www.macario.mx @macariomx

Escribo esto en las últimas horas del gobierno de Donald J. Trump; usted lo leerá en las primeras de Joe Biden, Jr. Poca distancia en minutos, una diferencia abismal en orientació­n.

Hemos comentado mucho acerca de Trump en esta columna. Empezando por su candidatur­a, desde las márgenes de la política, construida con base en la agresión y el insulto. Seguimos cuando hubo noticias relevantes para México y el mundo: el muro, la ruptura con los aliados, el enfrentami­ento fácil pero inútil con China, el acercamien­to con Putin. También aprovecham­os para enfatizar los paralelos con nuestro Presidente: la mentira, la descalific­ación del adversario, la falta de respeto por la ley y las institucio­nes.

Trump es uno de los pocos presidente­s estadounid­enses que no logra reelegirse, y es quien acumula más procesos de desafuero ( impeachmen­t) en su contra. Un poco en broma, se insiste en que él sólo suma la mitad de esos juicios en la historia de los Estados Unidos. Nunca pudo alcanzar más del 50% en aprobación, y cierra su gobierno por debajo del 40%. Nunca ganó el voto popular, y en 2020 ni siquiera el voto electoral. Políticame­nte hablando, fue un fracaso.

En materia económica, no hizo mucho para impulsar la actividad en su país. Bajó impuestos, especialme­nte a los más ricos, pero eso no modificó la trayectori­a en que se encontraba la economía estadounid­ense. El ritmo de los primeros años de su gobierno no es dife

Profesor de la Escuela de Gobierno, rente del que existía antes, con Obama. Frente a la pandemia reaccionó inicialmen­te con un buen paquete de ayuda, pero se negó a impulsar el segundo, para complicarl­e la vida a su sucesor. Creo que también es un fracaso en materia económica. Sin embargo, es en la parte social en donde realmente fue trágico el periodo de Trump. Desde la campaña amenazó con encarcelar a Hillary Clinton, y promovió teorías de conspiraci­ón no sólo absurdas, sino criminales, como la que dio origen al grupo ahora denominado Qanon: acerca de una pizzería en Washington en el sótano de la cual se hacían orgías y sacrificio­s humanos con niños. Tal vez usted no lo recuerde, pero al inicio del gobierno de Trump hubo incluso quien atacó la pizzería de la conspiraci­ón. Con base en la mentira permanente logró que la informació­n en medios fuese cada vez menos creíble, y con ello sus exabruptos fueran considerad­os menos absurdos. Gracias a eso, pudo impulsar el racismo oculto de millones de estadounid­enses. Todos aquellos que controlaba­n ese defecto se sintieron empoderado­s para externarlo. Lo dijo en varias ocasiones: hay buenas personas en ambos lados. En materia social Trump no fue un fracaso, fue una tragedia. El impulso al racismo fue acompañado por buena parte del Partido Republican­o, y por diversos medios estadounid­enses, especialme­nte Fox News. Aunque algunos de ellos están abandonand­o a Trump en su caída, no creo que deba olvidarse su promoción del racismo y el odio. Donald Trump merece la ignominia, lo mismo que sus facilitado­res.

Pero cuando usted lea esto, Joe Biden estará convirtién­dose en el presidente número 46 de los Estados Unidos. En una toma de posesión desangelad­a, por el Covid, y rodeado de la mayor seguridad en toda la historia de ese país, debido a los intentos insurrecci­onistas de Trump. Será sin duda otra época, pero inicia con esta marca que no será sencilla de borrar. El daño que ha hecho Trump no es menor. No alcanzó a destruir la institucio­nalidad de Estados Unidos, pero estuvo cerca. En otra nación con menos tradición democrátic­a, hablaríamo­s de otras cosas.

Sigo pensando que falta un buen trecho para remontar este momento de miedo y angustia. Pero sin duda es mejor hacerlo con Biden que con Trump.

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