El Financiero

Joe Biden convoca a la unidad para terminar con “esta guerra civil”

“Empecemos a escucharno­s de nuevo unos a otros, a vernos, a respetarno­s”, pide

- MIAMI, FLORIDA CORRESPONS­AL PABLO HIRIART correspons­ales@elfinancie­ro.com.mx

En lo internacio­nal, el mandatario promete “repararemo­s nuestras alianzas”

“Nuestra amistad es irremplaza­ble si queremos os superar los grandes desafíos” afíos”

Un vehemente llamado a la unidad marcó de principio a fin el primer mensaje de Joseph Robinette Biden Jr. como presidente de Estados Unidos, en el que convocó a “poner fin a esta guerra civil que enfrenta al rojo contra el azul, lo rural a lo urbano, lo conservado­r a lo liberal”. Necesitamo­s dejar de lado la politiquer­ía y enfrentar esta pandemia como “¡una sola nación!”, porque “estamos entrando en lo que puede ser el periodo más duro y mortal del virus, lo que requiere de toda nuestra fuerza”, dijo el 46º presidente de la nación más poderosa de la Tierra. El presidente de mayor edad (78) en tomar posesión en la historia de este país, le puso contenido al desafío que enfrenta una nación polarizada, con crisis económica y el azote asesino de una pandemia sin control: “Enfrentamo­s un ataque a nuestra democracia y a la verdad, un virus furioso, una creciente desigualda­d, el aguijón del racismo sistémico y un clima de crisis sobre el papel de Estados Unidos en el mundo”. Después de cuatro años de enfrentami­entos y mentiras fabricadas desde la casa presidenci­al, en el frenesí populista de Donald Trump que tiene a este país dividido y con grupos armados que siguen sus delirios autoritari­os, el nuevo mandatario pidió a los estadounid­enses “comenzar de nuevo. Empecemos a escucharno­s de nuevo unos a otros, a vernos, a respetarno­s unos a otros”.

Es que “la política no tiene por qué ser un fuego furioso que destruye todo a su paso. Cada desacuerdo no tiene por qué ser motivo de guerra total. Y debemos rechazar la cultura en que los hechos mismos son manipulado­s e incluso fabricados”, expresó el viejo exparlamen­tario que pasó 36 años en el Senado y ocho en la vicepresid­encia. “¡Unidad! ¡unidad!, ¡unidad!”, clamó el nuevo jefe político de esta nación, con los brazos extendidos hacia la explanada del Capitolio que estaba llena con 200 mil banderas que llegaban al obelisco a George Washington y remataban en el imponente memorial a Abraham Lincoln. “Sin unidad no hay paz, sino amargura y furia”, dijo Biden, que no llamó a estar unidos en el vacío de la retórica y los buenos deseos: “Vamos a unirnos para luchar contra los enemigos que enfrentamo­s: ira, resentimie­ntos, odio, extremismo, anarquía, violencia, enfermedad, desempleo y desesperan­za”. Tal fue el legado de Donald Trump, que antes se despegar desde la base Andrews hacia su destino en Florida, dijo a un grupo de partidario­s: “volveremos, de alguna forma”. La unidad por la que abogó Biden en su discurso inaugural estuvo lejos de ser pasiva, porque su país tiene adversario­s a los que vencer. Lo dijo: “hay un auge del extremismo político, del supremacis­mo blanco y del terrorismo doméstico que debemos enfrentar y derrotarem­os”. Por primera vez en un discurso presidenci­al se oyó el término

“supremacis­mo” en este país, que con la conducción de Biden aspira a cambiar, “¡y por supuesto que se puede!”, dijo con una media vuelta de cuerpo que lo puso frente a la vicepresid­enta, Kamala Harris.

Día histórico el de ayer, que no sólo fue el triunfo de la democracia, sino por primera vez asumió la vicepresid­encia de Estados Unidos una mujer, además negra y de origen asiático, una rebosante de alegría y energía Kamala Harris.

Momala, como le dicen sus hijastros, juró sobre la Biblia del primer juez afroameric­ano de este país, y le tomó protesta la ministra de la Corte Sonia Sotomayor, primera latina en llegar al máximo tribunal de la Unión Americana.

Biden juró ante la Biblia de sus antepasado­s irlandeses, y al momento de alzar el brazo y repetir que protestaba preservar, defender y proteger la Constituci­ón de Estados Unidos, fueron cambiados los códigos con las claves de las armas nucleares que llevó en un maletín Donald Trump en su viaje a Florida.

El mundo podía respirar. El poder cambió de manos en la mayor potencia nuclear del planeta, y el nuevo presidente se dirigió a la comunidad internacio­nal: “Estados Unidos ha sido probado y hemos salido más fuertes por ello. Repararemo­s nuestras alianzas y nos compromete­mos con el mundo una vez más, no para enfrentar los desafíos de ayer, sino los desafíos de hoy y de mañana. Y lideraremo­s no sólo con el ejemplo de nuestra fuerza, sino con la fuerza

ANGELA MERKEL Canciller alemana

de nuestro ejemplo”.

Del sacerdote jesuita Leo O’donovan, que elevó la plegaria por el segundo presidente católico de este país –el primero fue John F. Kennedy–, pasamos a Lady Gaga, que impresionó por su vestimenta que traía estampada en el pecho una espléndida paloma de la paz en color dorado, y su peinado semejaba a la Estatua de la Libertad.

Con fuerza entonó el Himno nacional de su país y subrayó los acordes con el puño que rompía el aire frío en la ribera del Potomac. Brillante, Lady Gaga, que al llegar a su asiento de regreso del estrado se puso el cubrebocas, como todos los ahí presentes, incluido el exvicepres­idente Pence y su esposa, renuentes a portarlo en público.

“Estoy orgulloso de ti”, le dijo a Kamala el primer presidente negro de este país, Barak Obama, y chocaron los guantes, previo al inicio de la ceremonia en el domo del Capitolio. Cuando Kamala hizo el juramento, la conductora de Univisión –por donde seguí la transmisió­n desde Florida– rompió en llanto y siguió con la narración.

Día histórico, dramático, con un presidente católico observante que nombró a una doctora transexual como subsecreta­ria de Salud, y señaló al supremacis­mo blanco como

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Joe Biden, junto a su esposa Jill, ayer, en Washington, DC, al jurar preser
NUEVA ERA. Joe Biden, junto a su esposa Jill, ayer, en Washington, DC, al jurar preser
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