Joe Biden convoca a la unidad para terminar con “esta guerra civil”
“Empecemos a escucharnos de nuevo unos a otros, a vernos, a respetarnos”, pide
En lo internacional, el mandatario promete “repararemos nuestras alianzas”
“Nuestra amistad es irremplazable si queremos os superar los grandes desafíos” afíos”
Un vehemente llamado a la unidad marcó de principio a fin el primer mensaje de Joseph Robinette Biden Jr. como presidente de Estados Unidos, en el que convocó a “poner fin a esta guerra civil que enfrenta al rojo contra el azul, lo rural a lo urbano, lo conservador a lo liberal”. Necesitamos dejar de lado la politiquería y enfrentar esta pandemia como “¡una sola nación!”, porque “estamos entrando en lo que puede ser el periodo más duro y mortal del virus, lo que requiere de toda nuestra fuerza”, dijo el 46º presidente de la nación más poderosa de la Tierra. El presidente de mayor edad (78) en tomar posesión en la historia de este país, le puso contenido al desafío que enfrenta una nación polarizada, con crisis económica y el azote asesino de una pandemia sin control: “Enfrentamos un ataque a nuestra democracia y a la verdad, un virus furioso, una creciente desigualdad, el aguijón del racismo sistémico y un clima de crisis sobre el papel de Estados Unidos en el mundo”. Después de cuatro años de enfrentamientos y mentiras fabricadas desde la casa presidencial, en el frenesí populista de Donald Trump que tiene a este país dividido y con grupos armados que siguen sus delirios autoritarios, el nuevo mandatario pidió a los estadounidenses “comenzar de nuevo. Empecemos a escucharnos de nuevo unos a otros, a vernos, a respetarnos unos a otros”.
Es que “la política no tiene por qué ser un fuego furioso que destruye todo a su paso. Cada desacuerdo no tiene por qué ser motivo de guerra total. Y debemos rechazar la cultura en que los hechos mismos son manipulados e incluso fabricados”, expresó el viejo exparlamentario que pasó 36 años en el Senado y ocho en la vicepresidencia. “¡Unidad! ¡unidad!, ¡unidad!”, clamó el nuevo jefe político de esta nación, con los brazos extendidos hacia la explanada del Capitolio que estaba llena con 200 mil banderas que llegaban al obelisco a George Washington y remataban en el imponente memorial a Abraham Lincoln. “Sin unidad no hay paz, sino amargura y furia”, dijo Biden, que no llamó a estar unidos en el vacío de la retórica y los buenos deseos: “Vamos a unirnos para luchar contra los enemigos que enfrentamos: ira, resentimientos, odio, extremismo, anarquía, violencia, enfermedad, desempleo y desesperanza”. Tal fue el legado de Donald Trump, que antes se despegar desde la base Andrews hacia su destino en Florida, dijo a un grupo de partidarios: “volveremos, de alguna forma”. La unidad por la que abogó Biden en su discurso inaugural estuvo lejos de ser pasiva, porque su país tiene adversarios a los que vencer. Lo dijo: “hay un auge del extremismo político, del supremacismo blanco y del terrorismo doméstico que debemos enfrentar y derrotaremos”. Por primera vez en un discurso presidencial se oyó el término
“supremacismo” en este país, que con la conducción de Biden aspira a cambiar, “¡y por supuesto que se puede!”, dijo con una media vuelta de cuerpo que lo puso frente a la vicepresidenta, Kamala Harris.
Día histórico el de ayer, que no sólo fue el triunfo de la democracia, sino por primera vez asumió la vicepresidencia de Estados Unidos una mujer, además negra y de origen asiático, una rebosante de alegría y energía Kamala Harris.
Momala, como le dicen sus hijastros, juró sobre la Biblia del primer juez afroamericano de este país, y le tomó protesta la ministra de la Corte Sonia Sotomayor, primera latina en llegar al máximo tribunal de la Unión Americana.
Biden juró ante la Biblia de sus antepasados irlandeses, y al momento de alzar el brazo y repetir que protestaba preservar, defender y proteger la Constitución de Estados Unidos, fueron cambiados los códigos con las claves de las armas nucleares que llevó en un maletín Donald Trump en su viaje a Florida.
El mundo podía respirar. El poder cambió de manos en la mayor potencia nuclear del planeta, y el nuevo presidente se dirigió a la comunidad internacional: “Estados Unidos ha sido probado y hemos salido más fuertes por ello. Repararemos nuestras alianzas y nos comprometemos con el mundo una vez más, no para enfrentar los desafíos de ayer, sino los desafíos de hoy y de mañana. Y lideraremos no sólo con el ejemplo de nuestra fuerza, sino con la fuerza
ANGELA MERKEL Canciller alemana
de nuestro ejemplo”.
Del sacerdote jesuita Leo O’donovan, que elevó la plegaria por el segundo presidente católico de este país –el primero fue John F. Kennedy–, pasamos a Lady Gaga, que impresionó por su vestimenta que traía estampada en el pecho una espléndida paloma de la paz en color dorado, y su peinado semejaba a la Estatua de la Libertad.
Con fuerza entonó el Himno nacional de su país y subrayó los acordes con el puño que rompía el aire frío en la ribera del Potomac. Brillante, Lady Gaga, que al llegar a su asiento de regreso del estrado se puso el cubrebocas, como todos los ahí presentes, incluido el exvicepresidente Pence y su esposa, renuentes a portarlo en público.
“Estoy orgulloso de ti”, le dijo a Kamala el primer presidente negro de este país, Barak Obama, y chocaron los guantes, previo al inicio de la ceremonia en el domo del Capitolio. Cuando Kamala hizo el juramento, la conductora de Univisión –por donde seguí la transmisión desde Florida– rompió en llanto y siguió con la narración.
Día histórico, dramático, con un presidente católico observante que nombró a una doctora transexual como subsecretaria de Salud, y señaló al supremacismo blanco como