Las fortalezas de Biden
Hay espacio para estar optimistas sobre la gestión del presidente número 46 de Estados Unidos, Joe Biden. Con él regresa el Estado. A diferencia de Donald Trump, que en el último año de su cuatrienio literalmente renunció a luchar contra la Covid-19, Biden tiene como propósito número uno, dos y tres, combatir la crisis sanitaria y económica. Gobernará al lado de la ciencia y del Estado profundo, es decir, los experimentados tecnócratas del gobierno federal del país vecino.
El nuevo ocupante de la Oficina Oval cuenta con una serie de destrezas y fortalezas, entre las que destaco tres: experiencia, personalidad y edad. Experiencia. Desde los tiempos de Lyndon B. Johnson (19631968) no había un mandatario mejor equipado que Biden para la negociación con el Congreso. Durante 36 años fue senador y ocho años vicepresidente. En la Cámara alta se concentró en las áreas judiciales, seguridad nacional y relaciones exteriores. En sus ocho años de vicepresidente no fue una figura de adorno, como suelen ser quienes están designados para sustituir al número uno, si éste llegara a faltar. Fue un verdadero socio de Barack Obama. Hicieron mancuerna. Obama depositó enorme confianza en su vicepresidente, quien experimentó y participó de las grandes decisiones: no atacar Siria cuando Al Assad “cruzó la línea roja”, acabar con Osama Bin Laden y el acuerdo nuclear con Irán. Biden sabe de sobra que el liderazgo se mide cuando arremeten los problemas y las crisis. Su experiencia lo ha llevado a arrancar su cuatrienio con un equipo de profesionales que se conocen entre ellos y tienen la confianza con el jefe para disentir. Prácticamente, todos están sujetos a la confirmación del Senado, pero no hay focos rojos, pues nadie es improvisado.
En relación con México, destaco tres de suma importancia. Como secretario de Seguridad Interna (Homeland Security) ha sido nominado Alejandro Mayorkas. Cubano de nacimiento, sería el primer latino en tener esa responsabilidad. Abogado y exsubsecretario de ese ministerio, se espera cambie la política migratoria y fronteriza en 180 grados con respecto al gobierno de Trump. Una reforma migratoria integral y humanitaria es prioridad del mandatario y, de concretarse, Mayorkas será el encargado de instrumentarla.
Como secretario de Estado se ha propuesto a Antony Blinken, quien fuera el número dos de la diplomacia bajo Obama y conoce bien los entretelones multilaterales y regionales. Es un negociador mesurado que entiende bien los problemas de América Latina. Y finalmente, como procurador de Justicia está el juez Merrick Garland, quien fue nominado en 2016 para la Corte Suprema por Obama, pero los republicanos se negaron incluso a darle audiencia. Muy cercano a Biden y muy distinto a los procuradores de Trump, pues el objetivo final de Garland será que se respete y acate la ley.
PERSONALIDAD
Personalidad e ideología son la segunda fortaleza del nuevo mandatario. Es un político pragmático, de centro, natural en lo que se conoce en Estados Unidos como cruzar el pasillo. Es decir, no tiene problema en el diálogo con los republicanos. Se formó como legislador en una época en que las diferencias se dejaban en el pleno y se convivía y trabajaba con la oposición. No le será fácil. El Partido Republicano se ha corrido a la extrema derecha. Un actor clave será Mitch Mcconnell, ahora líder de la minoría del Senado y quien fuera mancuerna de Trump para realinear al aparato judicial hacia el conservadurismo. Mcconnell, aparentemente, rompió con Trump por el ataque al Capitolio del pasado 6 de enero y está dando visos de entenderse con Biden.
Parte de la personalidad de Biden ha sido forjada por desgracias personales. Se le da la compasión. Sabe lo que es el sufrimiento de los otros. Perdió a su primera esposa e hija de un año (le sobrevivieron dos niños) en un accidente de tránsito recién electo el más joven senador del país. En 2015, la adversidad volvió a tocar su puerta, su hijo Beau, quien sobrevivió al tráiler que se incrustó en el auto de su madre, murió de cáncer. En su lecho de muerte, Beau le hizo prometer a su padre que intentaría ir por la grande.
El sello final de Biden presidente será su edad. Con 78 años es el mandatario más viejo despachando en la Oficina Oval. Por su edad, Biden no parece que se cuidará para lograr un segundo término. Más aún, no tendrá que rendirle cuentas futuras a nada ni a nadie. Ésta es su última chamba. Su legado empezó el día uno de su gobierno. Hay evidencia de que va con todo.
Su edad, desde luego, puede ser una gran debilidad. ¿Aguantará el horario y peso bajo sus hombros que implica ser el hombre más poderoso en el mundo?
Difícil pronunciarse al respecto. Mi apreciación es que tiene un par de mujeres que lo apoyan. Su mujer, Jill, con quien contrajo segundas nupcias en 1977 y Kamala Harris, quien por ley asumiría la presidencia en caso de faltar. Excelentes compañeras. Educadas, maduras y firmes.