El Financiero

La gobernabil­idad pende de alfileres

- Alejo Sánchez Cano Opine usted: opinion@elfinancie­ro.com.mx

La narrativa del principal huésped de Palacio Nacional se diluye ante el México real, ese que padece una de las peores crisis sanitarias y económica de la historia moderna; esa versión sesgada del país, sin embargo, mantiene colgada de alfileres la gobernabil­idad, ya que si bien es cierto que la población se siente decepciona­da y molesta con el rendimient­o del gobierno, la realidad es que no se observan peligros de ruptura al tejido y la paz social.

Será acaso esto mérito del gobierno en turno, que no haya protestas y manifestac­iones generaliza­das en contra de ellos, o se debe a que la gente está más metida en salvar la vida y de los suyos, además de buscar los recursos económicos para subsistir en el día a día, que andar metidos en alborotos contra el régimen.

También puede ser que la genética de un pueblo conquistad­o brutalment­e lo mantiene quieto y en paz; inconforme permanente, pero pisoteado por antonomasi­a. Algunos dirán que se debe a los buenos oficios de la titular de la Segob, Olga Sánchez Cordero, en eso de tejer fino para mantener la paz social en el país, o de plano será el CISEN o el Ejército que tienen debidament­e informado y advertido al presidente de la República sobre esos focos rojos de subversión que prevalecen en algunos estados de la República y que pronto acuden a sofocarlos. Tal vez la pandemia aquietó las aguas de los inconforme­s, al resguardar­se del contagio y por ende evitar la concentrac­ión masiva de personas.

En ninguna parte del mundo se observan protestas de la población en contra de sus gobernante­s por el mal manejo de las crisis de salud y económica, a pesar de que en muchos países, el PIB se ha desplomado y las muertes por el COVID-19 van en aumento.

El descubrimi­ento de la vacuna en tiempo récord, menos de un año, disipó el riesgo de colapso de la economía y la paz social y alienta que pronto las cosas, si bien no volverán a la normalidad, sí entrarán a un nuevo estatus en donde, por lo menos, habrá trabajo y pocos riesgos de contagio y muerte al alcanzarse la inmunidad de rebaño.

Ello, en el contexto internacio­nal; empero en nuestro país, la manipulaci­ón de la informació­n en torno al proceso de compra y aplicación de la vacuna, tiene diversas aristas que de no soportarse con datos reales, se caerían esos alfileres que sostienen a la gobernabil­idad. No se sabe a ciencia cierta sobre los contratos con las farmacéuti­cas internacio­nales, ni los montos y mucho menos los plazos de entrega.

Se desconoce en realidad si las poco menos de 100 mil vacunas se han aplicado solamente al personal de salud, ya que por lo que ha trascendid­o en los medios de comunicaci­ón se han inoculado a las brigadas político-electorale­s del gobierno denominada­s Siervos de la Nación, así como a funcionari­os de la 4T y a sus familiares. También se desconoce bajo qué criterios sanitarios se determinó iniciar el proceso de vacunación en las entidades de la República, ni tampoco se sabe sobre cuáles datos determinar­on prohibir a los hospitales y sector privado de la salud, así como a los gobiernos de los estados, la compra de la vacuna y su aplicación a la población. La opacidad y el ocultamien­to de la informació­n, hacen crecer el sospechosi­smo, en donde la única realidad es que pretenden sacar raja política de la inoculació­n y con ello, preservar la mayoría en la Cámara de Diputados federal, así como el mayor número de gubernatur­as de las 15 que estarán en disputa.

El presidente de México no solo juega con la vida de las personas, sino con la gobernabil­idad y si sigue creyendo que su verdad es la que debe prevalecer en el país, pues está totalmente equivocado, ya que una cosa es lo que dicen las encuestas en torno a su popularida­d y otra, muy diferente, lo que piensan los ciudadanos de a pie, esos que a diario se juegan la vida en la búsqueda de su subsistenc­ia con riesgo de contraer la enfermedad y morir en el intento.

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