El Financiero

El Ejército y la noche de Iguala

- Diego Petersen Farah (diego.petersen@informador.com.mx)

En los primeros meses de 2015, no recuerdo la fecha exacta, un amigo que se había hecho cargo de los gastos y de hospedar en su casa a un grupo de padres y compañeros de los 43 desapareci­dos de Ayotzinapa me invitó a desayunar con ellos. Ahí, en casa de este empresario tapatío de los que no hay muchos, los jóvenes nos narraron con terrible lujo de detalle cómo miembros del Ejército Mexicano habían llegado al hospital al que ellos se habían trasladado en busca de ayuda para un compañero herido de un balazo en la boca. Los médicos dudaban si atender al joven que, temían, podría morir en sus manos. Los miembros del Ejército, lejos de ayudar, golpearon a culatazos a los acompañant­es y luego de cerciorars­e de la identidad del herido, se retiraron. Los jóvenes y los padres insistían, en aquellos días, en la necesidad de que se les dejara entrar al cuartel para avanzar en las investigac­iones, o al menos que se obligara al Ejército a entregar las bitácoras.

La versión del testigo protegido “Juanito”, que deberá ser corroborad­a con investigac­iones de la Fiscalía Especial, demuestra lo que los padres y compañeros sospechaba­n desde hace seis años: losverdese­stabanmeti­dosenelenj­uague.hayque reconocer que la Fiscalía Especial, para el caso, no se quedó con la versión fabricada por el gobierno de Peña Nieto, la verdad histórica de Murillo Karam, aquel que se cansó de tanto mentir. La pregunta es qué tratamient­o le dará el Presidente López Obrador, quien se verá atrapado entre uno de sus compromiso­s más sensibles: esclarecer lo que sucedió en aquella fatídica noche de Iguala y llevar al banquillo de los acusados a su principal aliado en el Gobierno: el Ejército Mexicano.

Por supuesto que la acción de unos militares no mancha a toda la institució­n, pero si hay un lugar en donde la tropa no se manda sola es, justamente, en las Fuerzas Armadas. Lo que pasó aquella noche en las instalacio­nes del 27 Batallón de Infantería debió haber sido informado al jefe de la 35ª Zona Militar, el general Alejandro Saavedra Hernández, hoy director del Instituto de Seguridad Social de las Fuerzas Armadas Mexicanas, y éste a su vez al general secretario de la Defensa Nacional, el hoy tan mencionado Salvador Cienfuegos Zepeda. Si no les notificaro­n, los generales pueden salvar la cara, pero dejan muy mal parada a la institució­n que representa­n; y si lo fueron, supieron de las atrocidade­s que habían sucedido en las instalacio­nes militares y lo ocultaron. Se trata de un delito mayor.

El Presidente está ante una de esas encrucijad­as en las que para donde se mueva se moja, pero si alguien es hábil para este tipo de situacione­s, es él. Es cierto, el Gobierno de López Obrador depende cada vez más del Ejército, pero los militares, a su vez, están cada vez más encumbrado­s y acostumbra­dos a los negocios que les da el Presidente. La pregunta, entonces, es quién tiene agarrado a quién.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico