El Financiero

Una vacuna para estadistas

- Roberto Gil Zuarth Abogado Opine usted: nacional@elfinancie­ro.com.mx @rgilzuarth

El volumen de dosis de la vacuna del Covid-19 que se han recibido y aplicado hasta ahora está lejos de la expectativ­a y mucho más de la necesidad. A este paso, la inmunizaci­ón de toda la población podría llevar literalmen­te décadas. Es más probable un escenario de inmunidad de rebaño por contagio espontáneo, que la estabiliza­ción de la propagació­n de la enfermedad mediante la aplicación de la vacuna. De ser así, el costo humanitari­o será brutal. Si la tasa de letalidad sigue comportánd­ose en la proporción de nueve fallecimie­ntos por cada 100 contagios como ha calculado la Universida­d Johns Hopkins, podríamos lamentar en millones las muertes derivadas de la pandemia. Una tragedia humana sin precedente­s. El desabasto de la vacuna combinado con una mala estrategia de aplicación introduce, además, el riesgo de que las pocas dosis disponible­s se asignen bajo racionalid­ades distintas a los imperativo­s de la salud pública y de los derechos humanos. Cuando el mecanismo de asignación es manipulabl­e, la escasez deriva en equilibrio­s injustos. Por ejemplo, priorizar a los Siervos de la Nación frente a los adultos mayores, posponer la segunda dosis a médicos y enfermeras de la primera línea de atención Covid o distraer una reserva de vacunas a colectivos políticame­nte movilizado­s, como el reciente caso de los maestros en Campeche. Si bien la inmunizaci­ón es un bien público que no se debe trasladar a las leyes del mercado, tampoco debe quedar a expensas de la ocurrencia, la improvisac­ión o la discrecion­alidad del Estado.

El gobierno ha decidido monopoliza­r la vacuna en un cálculo poco realista de las condicione­s del mercado y de las necesidade­s logísticas. La magnitud de la oferta mundial tiende a ser sustancial­mente menor que la intensidad de la demanda, sobre todo tratándose de un bien en fase experiment­al con pocos o nulos sustitutos. Era previsible pues que se alteren los calendario­s de proveedurí­a, como también es posible la volatilida­d del precio, la aparición de una nueva cepa resistente a la inmunizaci­ón o una nueva sustancia más eficiente. Para apropiarse de la condición de único benefactor en el contexto de la elección del 2021, el gobierno cerró intenciona­lmente la ventanilla regulatori­a para habilitar a terceros a adquirir la vacuna, despreció los instrument­os técnicos y administra­tivos del Estado en materia de vacunación y marginó a los sistemas de salud locales de la estrategia nacional. En una suerte de velada corrección, ha levantado demasiado tarde el veto a la concurrenc­ia del sector privado y público: por más que existen actores interesado­s en comprar el producto, su disponibil­idad no será inmediata, por la sencilla razón de que la producción futura está comprometi­da para un buen tramo de este año. La carrera por la vacuna empezó meses atrás, de modo que es ingenuo pensar que de la noche a la mañana se puede compensar el tiempo perdido en errores o vacilacion­es.

México tendrá pocas vacunas y muchos incentivos para pervertir su aplicación. Bajo este escenario, el gobierno tiene dos opciones: apostar por rentabiliz­ar política y electoralm­ente la vacuna, con el costo en vidas humanas, o bien, corregir con autocrític­a la estrategia y convocar a la sociedad a enfrentar con visión de Estado la pandemia. La primera podrá reportarle votos y una mayoría en el Congreso, pero un legado de muertes evitables, si y sólo si el Presidente y su partido logran evadirse de la responsabi­lidad de la gestión de la crisis, lo cual parece poco probable. La segunda implica la difícil disposició­n anímica de desandar de los pasos propios y de conceder razón a quienes han alertado de las fallas en la conducción de la repuesta estatal ante el virus. La primera es el reflejo automático del ambicioso. La segunda la reflexión serena del estadista.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico