Papa ofrece a Putin reunión para la paz en Moscú
Rusia inicia el asalto final a la acería Azovstal, último bastión ucraniano
El papa Francisco se dijo dispuesto a viajar a Moscú para reunirse con el presidente Vladimir Putin y tratar de ayudar a poner fin a la guerra en Ucrania, mientras las tropas rusas iniciaban el asalto final a la acería Azovstal, en Mariúpol. Francisco dijo que hizo la oferta unas tres semanas después del inicio de la invasión, a través del secretario de Estado, cardenal Pietro Parolin. “Sería necesario que el líder del Kremlin presente una ventana de oportunidad. Pero no hemos recibido respuesta y seguimos insistiendo, aunque temo que Putin no puede o no quiere tener esta reunión”, dijo Francisco, al diario Corriere della Sera.
En conversación con el presidente Emmnuel Macron, Putin afirmó que Rusia está dispuesta a dialogar con Ucrania. “A pesar de la incongruencia de Kiev y de su falta de preparación para un trabajo serio, la parte rusa todavía está lista para el diálogo”, aseguró Putin, según una declaración del Kremlin. Putin también le informó a Macron sobre el curso de la “operación militar especial” de Rusia y felicitó al mandatario por su victoria.
El Kremlin añadió que ambos mandatarios analizaron la seguridad alimentaria mundial y que Putin subrayó que las sanciones occidentales han exacerbado la situación.
La ofensiva rusa seguía con duros combates en el Dombás, en una jornada en la cual no fue posible continuar con la evacuación de civiles de Mariúpol, en medio de acusaciones de Kiev de que las tropas rusas reanudaron sus ataques contra la planta siderúrgica de Azovstal.
Un centenar de personas fue desalojado el fin de semana de la planta de Azovstal, el último reducto de resistencia ucraniana en el Dombás, que está casi totalmente bajo control ruso.
Por otra parte, al menos 10 personas murieron y 15 resultaron heridas en el bombardeo ruso de una fábrica en Avdiivka, en el este de Ucrania, informó en Telegram el gobernador de la región de Donetsk, Pavlo Kyrylenko, quien aclaró que el número de vícimas puede aumentar.
Cuando los puritanos fundaron la Universidad Harvard no costaba nada estudiar ahí. En 1840 la colegiatura anual era de 75 dólares y en 1930 ya iba en 400 dólares. Desde entonces no ha dejado de subir. Alcanzó los 10 mil dólares en 1986, los 20 mil en 1997, los 30 mil en 2007, los 40 mil en 2015 y los 50 mil en 2020. A eso hay que sumar el gasto de hospedaje, alimentación y libros (entre 20 y 25 mil dólares por periodo). De las universidades de prestigio ( Ivy League), Harvard es de las más económicas. La anualidad en Yale o Columbia puede ascender a 60 mil dólares. En realidad, son pocos los que cubren su colegiatura completa. Dos terceras partes de los estudiantes en esas instituciones reciben algún tipo de ayuda financiera. En promedio, acaban desembolsando entre 20 y 30 mil dólares por año.
Desde 1965 existe un programa federal para dar oportunidad de ir a la universidad a quienes no pueden enfrentar esos costos. Financieras privadas concedían préstamos a tasas bajas y en condiciones muy favorables. Si el acreditado servía en los Cuerpos de Paz podía diferir los abonos del principal por tres años, y si su familia tenía percepciones muy bajas, el gobierno absorbía parte de los intereses.
Con el tiempo, el mercado laboral se fue estrechando. Los egresados tienen dificultad para obtener emolumentos que les permitan estar al día con sus obligaciones. Toda una generación arrastra débitos que le impiden comprar una casa, iniciar un negocio o ahorrar para su retiro. En la medida en que la morosidad crecía, se fueron dando más facilidades de pago e incluso se cancelaban las cuentas de los que se alistaban en las Fuerzas Armadas. El incumplimiento se hizo tan grande que en 2010 el gobierno sustituyó a los privados y se le dieron amplios poderes al secretario de Educación para diferir o cancelar créditos.
A la fecha, 43 millones de americanos deben 1.6 billones de dólares. En promedio, cada uno tiene un pasivo de 37 mil dólares. Siete millones han caído en impago.
PROMESAS FALLIDAS
Presionado por el ala más radical de su partido, en la campaña electoral de hace dos años Joe Biden ofreció que se perdonarían hasta 50 mil dólares a quienes tienen problemas de liquidez. Posteriormente, redujo la cantidad a 10 mil dólares y limitó el apoyo a los que tengan entradas anuales menores a 150 mil dólares al año. Esa oferta fue percibida como un intento cínico de comprar el voto de los universitarios y de los profesionales. El gobierno no puede hacerse cargo de una deuda que no es suya. La ley permite anular algunas, bajo ciertas condiciones, pero de ningún modo faculta para hacer una quita general. Además, sólo el Congreso tiene