¿Habrá otro percance mortal en el Metro?
Los usuarios del Metro lo dicen, solo es cuestión de tiempo para que ocurra otro percance fatal, ya que la sobredemanda, más de 5 millones de pasajeros al día; la carencia de mantenimiento mayor, y la escasa adquisición de nuevos vagones, son los ingredientes de un coctel molotov que se nutre con la carencia de equipo, tanto para los operadores como para el centro de control de todo el STC, causado por los recortes presupuestales.
Desde luego, no deseamos que ello ocurra, al contrario, ojalá que Claudia Sheinbaum esté a la altura de las circunstancias, empero, con la carencia de resultados aceptables en su gestión, es poco probable que el Sistema de Transporte Colectivo no padezca otro siniestro.
En el primer aniversario del accidente de la Línea Dorada, en el cual perecieron 26 personas y hubo un centenar de heridos, el velo protector de la impunidad protege a los culpables y solo cuando ellos ya no estén en los cargos públicos que ostentan, se les castigará.
En los peritajes independientes sobre el accidente se apuntan con claridad las razones que dieron pie al colapso de la trabe de la estación Olivo, empero, no hay consecuencias penales para los responsables.
La instrucción presidencial ha sido muy clara, no habrá peces gordos en la cárcel y con los acuerdos indemnizatorios calmarán a las víctimas en sus justos reclamos de justicia y si acaso, solo caerán algunos exfuncionarios del Metro de bajo nivel.
Mientras tanto, seguiremos escuchando la cantaleta de que nadie fue culpable, ni los que la diseñaron y construyeron y menos los que tenían la obligación de darle el mantenimiento mayor a un tramo del Metro que desde 2014, funcionaba sin contratiempos.
Gracias al “buen corazón” de Carlos Slim, se está rehabilitando el tramo colapsado de la Línea Dorada y lo ponemos entrecomillado, porque si el magnate no está cobrando nada, es porque se ve favorecido en otras adjudicaciones directas del gobierno de la 4T.
Para que la línea siniestrada vuelva a estar en condiciones adecuadas de seguridad para volver a prestar servicio, requiere una cirugía mayor que incluye el trazado subterráneo y por supuesto el que va por la superficie, por eso, cuando hace un año el presidente López Obrador dio su palabra que 12 meses después iba estar en operación, pues no dudamos de que se trataba de otra falacia, de esas que al primer mandatario casi no se le dan. Seguramente, en esa carrera desenfrenada para llenarle el ojo a AMLO para que la elija como su sucesora, la jefa del Gobierno capitalino reinaugurará el tramo afectado, empero, insistimos en ello, se requiere darle el mantenimiento estructural a toda la Línea 12 y por supuesto a todo el Sistema de Transporte Colectivo. Está visto que Sheinbaum está distraída en otros menesteres, en lugar de atender las responsabilidades propias de su cargo, esas que tienen que ver con gobernar con eficiencia, eficacia y probidad a la capital del país. El mostrar algunos datos duros sobre su gestión pone en evidencia el fracaso y la improvisación. Estimado lector, abra su ventana o salga a la calle y padecerá los efectos de la contaminación que mantiene enfermos a buena parte de los habitantes de la zona metropolitana del Valle de México, o intente manejar su auto aunque sea nuevo, si le tocó la mala suerte del doble no circula. Lleva tres años en el cargo y si no fuera por las lluvias y los vientos, la polución asfixiaría a los chilangos.
En desarrollo económico y la generación de empleos formales, la CDMX está en los últimos tres lugares a nivel nacional. La infraestructura urbana, descuidada y peligrosamente maltrecha; la movilidad causa que en horas pico la metrópoli sea un gigantesco estacionamiento; el uso partidista de los recursos públicos ha paralizado o cancelado otros programas de política social; la inseguridad pública “pa’ llorar”; la escasez de agua potable se recrudece; y el Metro requiere más apoyo presupuestal y la total atención de la jefa de Gobierno, de no hacerlo, estamos viajando en una bomba de tiempo.