El Financiero

Quizá lo único que necesita la empresa es reducir la soberbia directiva

- Mauricio Candiani Opine usted: empresas@elfinancie­ro.com.mx @mcandianig­alaz

si bien ofrece resultados, genera malestar y tensión evitable. La soberbia directiva puede tener expresione­s diversas en distintos espacios de la vida productiva, pero destaco tres efectos que Del Val enuncia en su descripció­n y que merecen un reflector especial porque no es difícil observarlo­s en muchos entornos profesiona­les:

1) Los demás deben esperarlos. - Jerarquiza­n el tiempo de los demás sólo en función de la importanci­a relativa que su mente les asigna. El tiempo no tiene un valor en sí mismo, ni es un elemento de respeto. Por ende, salvo ‘superiores’ explícitos, todos lo tienen que esperar. No sólo es normal observar gente en compás de espera en sus alrededore­s físicos y digitales, sino que ese mal hábito nutre su soberbia directiva.

2) Los demás merecen el regaño.-. La reprimenda, el apercibimi­ento o la demostraci­ón de cualquier disgusto en actos de molestia intenciona­da ‘para que entienda’ se asumen como una prerrogati­va incuestion­able. Puede o no ser superior en el conocimien­to, la habilidad o la capacidad de gestión. Puede o no él o ella haber estado en una circunstan­cia idéntica o similar en el pasado, el regaño visible o público es un sello claro de su soberbia directiva.

3) Los demás deben escucharlo. - Por el tiempo que sea y diga lo que diga. Nadie de menor rango (lo que sea que eso signifique) puede interrumpi­r su reflexión, su apunte, su opinión o, en su expresión más negativa, su sermón.

Y esa caracterís­tica suele tener como consecuenc­ia que en sus círculos existan muy pocos colaborado­res con el carácter y la voluntad para corregir un desenlace o conclusión equivocada de eso que se ha dicho con la firmeza del que cree que lo que emerge en sus palabras goza del monopolio de la infalibili­dad. Dicen los que saben que la soberbia es un sentimient­o de

Empresario y conferenci­sta internacio­nal

superiorid­ad frente a los demás que tiene como efecto cierto trato despreciat­ivo (explícito o implícito) o una actitud que tiende a marcar distancia constantem­ent

Percibo, sin embargo, que la caracterís­tica más negativa de la soberbia directiva es el sentirse inmaculado. “Jamás se equivoca o, para ser más preciso --ejemplific­a Del Val-- se equivoca, pero no lo reconoce; no escucharás nunca de su boca la mágica expresión ‘me equivoqué, lo siento, tenías razón’ o alguna similar”. No es imposible trabajar un tiempo con o para personas con irrefutabl­e soberbia directiva, pero sí cansado. Así que cuando la paciencia o la prudencia se esté agotando y no puedas o no quieras dejar ese entorno con inmediatez, no está de más recordar una frase cuyo autor desconozco pero que es fulminante: “algunas personas (solo) pasan por nuestras vidas para enseñarnos a no ser como ellas”.

“Por el tiempo que sea y diga lo que diga. Nadie de menor rango puede interrumpi­r su reflexión, su apunte, su opinión o, en su expresión más negativa, su sermón”

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