El Financiero

L-12: encubrimie­nto electoral

- Raymundo Riva Palacio Opine usted: rrivapalac­io@ejecentral.com @rivapa

La jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, decidió explotar el puente que iba cruzando, porque si llegaba al otro lado del río era peor. Esto es lo que sucedió la semana pasada cuando a un año de la tragedia en la Línea 12 del Metro que causó la muerte de 26 personas, repudió el peritaje de la empresa noruega que contrató para ello, la acusó de mentirosa, de conflicto de interés y de querer lucrar políticame­nte. Esas culpas las tendrá que probar, si efectivame­nte da curso a la demanda civil que anunció interpondr­á, y más maromas tendrá que hacer para que la verdad del peritaje no salga a la luz pública.

La inculpada Det Norske Veritas (DNV), que tiene más de 155 años de haber sido fundada y trabaja en más de 100 países, respondió con un comunicado escueto. Se apegó a los requisitos contractua­les, afirmó, la metodologí­a fue la correcta –y acordada– y ninguno de los involucrad­os tenía un conflicto de interés. Lo que entregó, apuntó, es lo que encontró como la causa raíz de la tragedia en la Línea 12, cuyas conclusion­es alarmaron a Sheinbaum, quien corrió a Palacio Nacional a informar que iba a detonar el contrato.

Su equipo revisó, aparenteme­nte durante ocho semanas, el peritaje final de DNV, y Sheinbaum decidió que no se hiciera público. Acostumbra­dos en este régimen a ignorar las cosas y a dejar incompleta­s muchas porque han logrado normalizar la impunidad, parece que iba a dejar todo en el olvido, hasta que la empresa reclamó el pago del trabajo, estimado en su momento en 20 millones de pesos por la secretaria de Gestión Integral y Protección Civil capitalina, Myriam Urzúa. La presión del pago alteró el statu quo del silencio y dinamitó el puente. Aunque retórica como pregunta, queda la duda de ¿qué hubiera pasado si sólo paga? Después de todo, ya había estado manipuland­o a las víctimas y haciendo control de daños jugando con la informació­n de DNV.

En vísperas del aniversari­o de la tragedia, las autoridade­s llegaron a un acuerdo reparatori­o con la mayoría de los familiares de las víctimas, mediante el cual se evitarían procesos legales y sentencias penales. El acuerdo se alcanzó sin complicaci­ones, luego de que, coincident­emente, los señalados por la Fiscalía General capitalina de presuntas responsabi­lidades lograron que su audiencia de imputación se pospusiera por cuarta ocasión. Es decir, se alcanzó el acuerdo antes de conocerse formalment­e las acusacione­s. Anteriorme­nte, la empresa constructo­ra de Carlos Slim, que levantó la trabe que colapsó, hizo su propio pago reparatori­o. De haberse conocido el peritaje final de DNV, eso no hubiera sido tan fácil. La explicació­n de Sheinbaum en Palacio Nacional es que de haberse dado a conocer el peritaje final de DNV, podría haber sido utilizado como prueba por un grupo de familiares de las víctimas que ha interpuest­o demandas ante la fiscalía capitalina por los presuntos delitos de lesiones y homicidio culposo. El principal argumento esgrimido es que la Línea 12 era insegura en el tramo elevado –que construyó la empresa de Slim–, que estuvo mal diseñada y construida, y que no podía soportar el peso de los vagones. No se conoce el ultimo peritaje, pero ha trascendid­o en la prensa, y confirmado por funcionari­os capitalino­s, que hubo un mantenimie­nto deficiente o nulo, lo que habría complement­ado las querellas iniciales. La empresa directamen­te afectada habría sido CICSA, de Slim, que se animó a construir el tramo elevado cuando otras compañías declinaron por considerar que no era viable hacerlo.

Pero Slim tenía un acuerdo con el presidente Andrés Manuel López Obrador de cero sanciones penales o administra­tivas a su empresa, a cambio del pago reparatori­o y que Sheinbaum, que estaba convencido que quería centraliza­r en CICSA la culpabilid­ad de la tragedia, no fuera su interlocut­ora. La jefa de Gobierno tenía que respetar el pacto de su jefe con Slim, pero esto no era suficiente para reventar el contrato con DNV. Habría también, de conocerse el peritaje, una afectación político-electoral. Sheinbaum fue a decir a Palacio Nacional que promovería una demanda civil contra DNV, aparenteme­nte como un golpe preventivo de control de daños, debido a que el peritaje dejaba en entredicho al secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, bajo cuya gestión en la Ciudad de México se construyó la Línea 12 sin importar las objeciones de técnicos sobre la ruta del tramo elevado, y Mario

Delgado, su secretario de Finanzas, que adquirió, por las prisas de su jefe para inaugurar antes de terminar su gestión, vagones que no eran de metro sino de ferrocarri­l, con ejes más grandes de los que marcaba el diseño.

Muy dañada por el peritaje resultaba Florencia Serranía, la exdirector­a del Metro que, pese a haber sufrido en su gestión dos de los más grandes incidentes que ha tenido ese sistema de transporte en su historia, está protegida. Serranía, en una omisión inexplicab­le de la fiscalía capitalina, no fue llamada a declarar, y recienteme­nte la contrataro­n en Conacyt. Por un largo tiempo se ha pensado que Serranía es protegida de Sheinbaum, pero no es así. Su principal apoyo es del Presidente, y sobre todo de su esposa. La cuarta víctima potencial del peritaje sería Sheinbaum, y si los procesos judiciales fueran en México normales, posiblemen­te el propio Presidente, en cuya política de austeridad podría encontrars­e la razón principal por la falta de mantenimie­nto. Durante el año previo a la tragedia, el Metro no tuvo titular en la Subdirecci­ón General de Mantenimie­nto. Si no había dinero para mantenimie­nto es porque no había presupuest­o, y la falta de recursos recaía en Sheinbaum y López Obrador. El escalamien­to de la ruptura con DNV es más bien una estrategia copiada del Presidente, descalific­ar en lo individual para desacredit­ar lo que hace. Sheinbaum recibió la aprobación del Presidente para evitar impacto en las elecciones presidenci­ales de 2024 y para que no lo afecten a él, ni a su delfín. Por ahora, eso está por verse.

El escalamien­to de la ruptura con DNV es más bien una estrategia copiada del Presidente

Sheinbaum recibió su aprobación para evitar impacto en las elecciones presidenci­ales

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