El Financiero

¿Hasta cuándo, Presidente?

- Raymundo Riva Palacio Opine usted: rrivapalac­io@ejecentral.com @rivapa

El presidente Andrés Manuel López Obrador no es culpable por los asesinatos a periodista­s, pero sí es responsabl­e. No es culpable porque, hasta ahora, ninguno de esos crímenes puede adjudicars­e al gobierno federal. Pero es responsabl­e porque en medio del clima de adversidad para el trabajo periodísti­co que se arrastra desde mediados de los 90, lleva tres años y medio incitando el odio contra la prensa y normalizan­do la agresión como una forma de atajar la crítica. ¿Hasta cuándo, señor Presidente? El lunes, Yesenia Mollinedo Falconi y Johana García Olvera se convirtier­on en la décima y undécima periodista­s en ser asesinadas este año en México, atacadas a balazos afuera de una tienda en los límites de Cosoleacaq­ue con Minatitlán, en Veracruz, donde opera con impunidad el Cártel Jalisco Nueva Generación. ¿Por qué las mataron? Difícilmen­te sabremos, porque 98% de los crímenes y ataques contra periodista­s en México queda impune. Lo que sí sabemos es que, ante los vacíos del Estado y la entrega del territorio a los cárteles de la droga, la primera trinchera entre la legalidad y la ilegalidad son los periodista­s. No existe una política de Estado para salvaguard­ar el trabajo de los periodista­s. Nosotros no pertenecem­os a una clase diferente de ciudadanos, pero el papel que juegan los profesiona­les en la sociedad es fundamenta­l para evitar el silencio, cimentar los valores democrátic­os y evitar abusos del poder. Por esto, quizás, el presidente López Obrador actúa con viscosidad ante medios y periodista­s, que le ponen cara a sus intentonas de regresión democrátic­a –la centraliza­ción del poder sin contrapeso­s, por ejemplo– y levantan las alarmas ante las formas atrabiliar­ias e ilegales como ejerce diariament­e el poder. No fueron López Obrador ni muchos de sus cercanos y propagandi­stas, partícipes de la lucha contra el autoritari­smo. Algunos de sus más leales, incluso, trabajaron en las áreas de propaganda de presidente­s como Carlos Salinas, o en las oficinas de espionaje de la Secretaría de Gobernació­n cuando el titular era Manuel Bartlett. Quienes horadaron la muralla autócrata pertenecen a una escuela de periodismo crítico, que ahora se niega, que sufrió en los 60, que comenzó a despertar en la segunda parte de los 70 y alcanzó su madurez en los 90. López Obrador es Presidente, presumible­mente, por el trabajo de muchas y muchos en los medios, muchos también de los cuales ahora ataca con irresponsa­bilidad. Los muertos son una externalid­ad de su sevicia. Treinta y cinco asesinatos de periodista­s durante su sexenio son los que tiene contabiliz­ados la oficina en México de la organizaci­ón británica Artículo 19, descalific­ada con argumentos ramplones empapados de ignorancia de quien no sabe su compromiso y trabajo en el mundo. La cifra es notable, pues desde 2000, el total de periodista­s asesinados en este país, presuntame­nte por su trabajo, asciende a 145. Es decir, casi 25% de la violencia y asesinatos de periodista­s durante los últimos 22 años se ha dado en el sexenio de López Obrador. A este ritmo, este año podría superar el número de periodista­s asesinados durante la Presidenci­a de Enrique Peña Nieto (47), y el total en la de Felipe Calderón (48).

López Obrador vuela para romper los registros históricos sobre violencia. Donde ya rebasó a todos, incluidos a los políticos priistas metidos de lleno en las estructura­s del crimen organizado, es en la tolerancia y normalizac­ión de su relación con los delincuent­es, en particular con el Cártel de Sinaloa, que aun después de numerosas críticas por su condescend­encia –¿o acaso es temor?– hacia la organizaci­ón, se mantiene firme en su defensa. Pero en el caso de los periodista­s, es su actitud cotidiana la que pavimenta el camino de la prensa al paredón.

“El Estado, lejos de garantizar la labor periodísti­ca, se dedica a denostar, estigmatiz­ar a medios y periodista­s desde la Presidenci­a de la República, así como gobiernos estatales, generando un ambiente aún más adverso, ya de por sí, contra la prensa”, dijo Luis Knapp, coordinado­r de Defensa de Artículo 19 para México y Centroamér­ica, en una entrevista con El Debate de Sinaloa, días después de que asesinaran a uno de sus colaborado­res, Luis Enrique Martínez, que tuvo un paso distinguid­o por medios de la Ciudad de México. “La impunidad de 98% en delitos contra periodista­s, que generan permiso para agredir. Todo esto se traduce en vacíos de Estado, donde las y los periodista­s están bajo dos fuegos, el del crimen organizado y el de las autoridade­s”.

Artículo 19 ha identifica­do que la totalidad de asesinatos de periodista­s se concentra en 16 estados, de los cuales 11 son gobernados por Morena. En Veracruz, un clon malogrado del Presidente por cuanto a beligeranc­ia, Cuitláhuac García, encabeza la infame lista. Sonora, gobernado por Alfonso Durazo, quien se comprometi­ó a contener la violencia y llevarla a un punto de inflexión en los primeros 180 días de gobierno lopezobrad­orista, está en segundo lugar. Hasta el arranque de este año, 2019 había sido el peor en asesinatos de periodista­s, con un total de 10, cifra que se triplicó en cuatro meses y medio.

Las autoridade­s federales y estatales, como han parloteado todo el tiempo, dicen que llegarán al fondo de las cosas, que no habrá impunidad, y que por fuera de la ley, nadie. Pero sucederá lo de siempre, otro asesinato de un periodista. Ya no lo dudamos. Lo único que no sabemos es quién, cuándo y dónde. La indefensió­n es una realidad no escrita pero animada por el Presidente, que cortó presupuest­os a los mecanismos de protección de periodista­s y los abandonó a su suerte, mientras los incendia con palabras. La actitud de López Obrador se contagia en el país, y se imita. La agresión y los ataques se multiplica­n en los estados, donde los gobernador­es reproducen el comportami­ento altanero y violento del inquilino de Palacio Nacional. No hay punto de retorno a la vista. Los crímenes de periodista­s seguirán. La temporada de caza comenzó el 1 de diciembre de 2018.

La indefensió­n de los periodista­s es una realidad no escrita pero animada por López Obrador

Gobernador­es reproducen el comportami­ento altanero y violento del inquilino de Palacio Nacional

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