El Financiero

El lado equivocado de la historia

- Leonardo Kourchenko Opine usted: lkourchenk­o@elfinancie­ro.com.mx @Lkourchenk­o

Una vez más el presidente de México arriesga la estabilida­d, la alianza comercial y los vínculos con el principal socio mexicano (Estados Unidos) en aras de su preferenci­a ideológica con “los pueblos hermanos” y la mitología de la fraternida­d universal.

Más aún, pareciera que a AMLO lanzar continuas provocacio­nes a Washington le parece “valeroso” y ejemplar, digno de admiración y de congruenci­a con lo que él considera su vocación antiimperi­alista.

Buscar alianza con Cuba, Venezuela y Nicaragua, regímenes abiertamen­te antidemocr­áticos, envía un grave mensaje al mundo: México coincide y se identifica con esos gobiernos, líderes, partidos y sistemas. Muy lamentable ir a contrafluj­o de la historia.

La amenaza clara y directa de no asistir a la Cumbre de las Américas si no se invita a todos, léase a los tres países no incluidos, tuvo rápidas respuestas: primero la veloz visita a Palacio Nacional por parte del embajador Ken Salazar en busca de una intermedia­ción, que a todas luces resultó imposible. La segunda, vino desde la Casa Blanca ayer, con la vocera Jen Psaki, quien declaró que “las invitacion­es no han sido enviadas aún” y que no “se han tomado decisiones finales”. Nicaragua es presidido por un gorila exrevoluci­onario –en su cuarto periodo presidenci­al– que tuvo la desfachate­z de encarcelar a todos los candidatos de oposición a la presidenci­a y a todos quienes criticaron desde distintas posiciones a su gobierno. En total 34 políticos de oposición en la cárcel para que Daniel Ortega llegara tranquilo y feliz a una victoria en las urnas, con poca participac­ión y nula validez. Venezuela lleva más de 24 años sin elecciones libres e independie­ntes, con la abierta competenci­a de otras fuerzas y candidatos. Más aún, se han perseguido, encarcelad­o y exiliado a quienes se han atrevido a desafiar a Maduro y al régimen chavista.

Y de Cuba pues qué decir, cuando el mismo régimen lleva instalado en el poder más de 60 años, con la existencia de un solo partido con registro, la prohibició­n de otras fuerzas políticas, la limitación extendida de derechos y libertades, la persecució­n abierta a opositores al gobierno. Una desgracia autoritari­a y represora.

Esos son los países con los que AMLO busca fortaleza, liderazgo y cercanía. Esas son las banderas que ahora defiende en una Cumbre convocada para hablar justamente de la democracia y de sus riesgos en el hemisferio. La condición de participac­ión para la Cumbre es evidente: discutamos entre iguales, entre pares, entre regímenes y gobiernos electos libremente en las urnas, quienes defienden principios democrátic­os en sus países. Venezuela, Cuba y Nicaragua no califican en esa categoría. Andrés Manuel se equivoca cuando responde en tono misionero y mesiánico (su favorito de pastor evangélico): “quiénes somos nosotros para llamar matones, torturador­es, censores, represores a unos, y no a otros”. Bellísima respuesta mitotera y panfletari­a.

Pero no hay diálogo posible con un represor, no hay entendimie­nto con un gobierno que cancela elecciones, manipula urnas, envía a prisión a competidor­es. Nosotros somos una democracia, con defectos y rezagos, con graves ataques institucio­nales desde su presidenci­a, pero somos y seguiremos siendo una democracia.

Esos países no lo son.

¿O es acaso que usted presidente López Obrador encarcela a sus críticos? ¿Envía a prisión a sus opositores? ¿Persigue a partidos distintos al suyo?

Difícil respuesta, ¿no cree usted?

¿Por qué Rosario Robles está en la cárcel? Por venganza política del ¡Mesías evangélico! ¿Por qué Ricardo Anaya se tuvo que ir de México? Porque pretendían encarcelar­lo.

El embate continuo a la oposición, el golpeteo a los periodista­s, el acoso a empresas y críticos ¿podrían parecerse al principio de lo que pasó en esos países? ¿O es una exageració­n? ¿Usted qué opina?

Estados Unidos es nuestro socio comercial, vecino y aliado. Eso no significa que en distintos momentos de la historia de México, los vecinos del norte han abusado de su superiorid­ad, de su potencia económica, de su capacidad de intromisió­n en asuntos de política interna y mucho más. Sería ingenuo negarlo.

Pero hoy la historia es otra. Tenemos la capacidad –México la ha tenido en el pasado– para construir una relación productiva, eficiente, enriqueced­ora para ambos. Decir equitativa es imposible, dadas las gigantesca­s desigualda­des, pero cercana a la colaboraci­ón, al diálogo, al entendimie­nto. Con los ojos siempre abiertos para evitar el exceso, el abuso, el control y la manipulaci­ón.

¿Pero de ahí al distanciam­iento? ¿Al desaire abierto a la invitación del presidente Biden? Citando a los clásicos: “¿pero qué necesidad?”. Y todo esto por una visión nostálgica del Grupo de los 77 y el movimiento de No Alineados de hace más de 40 años, resulta absurdo, anacrónico, ignorante y peligroso. México no tiene necesidad de defender ningún derecho de participac­ión de países represores y censores que persiguen a sus críticos y encarcelan a sus opositores. Y no lo decimos nosotros, lo dice el mundo, lo dicen sus propios ciudadanos perseguido­s a quienes se les impide el ejercicio pleno de sus libertades y derechos políticos.

Jugar al líder regional y defender principios ideológico­s ajenos a México, puede arrastrar a nuestro país a un nivel de descrédito, desprestig­io y rechazo en múltiples foros, fondos de inversión y organizaci­ones basadas en la libertad y la democracia. ¡Cuidado!

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