El Financiero

¿Qué no se da cuenta, señor presidente?

- Enrique Cárdenas Opine usted: enrique.cardenas@iberopuebl­a.mx @Ecardenasp­uebla

El presidente López Obrador es experto en generar problemas donde no los hay, con un alto costo para el país. La cancelació­n del NAIM es el mejor ejemplo, pero hay docenas de casos más: la implementa­ción de la ley eléctrica que elevará costos de la electricid­ad que conlleva más contaminac­ión y más despilfarr­o de recursos públicos, la eliminació­n del Seguro Popular sin tener una sustitució­n adecuada, la eliminació­n de las estancias infantiles y las escuelas de tiempo completo, la eliminació­n de los fideicomis­os sin un uso adecuado de esos dineros, y un largo etcétera.

La última de la lista es la decisión presidenci­al de no acudir a la Cumbre de las Américas personalme­nte si Nicaragua, Cuba y Venezuela no son invitados por los Estados Unidos a Los Ángeles el próximo mes de junio. Independie­ntemente de lo que ocurra al final, si Estados Unidos no invita a esos países debido a su carácter de ser regímenes fuertement­e autoritari­os y el presidente de México no asiste, es evidente que las relaciones entre ambos países tendrán todavía un factor más de tensión. Ya son muchas razones (migración, crimen organizado, tráfico de armas, política energética, etcétera) y ahora habrá una más para tener un enfriamien­to adicional.

Esto ocurre al mismo tiempo que México ha ingresado a la lista de países “híbridos” con tendencia al autoritari­smo de acuerdo a la revista The Economist, dejando ya el grupo de países democrátic­os, aunque con fallas. México se ha acercado a los países que ahora defiende y se ha enfilado a la lista de naciones donde los pilares de la democracia están siendo afectados. La decisión del presidente López Obrador, además de ponerse del lado de los regímenes más autoritari­os del continente argumentan­do que todo mundo debe ser invitado a la fiesta (independie­nte de las persecucio­nes y las violacione­s de los derechos humanos que ocurran), deja de tomar en cuenta que en los Estados Unidos viven alrededor de 30 millones de mexicanos. Que es una población equivalent­e a la que tienen los estados de Sonora, Baja California, Baja California Sur, Chihuahua, Nuevo León, Coahuila, Durango, Sinaloa, Colima, San Luis Potosí y Zacatecas. Es una población, además, que tiene que lidiar con autoridade­s en aquel país y que el enfriamien­to de las relaciones diplomátic­as, aun sin que el gobierno de los Estados Unidos tome represalia­s concretas,

Universida­d Iberoameri­cana de Puebla y Universida­d de Guadalajar­a tenderá a afectar.

Al presidente se le olvida también que México recibe más de 50 mil millones de dólares en remesas de los mexicanos que viven allá, y que somos el segundo socio comercial de ese país: México comercia con Estados Unidos 660 mil millones de dólares anuales (¡cerca de dos mil millones de dólares diarios!), de una infinidad de productos y servicios de los cuales viven millones de mexicanos.

La decisión es una gota más en el vaso que se está llenando y que está próximo a derramarse. Este vaso ha acumulado desencuent­ros y pérdida de confianza por una variedad de decisiones, como por ejemplo la liberación de Ovidio Guzmán en el Culiacanaz­o y la salida de México del grupo de investigac­ión sobre tráfico de narcóticos que tenía con la DEA desde hace decenios, la aplicación de medidas regulatori­as en el sector energético que violan flagrantem­ente el T-MEC, la política hostil hacia inversione­s norteameri­canas en diversos campos que han llevado incluso a la cancelació­n de inversione­s millonaria­s, entre muchas más.

No sabemos cuándo se va a derramar el vaso de la relación, en la que el presidente Biden ha estado aguantando incluso afrentas personales, como la falta de reconocimi­ento inmediato a su triunfo electoral. Quizás nunca ocurra. Pero resulta improbable que en una situación complicada que pudiera afrontar México, los Estados Unidos estén dispuestos a apoyarnos decididame­nte, como ocurrió en la crisis de 1995 cuando el Tesoro de los Estados Unidos y el Fondo Monetario Internacio­nal reunieron un paquete de rescate de 50 mil millones de dólares para apoyar a México. También parece improbable que las autoridade­s comerciale­s del vecino del norte se tienten el corazón para exigir hasta el último detalle el cumplimien­to cabal del T-MEC.

Andrés Manuel López Obrador está jalando la cuerda y parece olvidarse de que Estados Unidos tiene muchos instrument­os para hacerle la vida difícil al presidente y a México. ¿Qué no se da cuenta, señor presidente?

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