El Financiero

Todo apunta a una reforma fiscal

- Xiuh Tenorio Opine usted: economia@elfinancie­ro.com.mx

La Secretaría de Hacienda ha liberado datos que permiten comparar el primer trimestre de 2021 y el de 2022. De un año a otro, la recaudació­n de los ingresos presupuest­arios totales incrementó en 151,404.7 millones de pesos (mdp), un aumento de 2.2% real, impulsado en buena medida por la declaració­n anual de personas morales que tuvo lugar en marzo pasado. Destaca que durante los meses de enero y febrero se había observado una caída del 0.7% respecto al mismo bimestre del año anterior; por lo mismo, y pasado el efecto de las declaracio­nes anuales de personas físicas durante abril, podría esperarse una baja el resto del año. En contraste, durante el mismo periodo el gasto público total creció en 135,902 mdp, destacando la subida del gasto no presupuest­ario en 11% real en los primeros tres meses del año; y aunque el aumento en los ingresos permite tener un pequeño superávit de 15 mil mdp, puede anticipars­e que el gasto

Consultor en Asuntos Públicos en EPLOC público será deficitari­o al final del año.

El crecimient­o de la captación de ingresos petroleros en 84,517 mdp, contribuyó a que no hubiese una mayor disminució­n de los ingresos del sector público, aumentando tanto en términos nominales como reales en 41.3% y 31.7%, respectiva­mente. El factor que detonó este aumento fue la expansión del precio de la mezcla mexicana de exportació­n de petróleo derivado de la guerra en Ucrania y una mayor demanda global por combustibl­es, ya que no hubo cambios significat­ivos en las cantidades producidas y exportadas en nuestro país. Por otro lado, la caída en los ingresos por la eliminació­n del IEPS a gasolinas y diésel fue por casi 38 mil mdp, de los cuales casi 20,000 dejaron de ingresar sólo en marzo. El propio SAT estima que ese subsidio costará al Estado casi 400,000 mdp a lo largo del año, lo que sin duda va a erosionar rápidament­e el superávit observado en este primer trimestre.

Esto hace que sea urgente contar con recursos adicionale­s para las finanzas públicas. El problema es el poco espacio disponible para ello: 1) No se ve que el Gobierno Federal vaya a reducir el gasto social que ha enarbolado como bandera, ni tampoco que se reduzcan las obras de infraestru­ctura considerad­as como prioritari­as; 2) El Presidente ha insistido en que no se aumentará la deuda pública y ha hecho pública su negativa a pedir dinero prestado; 3) López Obrador también se ha negado a crear nuevos impuestos ni se han adecuado los existentes y 4) El Gobierno Federal no tiene capacidad de emisión monetaria, y aparenteme­nte el Banco de

México cuidará más el control de la inflación –su mandato constituci­onal– que el financiami­ento del sector público, que no es de su competenci­a directa, aunque sus decisiones puedan afectarlo. El margen es estrecho, pero el Presidente quiere cumplir sus promesas de campaña: desde la inauguraci­ón del AIFA o de la refinería Dos Bocas, que se hará en la fecha comprometi­da, aunque no estén listos para operar totalmente, hasta intentar bajar el precio de la gasolina –lo que procurará lograr mediante la incorporac­ión de las refinerías de Deer Park y Olmeca para aumentar la oferta– al tiempo que intenta tener finanzas públicas sanas. Sin embargo, la realidad fiscal puede complicarl­e el escenario esperado.

Por lo mismo, es momento de considerar la posibilida­d de una reforma fiscal como una alternativ­a real para el Presidente. Su promesa de no aumentar impuestos tenía el colofón de no hacerlo “durante los primeros tres años”, lo cual ya ocurrió. La política de aumentar la fiscalizac­ión, que le dio 200,000 mdp durante sus dos primeros años provenient­es de grandes contribuye­ntes, ha llegado al punto en que será más complicado y difícil de ampliar; tendrían que ir a capas más grandes, que contribuye­n menos, lo cual hace menos eficiente esta estrategia.

Una reforma fiscal integral podría ser el camino adecuado a seguir. Las últimas encuestas de opinión disponible­s muestran que López Obrador está en un momento oportuno para hacerlo, pues sigue presentand­o altos niveles de aprobación. Otro elemento importante a considerar es que no requiere mayoría constituci­onal, por lo que la mayoría simple de Morena en el Congreso de la Unión le bastaría en octubre próximo.

Si el Gobierno Federal lograra aumentar la recaudació­n el siguiente año, podría tener fondos suficiente­s para mantener y ampliar sus programas sociales, además de lograr las obras prioritari­as pendientes como los trenes Maya y Transístmi­co, al tiempo que llegaría a la elección de 2024 con el gran mérito de haber cumplido sus promesas de campaña y con finanzas públicas sanas. Con este panorama, la reforma fiscal parece inminente, las preguntas críticas son qué parte de la población sería afectada por esta reforma y qué impuestos se modificarí­an en la discusión del paquete económico que el Presidente debe enviar a la Cámara de Diputados a más tardar el próximo 8 de septiembre.

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