El Financiero

No hay mucho que buscar para encontrar a los responsabl­es

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REDISEÑO DEL ESPACIO AÉREO

Desde que se planteó y después implementó el rediseño del espacio aéreo, tanto para la zona metropolit­ana de la Ciudad de México como para el resto del país, una y otra vez se dijo que se había antepuesto la política a las decisiones técnicas y de expertos. Y aunque el rediseño debía realizarse, se partió de una premisa equivocada y a la que todo debía de sujetarse y someterse: la operación del aeropuerto Felipe Ángeles, mejor conocido como el aeropuerto del mamut.

Después de lo sucedido en los últimos días, viene a la memoria la recomendac­ión de un mexicano ilustre, Bernardo Lisker, de la firma especializ­ada en diseño de aeropuerto­s Mitre, quien siempre insistió en que un aeropuerto se construye del cielo a la tierra. ¿Y qué me dice de la complejida­d innecesari­a de operar simultánea­mente el AICM y el aeropuerto de Santa Lucía? Años después se le sigue acusando de haber servido a los intereses de los constructo­res corruptos que buscaban justificar la construcci­ón del aeropuerto de Texcoco.

Lo cierto es que, a lo largo de un año, las fallas y falta de capacitaci­ón adecuada de controlado­res aéreos han sido la constante. Todos los que hemos volado lo hemos vivido. Y no sólo los pasajeros, pues los anhelados beneficios por el ahorro de combustibl­e para las aerolíneas tampoco han llegado. Y ni hablemos de los menores tiempos de vuelo o la seguridad de las operacione­s, que ahora sólo está en manos de las tripulacio­nes.

BOICOT AL AICM

Mientras este desastre crecía, intenciona­lmente se dejó que el aeropuerto Benito Juárez (AICM) se siguiera deterioran­do y ¡hundiendo!, a pesar de que el sistema metropolit­ano de aeropuerto­s que sustituyó al NAIM como hub aéreo, continuarí­a en operacione­s. Sí, así como lo está leyendo. Mientras que el entonces secretario de Comunicaci­ones y Transporte­s, Javier Jiménez Espriú, dijo que al AICM le quedaban muchos años de funcionami­ento, en los hechos no se le hicieron mejoras sustancial­es para elevar la calidad y el servicio.

Y cuando todos pensábamos que al AICM no le podía ir peor, y habiendo sufrido los estragos de casi dos años de pandemia, el actual secretario, Jorge Arganis, envió como premio de consolació­n, nada más ni nada menos, que a Carlos Morán Moguel, quien fuera subsecreta­rio de Transporte con Jiménez Espriú y su comparsa para imponer la cancelació­n del NAIM.

Morán Moguel, exfunciona­rio de Mexicana de Aviación en su época dorada, sigue viendo a la aviación como hace 30 años. Ése es su sello a donde quiera que va. Poco entiende de la apertura de la industria y menos aun de como ésta ha evoluciona­do para dejar de ser un servicio gubernamen­tal a uno en el que la competenci­a entre aerolíneas y aeropuerto­s tiene por objetivo prestar un mejor servicio a los usuarios.

Así que, con todo desenfado y cinismo, se ha encargado de hacerle la vida imposible a pasajeros, aerolíneas, negocios y prestadore­s de servicios, con una sola consigna: ahuyentar a todos del AICM y que se vayan al AIFA. ¿La pregunta que a nadie deja dormir es si lo logrará?

Calladito se ve más bonito. Dicen que así piensa y actúa el capitán Carlos Rodríguez Munguía, quien también presume recibir órdenes nada más de las Fuerzas Armadas y no de la SICT. le olvida que tiene un mandato de ley

LA EXIGENCIA

CSe omo lo han dicho muchos analistas en aviación comercial, como Carlos Torres, no hay mucho que buscar para encontrar a los responsabl­es. Tienen nombre y apellido, empezando por los controlado­res aéreos que estaban de turno y siguiendo toda la cadena de mando, pues con la seguridad aérea no se juega.

POR NO DEJAR

Cpara realizar, desde la Agencia Federal de Aviación Civil, una investigac­ión a fondo de lo sucedido en el AICM el sábado pasado.

Deseamos y esperamos que el director de Análisis de Accidentes e Incidentes de Aviación, el polémico Constantin­o Tercero, deje de encubrir a funcionari­os y cuates que tiene en Seneam.

Lo que preocupa es que, en éste como en otros temas, el Presidente es quien tiene la última palabra y no los técnicos y expertos. El sello de la casa es desacredit­ar en público a sus funcionari­os, como ocurrió con la propuesta de Jimmy Pons para reducir por decreto y “de un jalón” hasta 25% las operacione­s del AICM. Algo que, dijo AMLO, jamás le fue consultado. ¿Será? ¿Le creemos? ¡Ok, no! ómo dejar de lado el tuit de Diego Fernández de Cevallos: “Increíble irresponsa­bilidad criminal: el uso del espacio aéreo del Valle de México se decidió desde la Secretaría de Gobernació­n, apretándol­es el pescuezo. ¡Claro, le achacarán las tragedias al maldito neoliberal­ismo! ¡Pobre México con estos bribones!”.

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