El Financiero

HA QUEDADO

- Rafael Cué Opine usted: rcue@equis.com.mx @rafaelcue

El domingo pasado el matador hidrocálid­o Leo Valadez cerró la participac­ión de los toreros mexicanos en San Isidro. Con inmenso orgullo y satisfacci­ón Arturo Gilio, Isaac Fonseca, Joselito Adame y Leo Valadez han dejado claro el nivel del toreo en México, las ganas y capacidad de recuperar un sitio en España que por x o y se nos fue de las manos. Con sangre los cuatro toreros firmaron actuacione­s de Puerta Grande, heroicos, dando al toreo universal una muestra de lo que es ser torero y la disposició­n de poner la vida a cambio de la gloria. Este San Isidro ha sido una reivindica­ción de los hombres que visten de seda y oro. Las gestas han sido brutales, pero enfoquémon­os en los nuestros que han pasado con honores esta feria. Sabemos la enorme complejida­d para triunfar en Las Ventas, ya no es queja, dejémonos de victimizar, las cosas son así, los 7 tontos del 7 ahí estarán y cada vez reclutan más “sabios de bar”, los presidente­s o jueces de plaza son insufrible­s, su actitud de estar ahí parecería que es a fuerza y sin salario, evidencia que probableme­nte de niños los llevaron a los toros al 7 y desde ahí los perdimos.

Para mí, como aficionado, la actuación de los cuatro paisanos no es un tema patriotero, que en el toreo lo detesto, lo asimilo como un testimonio de lo que llevo escribiend­o y hablando en los espacios bajo mi firma, que México pasa por un gran momento taurino con respecto a sus toreros, con y sin alternativ­a. Debemos ya de dejar de necesitar que los nuestros se tengan que avalar en San Isidro; Valadez, Gilio, Fonseca o Adame son los mismos que hemos visto en nuestras plazas. Quitémonos ya ese jodido malinchism­o para necesitar que triunfen allá para valorarlos y apreciarlo­s aquí. Ahora más que nunca es importante que las puertas se abran en Europa, pero no para buscar un aval, sino para con orgullo mostrar su nivel y nuestra representa­ción. Madrid es la plaza más importante del mundo. Lo es porque en otros tiempos, un triunfo en el inmenso ruedo venteño, significab­a un cortijo y un Mercedes. Eso es lo que realmente hace a Las Ventas de Madrid la plaza que es, no lo que muchos creen ahora, lo absurdo de tener que convencer a un sector minoritari­o que ha dilapidado la grandeza de una plaza que asimila y siente el toreo como Dios manda y que por educación y respeto dejaron crecer a esta amotinada minoría. La oreja que cortó Valadez el domingo debe valerle para torear esta temporada europea y regresar en otoño a Las Ventas, lo mismo a Isaac quizá ya con alternativ­a o ¿por qué no? recibirla ahí mismo con máxima categoría, la sangre

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