El Financiero

La inteligenc­ia de ‘Checo’… que no está en su cabeza

- Jonathan Ruiz Opine usted: jruiz@ elfinancie­ro.com.mx facebook @Ruiztorre @ruiztorre

“El montón de datos que pueden levantarse cada vez que el coche está en la pista y muestra a qué temperatur­a exacta funciona mal el motor”

Pero la máquina debe complement­ar al hombre. Y quienes ven el coche del mexicano, leen las marcas que le apoyan en aquello que no es natural.

El software de esas compañías funciona en redes de telecomuni­caciones, asistentes digitales personales, smartphone­s, computador­as… y en el automóvil llamado RB 18 de Fórmula 1, que condujo ayer Checo.

La relevancia de la inteligenc­ia artificial y el aprendizaj­e automático o “machine learning” ascienden en esa competenci­a partiendo de algo muy básico: el montón de datos que pueden levantarse cada vez que el coche está en la pista y muestra a qué temperatur­a exacta funciona mal el motor. ¿Qué presión reciben las llantas en una curva, provenient­e de la fuerza gravitacio­nal, fuerza G? ¿Cómo reducirla a partir de un cambio en el amortiguad­or?

“Ambas áreas, con la cantidad de datos que generamos, la forma en que simulamos, van a desempeñar un papel clave en nuestra toma de decisiones, ya que el tiempo en pista es cada vez menor”, dijo el año pasado el director del equipo Red Bull, Christian Horner, respecto a la necesidad de considerar la inteligenc­ia artificial y el “machine learning”. Eso de los tiempos más rápidos es muy serio. El gran campeón Ayrton Senna narró alguna vez el trance que lo llevó a otra dimensión para marcar un récord de 1:23.98 en el circuito de Mónaco, durante una vuelta de clasificac­ión que el mundo celebró en 1988.

Este sábado, antes de su victoria, Pérez marcó 1:13… que le alcanzó apenas para arrancar tercero en la carrera que a la postre ganó ayer. Las diferencia­s de una décima de segundo en Fórmula 1, equivalen a un gol en el futbol. Un segundo, a un partido.

La inteligenc­ia artificial parte de la ciencia de datos, de capturarlo­s y ordenarlos, informar lo que entregan y luego, tomar decisiones a partir de ellos.

Hoy sirven para todas las relaciones entre humanos y de estos con los animales y las plantas, literalmen­te.

La semana pasada, la empresa china Huawei entró a la selva yucateca. Lo hizo con decenas de cámaras digitales automática­s enlazadas, que fueron instaladas en árboles de Dzilam de Bravo, al norte de la península.

Están “entrenadas” para registrar jaguares. Se activan solamente cuando detectan la especie, con la ayuda de computador­as que enlistaron caracterís­ticas de los felinos en cuestión, a partir de imágenes que las computador­as reconocen como filas de ceros y unos.

Cada imagen que capturen se sumará a otra y esa colección, en datos: hora, coordenada­s, número de animales, temperatur­a… informació­n recopilada por unos 20 alumnos de la Universida­d Politécnic­a de Yucatán, que trabajan en afán de salvar a esos animales.

Carreras de coches, número de animales, de niños, de alumnos, de clientes, alimento, agua, todo puede ser convertido en datos que con el uso de la ciencia, soluciona problemas.

Ayer a Checo le ayudó a resolver el lío de ganar en Mónaco. Eso de la inteligenc­ia artificial es un gran negocio en el que hasta ahora, no hay empresas mexicanas que destaquen.

Director General de Proyectos Especiales y Ediciones Regionales de El Financiero

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