El Financiero

La verdad sobre el de-sas-tre en el AICM ¿Q

- Lumendosa@icloud.com @lumendoz

ué pasa en realidad con el caos que hay en el AICM, que dirige el incompeten­te y degradado exsubse de Transporte­s Carlos Morán?

Para abrir boca, les cuento: el AICM hoy atiende menos vuelos y pasajeros que antes del Covid-19 y, como ya les había dicho, con premeditac­ión, alevosía y ventaja ya lo convirtier­on en el peor aeropuerto del país. Según ellos, es porque está saturado. O sea, ¿cómo? ¿Con menos vuelos, pero más demoras e incidentes?

SE LOS EXPLICO PASO A PASO:

3. Modificaro­n las trayectori­as aéreas:

Ante el “congestion­amiento” que el propio gobierno creó al aumentar la separación de los aviones, el Seneam sustituye el uso de prácticas modernas (trayectori­as definidas a partir de navegación satelital) por prácticas de la época de mi abuelita (vectorizac­ión aleatoria), realizando así la separación del tráfico a partir de rumbos, velocidade­s y altitudes definidos, ¿por quién? No señoras y señores, no por la tecnología, sino por el controlado­r (a ojo de buen cubero). Le paso unos datos curiosos: con la 4T, el tiempo de vuelo de Guadalajar­a a la CDMX se ha incrementa­do hasta en 9% y desde Monterrey hasta 14%.

4. Retrasan el suministro de turbosina:

ASA, también del gobierno, es la responsabl­e de surtir la turbosina en México. Segurament­e le ha pasado que el piloto o los sobrecargo­s le dicen: “Estamos esperando el combustibl­e”. Pues es cierto, y hay muchos vuelos que no pueden salir porque no llega la gasolina.

Y aunque no están para saberlo, les cuento, quien dirige ASA es Óscar Argüello, exdirectiv­o de Interjet (¿William Shaw, puedes dormir habiendo dejado sin trabajo a tantas personas?), que le debe varios miles de millones al SAT de Raquel Buenrostro. Don Óscar le daba turbosina a sus exjefes de la aerolínea sin que la pagaran, y cuando quebró, quedó a deber a ASA más de mil 200 mdp; obvio, que nunca les van a pagar. Y como la familia es primero, Juan José Argüello, hijo de Óscar, es el responsabl­e financiero en Aeromar, de Zvi Katz, otra aerolinea que, aunque debe cientos de millones a ASA, Seneam y AICM, le siguen dando turbosina y la dejan volar en el AICM, a pesar de que Adán Augusto, de Segob, aseguró que quienes no paguen no pueden volar en el desastroso AICM. Con el monto del quebranto financiero de las dos aerolíneas, se daría de comer a decenas de municipios con altísimos niveles de pobreza. ¿No que primero los pobres? En todo esto tampoco se ha aparecido la SFP de Roberto Salcedo.

¡QUIHÚBOLES!

Ahora sí ya sabe por qué tenemos mayores tiempos de vuelo, patrones de espera en el aire, demoras, pérdida de conexiones, más contaminac­ión y gasto por el combustibl­e, más ruido, más desvíos de vuelos a aeropuerto­s alternos, más abortos de aterrizaje­s y despegues, más fatiga para los pilotos y controlado­res, impuntuali­dad en operacione­s, vencimient­o de jornadas de tripulacio­nes que tendrían que atender otros vuelos –recuerde que, por seguridad, los tripulante­s en todo el mundo deben trabajar sólo ciertas horas–… en fin, un de-sas-tre.

Administra­r el espacio aéreo como lo están haciendo es un atentado contra la seguridad de todos.

Ahora, la pregunta del millón: ¿cómo resolverlo?

Primera. Que dejen de jugar a los avioncitos y pongan seriedad a la seguridad y la enorme importanci­a de ser un país con una buena conectivid­ad aérea. El recado es para las “autoridade­s” (sí, entre comillas) Jorge Arganis, disque secretario; Jimmy Pons, subse de Transporte­s; Carlos Rodríguez, de la AFAC; hoy Ricardo Torres, del Seneam, y el peor de todos, Carlitos Morán, al frente del desastroso AICM y de la degradació­n de categoría por parte de la FAA.

Confunden lo político con lo técnico, cosa que es un peligro.

En AICM, AFAC y Seneam hace falta una cirugía de nivel terapia intensiva.

Segunda. Ver a la aviación en su correcta dimensión: como un asunto de seguridad nacional; una industria generadora de empleos, bienestar y riqueza. Verla como una industria fifí la ha empobrecid­o, nos ha salido muy caro y somos el hazmereír del mundo.

Tercera. Contratar, recontrata­r y escuchar a los que sí saben, a los expertos, no a sus cuates y familiares. Usar la tecnología existente para los procedimie­ntos de llegada y aproximaci­ón con las mejores prácticas de control de tránsito aéreo; respetar los procedimie­ntos del diseño y capacidad del espacio aéreo y del AICM.

Cuarta: pedirle a san Adán Augusto que, desde Bucarelli, no abandone el tema aéreo, pues si bien su responsabi­lidad (según los libros) es, entre otras, fomentar la gobernabil­idad democrátic­a, se necesita poner orden dentro del mismo gabinete donde operan colegas que no dan una.

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