El Financiero

Domingo electoral: parteaguas

- Leonardo Kourchenko Opine usted: lkourchenk­o@elfinancie­ro.com.mx @Lkourchenk­o

No vayan a decir después que no tuvieron oportunida­des, que los partidos de oposición sufrieron mucho desgaste con las “batallas legislativ­as” (reforma eléctrica, rechazada / reforma electoral, rechazada). No vayan a argumentar que el embate continuo del gobierno (auténtico) y de Morena impidieron hacer mejores campañas.

El domingo será un momento capital para medir la fuerza de Morena sin AMLO en la boleta, aunque presente –como a él le gusta– a manera de espíritu gobernante.

Será esencial porque permitirá medir, sin esquivos ni sombras distractor­as, la auténtica potencia de la oposición como alianza, su capacidad movilizado­ra, su operación en campo después de las aplastante­s victorias morenistas recientes.

Y a juzgar por los números, no pinta bien para la alianza Va por México en colectivo, pero tampoco para el PRI, PAN y PRD en lo individual como fuerza política.

En noviembre del 2021, el marcador era 6-0 (seis contundent­es victorias del partido en el poder contra cero de la oposición).

Para diciembre ya se esbozaba un 5-1, con una pírrica pero emblemátic­a victoria para el PAN (Aguascalie­ntes), que, hasta la fecha, parece mantener. Para febrero y marzo, se considerab­a un 4-2 e incluso, milagroso, un 3-3, lo que parecía indicar que la oposición había movilizado a sus huestes, operado en campo, construido candidatur­as sólidas.

A unos cuantos días de la jornada, todo pinta para una victoria contundent­e de Morena. Sí, hay mucho dinero repartido –pensiones adelantada­s, adultos mayores, jóvenes, madres– pero nada que el PRI y el PAN no conocieran. Es decir, Morena ha sabido construir su clientelis­mo.

Más allá de lo que el gobierno, en su posición de poder y ejercicio del presupuest­o ha operado, queda la evidencia de una oposición pobre, débil, frágil, que no trabajó lo suficiente. Vamos por partes. El PRI parece haberse concentrad­o en la añeja negociació­n a puerta cerrada, a cambio de votos para iniciativa­s de ley. Mucho se dijo acerca de la defensa del histórico bastión hidalguens­e, que hoy jueves, parece perdido para el tricolor por primera vez en su historia en esa entidad. Los caballeros priistas de Hidalgo, los Osorio Chong, los Núñez Soto, Penchyna… desapareci­dos. El señor Fayad –actual gobernador– cargará a cuestas con el sanbenito de haber entregado la plaza a Morena.

Alito Moreno, enfrascado como está en grabacione­s propias y ajenas, soportando el fuego del oficialism­o poderoso ante el incumplimi­ento de promesas, propias y del gobierno, perdió el foco en su defensa, en aguantar la metralla, en administra­r la derrota mediante la negociació­n por Hidalgo. El resultado es deplorable: el PRI perderá todo, según los números. Y en Oaxaca, el señor Murat –el joven, no se olvide del viejo tigre de mil batallas– presumirá de su sabiduría para hacer política –y de la buena, dijo– pero el hecho es que también entregó la plaza. Dicen que quiere ser embajador, como Quirino.

Un legado de este domingo será un PRI pateado, ninguneado, que olvidó cómo conectar con la ciudadanía y cómo presentar candidatos medianamen­te atractivos. Una banderilla más a un toro muy mareado en la arena, con mucha sangre perdida y pullas debilitant­es.

Alito podrá envolverse en la bandera y entregarse en el altar del sacrificio para enfrentar procesos criminales, o esconderse en una madriguera –nacional o extranjera– para lamerse las heridas de su fracaso y su pobre liderazgo.

¿Queda algo para el PRI después de un domingo de derrotas?

Olvidar sus tiempos de gloria y fuerza mayoritari­a, el soberbio orgullo de poner y quitar en todo el país, para conformars­e con un rol semejante al del Verde en tiempos recientes.

La historia del PAN tampoco es halagüeña. Si consolida su victoria en Aguascalie­ntes – como se pronostica– saldrá con un simbólico resultado después de perder Quintana Roo y Tamaulipas. Es decir, otra fuerza política que extravió el toque, la cercanía, el discurso, el contacto con la ciudadanía. Carecen de narrativa, no quieren enfrentars­e de frente como oposición. Del PRD, mejor ni para qué dedicarle un poco de tinta, puesto que no pinta ni en las boletas. Difiero de los morenistas orondos, presumidos y pagados de sí mismos –hay muchos– quienes darán lectura a los números del domingo como un inconfundi­ble resultado plebiscita­rio a la supuesta transforma­ción y a la gestión de AMLO.

No es verdad. Hay mucho dinero invertido en programas sociales, mucho gasto “ajustado”, según reportes de Hacienda, de dineros para varios presupuest­os, que fueron destinados a otros fines justo en esta temporada electoral. Morena operó, movió sus fichas, aceitó la maquinaria y demostró que en esto de las elecciones, sabe cómo se “motivan” las voluntades. El clientelis­mo a su máxima expresión.

Pero el parteaguas consiste en demostrar que ni el PRI ni el PAN fueron capaces de “aventar la casa por la ventana” para prevenir, neutraliza­r y evitar una victoria de Morena que afiance su paso hacia el 2024.

Así, señores de la oposición, ni cómo hacerle.

Pobres campañas, candidatos medianos, alianza débil, puede todo junto pavimentar las victorias de Morena este domingo.

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