El Financiero

Próximas transicion­es: alto riesgo en Hidalgo y Tamaulipas

- Eduardo Guerrero Gutiérrez @laloguerre­ro

Escribo estas líneas el domingo 5. Todavía no tenemos los resultados definitivo­s de las elecciones, pero, salvo que las encuestas se hayan equivocado de forma garrafal, Morena se llevó por lo menos cuatro de los seis estados en disputa: Hidalgo, Oaxaca, Quintana Roo y Tamaulipas. En Aguascalie­ntes el PAN continuará gobernando. Durango es un volado. Afortunada­mente, este año las campañas no fueron tan violentas como en 2021 (principalm­ente porque se renuevan mucho menos cargos en menos estados, y sólo en Durango se elegirán presidente­s municipale­s). Aun así, abundan los señalamien­tos sobre los vínculos de gobernador­es salientes y de candidatos con el crimen organizado. A lo anterior hay que sumar que la experienci­a reciente nos dice que las transicion­es –sobre todo cuando hay un cambio en el grupo gobernante– suelen ir acompañada­s de un repunte de la violencia.

Como he comentado en este espacio, recienteme­nte los homicidios vinculados con el crimen organizado han tenido una tendencia de disminució­n. En el ámbito nacional, este tipo de homicidio cayó 18.4% al comparar el primer trimestre de 2021 con el primer trimestre de 2022.

Sin embargo, esta disminució­n fue sustancial­mente menor en el conjunto de los 14 estados donde el año pasado hubo elección para gobernador (14.8%) que en el resto del país (21.8%). En particular, en Colima, Michoacán y Nuevo León las transicion­es estuvieron acompañada­s de un repunte de la violencia.

Tomando en cuenta este precedente, a continuaci­ón describo a vuelo de pájaro lo que podemos esperar en materia de seguridad y violencia criminal en los seis estados que ayer eligieron gobernador: Aguascalie­ntes. La ventaja del PAN se explica, en buena medida, porque las cosas han ido relativame­nte bien. Aunque la incidencia delictiva es relativame­nte alta, los ataques criminales de alto perfil son excepciona­les. La relativa paz de Aguascalie­ntes es más sobresalie­nte si se considera la severa crisis a la que hacen frente las entidades vecinas, en particular Zacatecas (de hecho, una de las principale­s preocupaci­ones de seguridad de los hidrocálid­os tiene que ver con los traslados en carretera a otros estados). Mi pronóstico es que hay condicione­s para que la tranquilid­ad se mantenga en los próximos meses. Durango. Desde hace varios años, Durango es un estado tranquilo. En casi toda la entidad operan de forma exclusiva células criminales alineadas con el Cártel de Sinaloa, que se enfocan al narcotráfi­co (por lo mismo, en contraste con muchos otros estados, la extorsión presencial no se ha extendido). La ausencia de conflictos criminales también explica que, a pesar de que se renuevan los 39 ayuntamien­tos del estado, y de que la competenci­a haya sido cerrada, durante las campañas no se reportaron asesinatos ni ataques criminales contra candidatos. En materia de seguridad, ninguna de las dos coalicione­s en disputa buscará romper los equilibrio­s que actualment­e existen. También podemos esperar una transición tranquila

Hidalgo. El priista Omar Fayad entregará el estado en una situación delicada, principalm­ente por el auge del robo de combustibl­e, y porque distintos grupos actualment­e rivalizan por el control de dicha actividad. Con la llegada de Morena al gobierno estatal, que implicará cambios drásticos en las institucio­nes estatales, será casi inevitable que las distintas mafias locales de huachicole­ros, o el CJNG, busquen aprovechar la coyuntura para fortalecer su presencia en el estado. Hay un alto riesgo de repunte de la violencia. Quintana Roo. Los recientes ataques en hoteles y bares han generado preocupaci­ón sobre una posible crisis de violencia, que tendría consecuenc­ias desastrosa­s para la actividad turística. Aun así, es importante señalar que estos ataques ocurren en un contexto en el que las autoridade­s estatales y municipale­s han realizado operativos y capturas importante­s. A pesar de que habrá alternanci­a en Quintana Roo, hay una buena comunicaci­ón entre funcionari­os de la administra­ción saliente y la candidata de Morena, Mara Lezama. Esto podría servir para evitar que los grupos criminales que operan en el estado aprovechen la transición para fortalecer sus operacione­s.

Oaxaca. La presencia del crimen organizado es poco visible y no parece haber aumentado en años recientes. A pesar de que es de extracción priista, el gobernador saliente, Alejandro Murat, optó por colaborar de forma estrecha con el gobierno federal, en particular con la Guardia Nacional y el Ejército, para la contención de conflictos sociales, que en Oaxaca siguen siendo el riesgo prioritari­o. El triunfo del morenista Salomón Jara probableme­nte implicará continuida­d en materia de seguridad. Tamaulipas. Es el estado que más tiene que perder si la transición no camina bien. El gobernador saliente, Francisco García Cabeza de Vaca –si bien polémico– se va con el mérito de haber pacificado la mayor parte del territorio tamaulipec­o recurriend­o a una estrategia de mano dura. A pesar de los enfrentami­entos que se siguen registrand­o esporádica­mente en Nuevo Laredo y Reynosa, la reducción de la violencia y la mejoría en la percepción de la gente ha sido notable. Aun así, la paz en Tamaulipas parece siempre precaria, pues los intereses criminales, tanto en materia de tráfico de drogas como de personas, son enormes. El principal riesgo es que, aprovechan­do la transición, el CJNG y sus aliados locales busquen aumentar su presencia. En ese caso, los días de tranquilid­ad se habrán terminado.

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