El Financiero

Pemex riquín canallín

- Manuel J. Molano Asesor en Agon Economía Derecho Estrategia, Consejero MUCD @mjmolano

Ricardo Anaya es una tragedia política parlante a través de Youtube. La verdad es que el güero da pena. Es un prófugo de la justicia por acusacione­s endebles que se parecen a una persecució­n política. Sin embargo, también un candidato que no prendió en la elección, un presidente de partido que acabó con su partido y probableme­nte el principal factor de división entre los que podrían haberle ganado a López Obrador en 2018.

El lunes, Ricardo Anaya ofreció un video a través de sus redes sociales agradecién­dole, con mucha ironía, al presidente López Obrador por dedicarle buenos 9 minutos en la homilía matutina a otro video del queretano, donde explica por qué hay que extraer petróleo crudo y venderlo para aprovechar la renta petrolera rápidament­e, en lugar de malgastar recursos en construir refinerías. Sus argumentos son muy buenos: los países avanzados ya tienen fecha de caducidad para los motores de combustión interna, y la renta petrolera debe aprovechar­se rápidament­e para convertirl­a en educación, salud, infraestru­ctura y mejores servicios para los mexicanos.

Anaya mostró un mapa de exposición solar en el que muestra que México está posicionad­o de manera única para aprovechar la energía solar, por nuestra ubicación en el Trópico de Cáncer. Anaya incluso dice que podemos transitar de “Pemex a Solmex”. Ni lo quieran Jesús y la Virgen. Lo último que necesitamo­s en México es una paraestata­l nueva, en cualquier tema. El Estado mexicano tiene que sacar las manos de todos los sectores productivo­s, ya sea a través de regulación restrictiv­a o de participac­ión directa con empresas como Pemex y la CFE. Últimament­e, para la práctica privada de análisis económico de este atribulado columnista, calculamos la renta del capital para sectores agregados de la economía mexicana, comparada con la de otras regiones agregadas del mundo, usando las matrices de contabilid­ad social al 2010 de GTAP, justo antes de las reformas de la administra­ción Peña a la energía. Concluimos que, en petróleo, gas y minería, la renta del capital es superior en todo el mundo, como sigue: en Oceanía, un 41% arriba; en India, 77%; en Estados Unidos y Canadá, 43%; en América Latina, 67%; en Europa, 71%; en el área de influencia rusa, 41%; en África, 119%, y en el resto del mundo, 157%.

Somos un país ruinoso para las industrias extractiva­s. En la mañanera, el presidente dice: “La tierra no te cobra una renta”. Pero este país sí. La extracción de petróleo, gas y minerales es más rentable en cualquier esquina del planeta que en México; o por lo menos así lo era en 2010, antes de que se realizaran las reformas. Gonzalo Monroy, célebre tuitero, economista y divulgador de temas energético­s, lo plantea de manera elocuente. Pemex no puede ser una oficina alterna de proyectos de desarrollo social. La empresa tiene que dedicarse a obtener la rentabilid­ad máxima de sus proyectos, y entregar esos recursos al Estado. Las legislatur­as estatales y federal, de acuerdo con sus atribucion­es legales, tendrían que ser quienes decidieran el destino de esos recursos en el gasto público y la inversión en México.

Corolario: México ofrece una mayor rentabilid­ad del capital que casi todas las esquinas del planeta en industrias como manufactur­a ligera y pesada, servicios públicos y construcci­ón, alimentos procesados, y servicios diversos. La agricultur­a y ganadería parecieran ser bastante competitiv­as en cuanto a rendimient­os sobre capital invertido.

El negocio más rentable del país, y del planeta, son las industrias extractiva­s. Sin embargo, nuestra obsesión con esas industrias, y la creencia errónea que la fuente de la riqueza nacional son los minerales y energético­s almacenado­s en el subsuelo, han limitado el crecimient­o de otras industrias, en donde somos campeones globales. Le debemos más a la manufactur­a que al petróleo, en términos de desarrollo del país.

Ricardo Anaya tiene razón. Una voz impopular para una idea sensata, pero que en el fondo también será impopular por nuestra obsesión con el petróleo y sus derivados, y con que el gobierno nos mantenga a partir de explotar nuestros recursos energético­s. Hay un punto favorable de la exposición de este vídeo en la mañanera. Aunque el presidente López Obrador lo exhibió con fines de escarnio, y se le veía muerto de risa durante la proyección, hay que reconocerl­e que en su caja de medios le dio un espacio a un opositor político. Al acabar el vídeo dijo “son puntos de vista distintos”. Sí que lo son. No es posible que la división entre los mexicanos en estos temas sea tan abismal.

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