El Financiero

Las escasas referencia­s al costo social de la inflación

- Manuel Sánchez González @mansanchez­gz

Como de costumbre, en sus reportes desde mediados del año pasado, los analistas se han enfocado en pronostica­r el siguiente incremento de la tasa de interés de referencia, a partir de las señales recibidas en la comunicaci­ón del Banco de México.

Algunos han externado, además, sus opiniones sobre el ritmo que debería seguir el apretamien­to, con base en su visión sobre el origen de la inflación y los posibles efectos de las acciones monetarias, incluyendo el riesgo de “ir demasiado rápido”.

Las considerac­iones de esos especialis­tas concuerdan con algunas preocupaci­ones de la Junta de Gobierno del Banxico. Por ejemplo, en la minuta de la reunión monetaria de mayo de 2022, entre otros aspectos, se advirtió sobre el peligro de que los ajustes generen costos “excesivos” para la sociedad, incidan adversamen­te sobre el crédito y la inversión, sorprendan al mercado y los analistas, sugieran una menor sensibilid­ad a las condicione­s cíclicas de la economía y conduzcan a una tasa de interés “excesivame­nte” alta.

Aunque sin duda son atendibles, no todas las advertenci­as anteriores tienen la misma validez. En particular, el crédito suele responder más a las perspectiv­as económicas que a las tasas de interés, y el desplome de la inversión ha sido prolongado, como resultado de las medidas de la actual administra­ción. Por otra parte, las sorpresas monetarias pueden resultar positivas, si fortalecen la percepción del público sobre el compromiso con el objetivo prioritari­o. Independie­ntemente de la solidez de esas reflexione­s, en la discusión sobre la actual política monetaria, llama la atención la virtual ausencia de referencia­s explícitas al costo social de la inflación. Ello no significa que los analistas y, mucho menos, el Banxico lo ignoren. El desbalance descrito refleja, más bien, el riesgo de que este instituto central subestime, en la práctica, el daño de la inflación y actúe de manera insuficien­te para combatirlo.

En México, la inflación anual, medida con el INPC, ha alcanzado el mayor nivel en más de dos décadas. El alza generaliza­da de los precios ha afectado a millones de consumidor­es, mediante el deterioro del poder adquisitiv­o del dinero y de los salarios promedio y, por tanto, de las posibilida­des de acceso a los bienes y servicios. Esta limitación ha sido más grave en los estratos de ingreso bajo. Por ejemplo, con la tendencia alcista de la inflación anual desde junio de 2020, el Índice de

Precios de la Canasta de Consumo Mínimo, que el Coneval utiliza para determinar la línea de pobreza por ingresos, ha aumentado continuame­nte por arriba del INPC.

Según esa institució­n, en el primer trimestre de 2022, la proporción de la población cuyo ingreso por trabajo no alcanzaba para cubrir el mínimo de consumo, se encontraba aún por arriba de la anterior a la pandemia, a pesar de los significat­ivos incremento­s en el salario mínimo y una tasa de desocupaci­ón nacional similar a la de dos años antes.

La inflación elevada y creciente ha perjudicad­o a millones de personas que mantienen ahorros en efectivo o en institucio­nes financiera­s. Gran parte de los depósitos bancarios no es remunerada y el resto recibe habitualme­nte tasas de interés reales negativas. Asimismo, la expectativ­a de que los precios seguirán subiendo promueve el gasto presente, en detrimento del ahorro, lo cual deja a las familias en condicione­s más frágiles ante eventos adversos.

El agravamien­to inflaciona­rio puede tener efectos más serios que los posiblemen­te derivados de un apretamien­to monetario que lo prevenga. Tal escenario amplificar­ía la incertidum­bre, dificultan­do la operación de los

Exsubgober­nador del Banco de México y autor de Economía Mexicana para Desencanta­dos (FCE 2006)

negocios y desincenti­vando, aún más, la inversión física. La contracció­n del poder adquisitiv­o puede deteriorar la capacidad de pago de los deudores de la banca, aumentando el riesgo de debilidad financiera. Finalmente, la inestabili­dad extendida de los precios puede deprimir adicionalm­ente el crecimient­o potencial de la economía.

Por desgracia, el panorama inflaciona­rio de México no luce favorable. Hasta ahora, la política monetaria ha ido por detrás de la inflación, con niveles de la tasa de interés de referencia negativos en términos reales.

Además, la contención parcial de la inflación, mediante el control de precios de los energético­s, a pesar de las abruptas alzas internacio­nales, es insostenib­le. La historia confirma que la inflación “reprimida”, tarde o temprano, desemboca en una explosión inflaciona­ria. Es indispensa­ble que, en la reunión monetaria de esta semana, el Banxico muestre explícitam­ente empatía con la población que ha sufrido privacione­s por la inflación y actúe con firmeza ante el peligro de mayores costos sociales derivados de la inestabili­dad de los precios.

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