El Financiero

Colombia, la esperanza venció al miedo

- Dolores Padierna Diputada Federal @Dolores_pl

Colombia venció al miedo y, a juzgar por las imágenes de alegría que vimos en las calles y plazas de esa hermana nación, lo hizo con la poderosa alegría que caracteriz­a a nuestros pueblos en las horas decisivas de su historia. La guerra sucia contra el candidato progresist­a, que no estuvo exenta de agresiones directas contra sus simpatizan­tes, no fue suficiente para detener la determinac­ión de un pueblo decidido a tomar las riendas de su destino, como ha sucedido ya en otros países de América Latina. Del otro lado de la acera, tenemos a una derecha carente de propuestas para enfrentar los problemas de la región: la desigualda­d, la pobreza y la violencia que empujan a millones a emigrar, la violencia derivada de un modelo depredador.

A falta de proyecto –porque el fomento del odio y la negativa al cambio no son un proyecto– los sectores más atrasados de la derecha reviven el discurso de la Guerra Fría y alertan, tras el histórico triunfo de Gustavo Petro, sobre la amenaza de una supuesta ola roja. Trasnochad­a, carente de ideas propias, la derecha latinoamer­icana se ve reflejada en los discursos extraviado­s de sus pares estadounid­enses que, como el gobernador de Florida, Ron Desantis, hablan de un “asalto al poder” –que sólo ocurre cuando la derecha pierde, claro– y la “expansión del marxismo”.

Petro y su notable compañera de fórmula, Francia Márquez, lograron la votación más alta en la historia electoral colombiana (más de 11 millones de sufragios, que representa­n poco más de la mitad de los emitidos). Un dato destacable es que fueron nuevos electores quienes le dieron el triunfo, es decir, personas que no solían acudir a las urnas, los excluidos de siempre. Por eso algunos han llamado a este proceso “la rebelión de los nadies”.

Petro se impuso a un candidato neofascist­a, Rodolfo Hernández, que recibió el respaldo de las elites racistas y clasistas de su país, siempre aliadas obedientes de la fallida lucha contra el narcotráfi­co diseñada en Washington.

La alegría estalló en las plazas y los hogares. Millones de colombiano­s festejaron una victoria que se venía fraguando desde la insurrecci­ón popular de 2019, misma que encontró un cauce electoral en la candidatur­a de Petro.

Ganada la presidenci­a, sin embargo, comienza la dura tarea de la reconcilia­ción de un país que durante décadas ha estado sumido en violencias de distinto origen.

Las banderas de justicia social y de respeto a los derechos humanos serán segurament­e puestas bajo el fuego de la guerra sucia por los poderes fácticos, empeñados en mantener sus privilegio­s y preservar un modelo que está basado en la expoliació­n de los recursos naturales y la negación de derechos a las mayorías.

Vivimos un momento histórico en América Latina. El mapa regional vira nuevamente hacia gobiernos progresist­as. Cada país tiene sus particular­idades, sus coyunturas propias. Pero en esta hora se ha dado la feliz coincidenc­ia que permite hablar de una nueva oleada progresist­a latinoamer­icana.

Este hecho alienta no sólo el sueño de la Patria Grande latinoamer­icana sino, en términos realistas, las oportunida­des de fortalecer los distintos mecanismos de colaboraci­ón que, como la Celac, fortalecen a los países de la región frente a los gigantes de la geopolític­a.

Con la victoria de Petro, avanzamos hacia una América Latina más democrátic­a, más equitativa y también más comprometi­da con la defensa del medio ambiente.

Un motivo adicional de alegría es el hecho de que Petro haya tenido como compañera de fórmula a una mujer afrodescen­diente, Francia Márquez, la nueva vicepresid­enta de Colombia. Con ella en el gobierno, es seguro que habrá un impulso decidido a políticas públicas transversa­les, que contribuir­án a sumar al desarrollo a sectores históricam­ente excluidos y oprimidos.

En suma, muy buenas noticias para Colombia que lo son también para la región entera, pues el triunfo de Petro y Márquez abre la puerta al fortalecim­iento de una agenda latinoamer­icana que tenga en el centro el bienestar de las mayorías.

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