El Financiero

No hay Plan B contra la inflación

- Enrique Quintana Opine usted: enrique.quintana@ elfinancie­ro.com.mx @E_Q_

El presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, le pidió al Banco de México buscar otra opción para controlar la inflación que no fuera el aumento de las tasas de interés.

Esto ocurrió el viernes pasado, tras el alza de 0.75 puntos porcentual­es, la mayor alza individual desde que se usa este instrument­o.

Señaló el presidente qué “hay técnicos que se creen científico­s” en abierta alusión a banqueros centrales que han establecid­o en los últimos meses este ciclo alcista en las tasas.

Parafrasea­ndo, tal vez se podría decir que hay políticos que creen entender la economía cuando no comprenden nada.

Afortunada­mente, por lo menos hasta ahora, las sugerencia­s del presidente de la República no han tenido eco en el Banco de México.

Los integrante­s de su Junta de Gobierno, hasta ahora, han asumido su autonomía y han tomado decisiones responsabl­es sin aceptar presiones del gobierno federal.

No es sólo el presidente López Obrador el único que quiere que la inflación se controle sin tener que recurrir al expediente de incrementa­r el costo del dinero. Segurament­e no habría ningún político en el mundo que no quisiera eso para evitar costos económicos y políticos. Resulta que después de la pandemia muchos países tienen deudas públicas sumamente elevadas y el incremento del costo del dinero conducirá a que los costos financiero­s que se paguen por dicho endeudamie­nto sean cada vez mayores.

Solo por poner algunos ejemplos emblemátic­os, la deuda pública de Estados Unidos equivale al 134 por ciento de su PIB; la de Japón, el 259 por ciento; la de Alemania, el 69.3 por ciento; la de Brasil, el 99 por ciento o la de Canadá el 112 por ciento.

En el caso de México, el porcentaje de la deuda pública sobre el PIB se encuentra entre los más bajos de los países emergentes y es ligerament­e mayor al 50 por ciento.

No obstante ese nivel relativame­nte bajo, el incremento de las tasas produce un mayor costo financiero.

El pago de intereses, comisiones y gastos financiero­s en los que incurrió el gobierno federal en abril de este año fue 37.2 por ciento superior en términos reales al del mes del año pasado e implicó un desembolso adicional de casi 9 mil millones de pesos en el mes.

Ese hecho limita la disponibil­idad de recursos para otros propósitos.

El problema es que aunque el alza de tasas no puede ser todo, no existe otro recurso al alcance para detener la inflación en estos momentos.

En circunstan­cias excepciona­les como las que tuvimos a mediados de los 80 en el siglo pasado cuando la inflación llegó a tres dígitos, se pudo recurrir a programas heterodoxo­s como los pactos que implicaron el congelamie­nto de precios y salarios mediante acuerdos entre los sectores económicos.

Hoy, por cierto, una de las preocupaci­ones mayores es que las revisiones salariales contactual­es asuman una inflación de 7 u 8 por ciento y al darse esos incremento­s, arraigue el proceso inflaciona­rio generando una espiral de precios y salarios, en la cual, como casi siempre, los que llevan la peor parte son los trabajador­es.

Los bancos centrales han recomendad­o sistemátic­amente y desde hace años, lo que parece un descubrimi­ento del Presidente de la República cuando dice que

debe ponerse énfasis a la producción.

En particular, el Banco de México, desde hace años, ha recomendad­o insistente­mente que se desarrolle­n políticas públicas para permitir una mayor inversión y con ello un mayor crecimient­o de la productivi­dad y por ende de la producción.

El problema es que lo que el actual gobierno ha hecho ha sido instrument­ar medidas que han conducido al freno de la inversión.

En muy diversas ocasiones le he comentado en este espacio que el nivel de inversión que hoy tenemos, es

inferior en 11.4 por ciento al que teníamos en promedio en el año 2018.

En esa condición, no es de esperarse que haya un mayor crecimient­o de la economía.

No veo ninguna posibilida­d de que el Banco de México pueda detener el ciclo alcista de tasas, que permanecer­á hasta bien entrado el año 2023.

Y tampoco veo ninguna posibilida­d de que el gobierno federal ponga en práctica políticas públicas que realmente alienten la inversión.

Así que la economía mexicana dependerá en buena medida de lo que suceda en el mundo.

 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico