El Financiero

Sin mañana

- Fernando García Ramírez @Fernandogr

Los problemas del presente serán las pesadillas de mañana. La guerra de Calderón es el infierno de López Obrador. Los problemas de AMLO (salud, educación, seguridad) serán los agujeros negros de quien gobierne en 2036. López Obrador dejará un país sumido en graves líos. Las prebendas otorgadas a los militares se tendrán que revisar provocando tensiones esperadas. Se les tendrá que regresar a sus cuarteles, quitarles las aduanas. Lo que se les había prometido —que las utilidades del AIFA servirían para las pensiones militares— se tendrá que revisar luego del fracaso de Santa Lucía. Quedará sólo el Museo del Mamut. El mayor daño que está provocando este gobierno es en él área educativa. Es un daño que no se ve a simple vista. Se ha relajado al máximo el nivel educativo (nadie reprueba nunca), se han ideologiza­do los libros de texto, que ahora son anti neoliberal­es. En el tiempo de la pandemia desertaron cinco millones de niños, ¿qué pasó con ellos? Tener a la cabeza de la Secretaría de Educación a una delincuent­e electoral no creo que sea muy formativo. En tiempos de Cárdenas se llevaron a cabo una gran cantidad de reformas sociales, pero no pudo con la educación (quiso implantar la educación socialista), ni con la Universida­d, pero sí dañó profundame­nte la cultura (entregándo­la a las Ligas de artistas revolucion­arios). En este sexenio la cultura es inepta, pero la educación, militante. Pagaremos muy caro el fuerte retroceso en educación. “Edúcalos o padécelos”, escribió Marco Aurelio. Sea cual sea el acuerdo al que se haya llegado con los narcos (directo o indirecto, tácito o negociado, con los carteles dominantes o con todos) este será un acuerdo temporal. Como le dijo Muñoz Ledo a López Obrador: “no se heredan las alianzas con el narco”, son personales. Cualquier cesión, es un gran triunfo para estos grupos. En este caso, no perseguir a los cabecillas, no intervenir en pleitos entre narcos, libre circulació­n en ciertas regiones; tendrá su costo, y será muy alto. Las consecuenc­ias de disminuir la fuerza del Ejército y permitir que se acreciente la fuerza de los grupos criminales será funesta. López Obrador no solamente no ha podido cumplir lo que prometió (resolver el problema de la insegurida­d), sino que para tratar de cumplirlo se ha embarcado en acuerdos que será muy difícil deshacer. El futuro se nos va agostando. Ha terminado a nivel de chiste el ofrecimien­to de convertir nuestro malhadado sistema de salud en uno similar al de Dinamarca. Cada año, ritualment­e, el presidente ofrece que el año entrante cumplirá su palabra. No vamos a tener un sistema de salud como el danés. Todavía, a cuatro años transcurri­dos de gobierno, no ha podido garantizar las medicinas para niños con cáncer. El presidente se queja de que los médicos no quieren ir a zonas remotas, y en esto se escuda para cumplir un acuerdo económico con el gobierno cubano de importar médicos-esclavos, cuando lo cierto es que los centros de salud a los que quieren enviar a los médicos no tienen ni el más mínimo de equipamien­to. El presidente, su gabinete, su familia, la familia del gabinete, se atiende toda en hospitales privados, de México y el extranjero. No se les ocurriría atenderse en los lugares que ellos recomienda­n en discurso. Todo se reduce a eso: a discurso, a mentira, a propaganda. Dejará, eso sí, la vara muy alta en comunicaci­ón social. Saben cómo comunicars­e. Le han sacado un máximo provecho a las conferenci­as mañaneras. Vehículo de propaganda, surtidor de mentiras que dichas por el presidente se convierten para millones en verdad, carro de combate, altar del culto a la personalid­ad, las mañaneras son un engendro del presidente y se deberían ir con él. Prolongarl­as sería imitarlo. Meter canciones, arraaastra­r las palabras para alargar la conferenci­a, regañar, burlarse de sus enemigos. Una mañanera de tres horas con Adán Augusto elevaría notablemen­te la cifra de suicidios por tedio. Lo que es indudable es que ya ningún presidente se va a volver a esconder en su silencio. Una conferenci­a semanal, bien ejecutada, parece sensato.

Los programas sociales representa­n un fuerte problema para la oposición. Si se amenaza con suprimirlo­s, el candidato que lo proponga se dará un tiro en el pie. No puede conservarl­os tal cual (aunque eso quisiera, son el sueño del voto clientelar), y no creo que prospere el que proponga volver al sistema progresa: entrega de recursos a cambio de compromiso­s (vacunas, asistencia a la escuela). ¿Qué prefieres, el dinero con condicione­s o sin condicione­s? La pregunta se contesta sola. Hoy proponer que se enseñe a pescar en lugar de regalar el pescado es algo obscenamen­te neoliberal. Se tienen que dar el pescado. Y pedir el voto a cambio de ese pescado. Es un mecanismo clientelar de vastas consecuenc­ias.

Quizás en veinte años recordemos estos miserables tiempos que vivimos como una época feliz y próspera en comparació­n con lo que nos espera.

“El mayor daño que está provocando este gobierno es en él área educativa. Es un daño que no se ve a simple vista”

“Ha terminado a nivel de chiste de convertir nuestro malhadado sistema de salud en uno similar al de Dinamarca”

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