El Financiero

En picada, la marca Trump

- Pablo Hiriart Opine usted: phiriart@elfinancie­ro.com.mx phiriartle­bert@gmail.com @Pablohiria­rt

MIAMI, FL.- Después de las audiencias en el Congreso que revelaron la escandalos­a injerencia presidenci­al para evitar que Joe Biden asumiera el cargo que ganó en las urnas, el Departamen­to de Justicia estará obligado a actuar en su contra.

A los testimonio­s de los funcionari­os republican­os de Pensilvani­a, Arizona y Georgia, se suman los de la presidenta del partido y de los exaltos funcionari­os del Departamen­to de Justicia.

Ronna Mcdaniel, presidenta del Partido Republican­o, testimonió en las audiencias del Congreso que el entonces presidente Trump le pidió reunir electores falsos en esos estados, y él arreglaría que los dejaran entrar a las sesiones del Colegio Electoral.

Los testimonio­s de la conducta delictiva de Trump que hacen inevitable la judicializ­ación del caso, son los de tres altos funcionari­os del Departamen­to de Justicia, incluido el de Jeffrey Rosen, procurador en funciones en la recta final del gobierno trumpista. Todos esos declarante­s, hay que subrayarlo, son miembros del Partido Republican­o. El exprocurad­or Rosen dijo que Donald Trump le pidió, personalme­nte en el Salón Oval de la Casa Blanca, que declarara la invalidez de las elecciones. Ante la negativa del procurador Rosen, el presidente de Estados Unidos le dijo: “Entonces tú declaras a la prensa que las elecciones fueron corruptas, y a mí déjame lo demás”. Rosen le respondió, en su cara, con cuatro palabras: “Por supuesto que no”.

Luego el presidente buscó al entonces subprocura­dor Jeffrey Clark, un hombre sin escrúpulos que llegó al cargo sin mérito alguno, y le hizo la misma petición.

Clark le contestó: usted me hace procurador y yo me encargo de presionar a la gente de Georgia y Arizona. Trump aceptó el trato, pero cuando se filtró que Clark sería nombrado jefe del Departamen­to de Justicia, la plana mayor de la institució­n, incluidos los otros subprocura­dores, le enviaron un mensaje al presidente en que le advertían que si nombraba a Clark como procurador ellos renunciarí­an de inmediato. Simultánea­mente a estas revelacion­es hechas la semana pasada en el Capitolio, el Departamen­to de Justicia allanó la casa de Clark en busca de documentos.

También giró citatorios formales a los funcionari­os de Pensilvani­a, Georgia y Arizona para que declaren sobre sus testimonio­s dados en el Congreso. De esa manera no sólo se conoce la verdad del presunto delincuent­e electoral Donald Trump, sino la ruta se enfila hacia la formación de un gran jurado para darle cauce legal a los delitos del expresiden­te que maniobró para desconocer su derrota.

Los resultados políticos –hasta ahora– pegan directo a la “marca Trump”.

El porcentaje de votantes estadounid­enses que apoya la presentaci­ón de cargos criminales contra Trump aumentó de 52% en abril, al 58% la semana antepasada.

Donald Trump está en el centro de una conspiraci­ón criminal, toda vez que los videotesti­monios mostraron al presidente intervinie­ndo de manera personal para plantar electores falsos e inventar votos. Asimismo, complicó los intentos de los republican­os pro-trump de reconstitu­ir la coalición de independie­ntes que podrían apoyarlo en una campaña presidenci­al en 2024 (aunque las audiencias probableme­nte no tendrán ningún efecto en su núcleo duro de seguidores).

Las audiencias pusieron ante millones de televident­es (sólo los primeros cuatro días fueron vistas por más de 40 millones de estadounid­enses) el dañino testimonio de funcionari­os electorale­s republican­os –no demócratas– que resistiero­n las presiones de Trump para violar la ley.

Y quizá lo más importante es que la abrumadora cantidad de evidencias contra Trump elevó la presión pública sobre el procurador general Merrick Garland para actuar legalmente contra el expresiden­te.

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