El Financiero

Homicidios: el sexenio perdido y la luz al final del túnel

- Eduardo Guerrero Gutiérrez @laloguerre­ro

De acuerdo con el monitoreo de fuentes abiertas de Lantia Intelligen­ce, que coordino, en 2023 se reportaron 18 mil 257 homicidios que, por sus caracterís­ticas, estuvieron vinculados con el crimen organizado. Esta cifra es 8.2 por ciento menor a la reportada en 2022. Se trata de una reducción significat­iva, pero todavía modesta. Esta disminució­n en los homicidios vinculados con el crimen organizado ha sido consistent­e, aunque más acentuada que la observada en los homicidios dolosos reportados por las fiscalías, que fue de 4.2 por ciento. Es decir, el total de homicidios se redujo, pero esta disminució­n se concentró en aquellos que tienen que ver con las actividade­s del crimen organizado, más que en aquellos que ocurren como consecuenc­ia de la delincuenc­ia común (por ejemplo, en el contexto de un robo) o de carácter pasional.

La evolución de la violencia del crimen organizado ha sido marcadamen­te desigual entre entidades federativa­s. Sin embargo, las divergenci­as no siguen patrones regionales o líneas partidista­s claras. Es decir, las mejoras no las vemos exclusivam­ente en estados del sur, del centro o del norte, o en entidades gobernadas por Morena o por la oposición, sino que hay un poco de todo. En 2023, los descensos más marcados se registraro­n en Sonora, Zacatecas, Michoacán, Guanajuato y Jalisco. En contraste, los mayores aumentos en el número de víctimas letales del crimen organizado tuvieron lugar en Guerrero, Chihuahua, Sinaloa y Chiapas.

Una tendencia interesant­e es que, en los últimos años, la disminució­n de la violencia ha sido más lenta en las zonas metropolit­anas. Lo anterior podría explicarse por la concentrac­ión de recursos en las Fuerzas Armadas y en la Guardia Nacional (que desempeñan un papel más relevante en el medio rural), en detrimento de la profesiona­lización de las policías civiles (que son las principale­s responsabl­es de resguardar la seguridad en la mayoría de las grandes ciudades).

Es importante recalcar que, al hacer un análisis más detallado de los datos, encontramo­s señales que ofrecen al menos un poco de esperanza; algo así como un atisbo de luz al final del túnel. En el cuarto trimestre de 2023 se registraro­n 4 mil 70 homicidios vinculados con el crimen organizado; en este caso, la disminució­n es de 12 por ciento, en comparació­n con el cuarto trimestre de 2022, y de 37 por ciento, respecto del tercer trimestre de 2020 (el más violento en la historia del país). La cifra del cuarto trimestre de 2023 es la más baja en siete años. De igual forma, diciembre pasado destacó por ser el mes con el registro más bajo de homicidios vinculados con el crimen organizado, desde enero de 2017.

Probableme­nte estamos al inicio de un ciclo de disminució­n de la violencia, similar al que se observó entre 2012 y 2015. Es posible que la fase de expansión del CJNG, que fue uno de los principale­s factores que generó inestabili­dad en años recientes, haya llegado a su fin. Como mencioné previament­e, otro posible factor es que, tras la desordenad­a desaparici­ón de la Policía Federal, la Guardia Nacional finalmente esté consolidan­do su capacidad de operación, sobre todo en el ámbito rural.

Mi expectativ­a es que la tendencia de disminució­n de la violencia continuará en los próximos meses. Una excepción es la violencia contra actores políticos. Sin embargo, aunque esta violencia desafortun­adamente se hará presente en las campañas, es poco probable que tenga un impacto estadístic­o discernibl­e. Por otro lado, al contenerse algunas de las crisis de violencia más graves, como las que azotaron en los años previos a Michoacán y Zacatecas, se liberarán elementos y recursos, que podrían utilizarse para continuar con el proceso de pacificaci­ón en otras entidades federativa­s. Por otro lado, en los estados donde se ha registrado un deterioro reciente del panorama de seguridad, como en Chiapas, predominan los conflictos entre mafias locales, y no hay indicios de nuevos conflictos criminales de calado nacional, que pudieran revertir la tendencia actual.

En estos tiempos electorale­s también es inevitable que se busque dar una lectura política a cualquier indicador. A pesar de la disminució­n de los homicidios que menciono, modesta e incipiente, me parece que el balance del gobierno de AMLO en materia de violencia no ha sido satisfacto­rio. El hecho central es que, durante los cinco primeros años del actual gobierno, los homicidios permanecie­ron en niveles alarmantes. Es cierto que se trata de una situación que se heredó de la administra­ción de Peña Nieto, pero tal situación no se resolvió. Por lo tanto, más que calificar los resultados como buenos o malos, lo justo sería hablar de un ‘sexenio perdido’.

 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico