El Financiero

¿Democracia o dictadura?

- Roberto Gil Zuarth Opine usted: nacional@elfinancie­ro.com.mx @rgilzuarth

Más que democracia o dictadura, la cuestión a decidir es qué modelo de gobernanza mejora la calidad de vida de las sociedades

es, sin duda, una nueva hegemonía política y, probableme­nte, se sentiría muy satisfecho con reinstalar el sistema de partido mayoritari­o con competenci­a testimonia­l. Segurament­e duerme inspirado por el mismo sueño que han tenido otros presidente­s.

Sin embargo, ¿existe una sensación generaliza­da de riesgo de involución autoritari­a? ¿Hay una preocupaci­ón intensa en nuestro país sobre la deriva antidemocr­ática? ¿El modelo liberal pluralista es una línea roja que defiende una mayoría social militante? ¿Es creíble que López Obrador pretende instaurar una dictadura?

La táctica de los líderes personalis­tas y plebiscita­rios es establecer una relación directa con el pueblo. Especialme­nte, como parece ser el caso de nuestro país, cuando el pluralismo competitiv­o se percibe ineficaz para resolver los problemas cotidianos de las personas. La deriva hacia los gobiernos de los “hombres fuertes” se explica fundamenta­lmente en la retórica de que los partidos y los parlamento­s estorban, son costosos, falsifican o patrimonia­lizan los auténticos intereses del pueblo. Los liderazgos personalis­tas y plebiscita­rios se alimentan precisamen­te de las crisis del pluralismo.

Me temo que la aversión al riesgo de la dictadura no será el disparador cognitivo del voto en 2024 ¿Por qué defender un sistema institucio­nal que heredó violencia, corrupción y desigualda­d? ¿Por qué abrazar partidos con prácticas autoritari­as para evitar el colapso de un modelo de poder que no ha emancipado a las personas más allá de su posibilida­d de votar? El dilema recuperar la democracia prelopezob­radoriana versus la dictadura poslopezob­radorista asume equivocada­mente que hay nostalgia social por ese pasado. Lo malo por conocido no parece una idea poderosa para activar la ponderació­n racional de la decisión. Conservar lo que no sirve está lejos de una emoción vibrante. Tampoco, por cierto, el susurro elitista de que los ciudadanos no saben lo que quieren y, por tanto, deben ser salvados por los mismos de siempre del precipicio dictatoria­l.

La democracia tiene sentido cuando transforma la realidad de las personas. Más que democracia o dictadura, la cuestión a decidir es qué modelo de gobernanza mejora la calidad de vida de las sociedades. La democracia es una forma de organizaci­ón de la legitimida­d para decidir el curso de acción que una sociedad toma para enfrentar sus problemas. Una poliarquía electoral no es sinónimo de vida digna, decente y en libertad. Ejemplos sobran.

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