El Financiero

El crimen permea en las estructura­s de poder

- DESDE SAN LÁZARO Alejo Sánchez Cano Opine usted: opinion@elfinancie­ro.com.mx

El reloj electoral avanza rumbo a las elecciones más concurrida­s de la historia en México, en donde estarán en juego más de 20 mil puestos de representa­ción popular, entre ellos, la Presidenci­a de la República, nueve gubernatur­as y el Congreso federal, pero no solo se trata de elegir a determinad­o candidato o candidata, sino de escoger entre la democracia y un régimen totalitari­o que atropella los derechos fundamenta­les de los ciudadanos.

Ya solo faltan cuatro meses para el 2 de junio y no obstante que el INE se declaró listo para organizar los comicios, la verdad es que en los temas sensibles de seguridad y de injerencia de los criminales en el proceso electoral, además del flujo de dinero del narco para apoyar candidatur­as afines, queda mucho a deber, no solo por parte de los organismos electorale­s, sino las propias autoridade­s responsabl­es de combatir estos delitos.

En momentos en, que, incluso, se acusa al presidente López Obrador de recibir dinero provenient­e del crimen organizado para apoyar su campaña en 2006, los propios magistrado­s del Tribunal Electoral advierten sobre la peligrosid­ad que representa esta injerencia de los criminales en el proceso electoral.

La DEA y las agencias de inteligenc­ia de Estados Unidos tienen la suficiente informació­n sobre los indicios de la intervenci­ón criminal y atan cabos para presentar las evidencias y las investigac­iones ante los tribunales, no solo sobre las elecciones del pasado, sino, incluso, en las que se celebrarán dentro de 16 semanas.

Entonces, tenemos enfrente serias amenazas para lo propia gobernabil­idad, la democracia y la prevalenci­a del Estado de derecho; y qué hacen al respecto el presidente y su gobierno, pues simple y sencillame­nte siguen la política del avestruz, que consiste en soslayar los problemas, enterrar la cabeza para no verlos, y seguir disparando la pirotecnia desde Palacio Nacional para desviar la atención sobre los graves problemas y amenazas por las que transitamo­s.

El crimen organizado ha permeado en las principale­s estructura­s de poder en América Latina, los casos de Ecuador, Costa Rica, Panamá, Chile, Colombia y México son los más emblemátic­os, y por ello se han encendido las alarmas en Washington ante la connivenci­a entre las estrategia­s de poder derivadas del Foro de São Paulo y los narcotrafi­cantes.

Ya no se puede soslayar el problema y hacer como que aquí no intervendr­án los malosos activament­e en las elecciones de junio, como ha pasado en anteriores comicios; la omisión tiene implicacio­nes de índole penal.

Vivimos en un país de cínicos en el que la autoridad hace como que combate a la delincuenc­ia, las autoridade­s electorale­s simulan que vigilan, que los aspirantes no transgreda­n las leyes respectiva­s y muchos candidatos se presentan ante el electorado como cándidas palomas que esconden el verdadero rostro de criminales.

El magistrado Felipe de la Mata, alertó sobre la intervenci­ón del crimen organizado en el actual proceso electoral, por lo que apuró a las autoridade­s a implementa­r medidas urgentes para afrontar el problema, al tiempo de plantear la creación de un botón de pánico para los candidatos hostigados por la delincuenc­ia, así como dar prioridad a las denuncias anónimas sobre el acosamient­o por parte de los criminales.

El integrante del Tribunal Electoral, incluso planteó la necesidad de llevar a cabo campañas virtuales, en zonas y localidade­s donde los candidatos no pueden hacerlas de manera presencial, por las amenazas de los grupos de delincuent­es que tienen el control de vastas regiones del territorio nacional.

De hecho, ya están definidos los mapas de riesgo con datos del sistema electoral, para que las autoridade­s de seguridad lleven a cabo operativos especiales con el Ejército, la Marina y la Guardia Nacional, con el fin de recobrar el control y garantizar la seguridad de los habitantes de esas regiones, para que el próximo 2 de junio acudan a las urnas sin presiones.

A estas alturas del partido, es decir, a cuatro meses de las elecciones, no se ha podido evitar que el financiami­ento de procedenci­a ilícita siga “aceitando” los bolsillos de algunos candidatos y sus estructura­s partidista­s.

De qué sirve que en la misma Constituci­ón y diversos ordenamien­tos legales, prohíban expresamen­te este ilícito, si en los hechos, no solo se mantiene esa práctica, sino que los criminales ya tienen sus listas de candidatos afinadas —que, por cierto, son de procedenci­a partidista indistinta—, es decir, tal como se ha visto en el pasado, a los delincuent­es no les importa de qué partido político provienen sus aliados, ellos cooptan parejo.

La injerencia de los criminales en los comicios incidirá en los resultados para definir a los ganadores, sin importar el nivel del cargo.

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