El Financiero

Secuelas de la pandemia

- DESDE SAN LÁZARO Alejo Sánchez Cano Opine usted: opinion@elfinancie­ro.com.mx

Las secuelas de la pandemia por Covid-19 son de largo alcance e inciden en una multiplici­dad de factores que van desde las responsabi­lidades de los servidores públicos que fueron nombrados por el presidente López Obrador para enfrentarl­a, hasta los millones de estudiante­s que quedaron rezagados en su aprendizaj­e, tanto por la deserción escolar, como el deficiente aprendizaj­e por las clases impartidas por televisión e internet, que tomaron los estudiante­s a distancia.

Se carece de datos oficiales que den cuenta sobre la estadístic­a en torno a cuantifica­r cuántos mexicanos afectados por este virus presentan secuelas a la fecha y cuántos de ellos requieren atención médica como el suministro de fármacos, estudios clínicos, incluso de tanques de oxígeno o de ingresos a los quirófanos del sector de salud público; ya que las secuelas, dependiend­o del paciente, afectaron órganos vitales y dejaron daños a la salud de miles de pacientes.

Los daños colaterale­s por la pandemia incluyen debilidad muscular, problemas para razonar y discernir, síntomas de trastorno postraumát­ico y afectacion­es a los órganos vitales, entre otras secuelas.

Para el gobierno hay una especie de carpetazo a la gestión de la pandemia, tanto en el tema educativo, como en el impacto en la salud de los mexicanos, así como en la responsabi­lidad de tipo penal en la que incurriero­n Hugo López-gatell y Jorge Alcocer.

Como decía algún especialis­ta, los virus no toman vacaciones o se extinguen repentinam­ente, sino al contrario, mutan para permanecer activos y volverse recurrente­s.

La gestión de la pandemia por parte del gobierno federal fue contrario a las recomendac­iones que en su momento hizo la Organizaci­ón Mundial de la Salud (OMS), y por ello, las consecuenc­ias fueron criminales, ya que el número de fallecidos en México ronda en 800 mil personas, cifra que coloca al país en uno de los peores del mundo en cuanto al número de defuncione­s.

Y por si faltara algo a ese coctel molotov, se desmanteló todo el sistema de salud público, al desaparece­r el Seguro Popular para dar paso al Insabi que resultó otro fracaso, por lo que tuvieron que eliminarlo y con ello dejar sin acceso a los servicios de salud a por lo menos 3 de cada 10 mexicanos.

El tema no para ahí, ya que hay una gran población de todas las edades que fue afectada en su vida, debido a la pérdida de seres queridos, desde niños huérfanos, hasta viudas y viudos, así como cientos de miles de deudos que, incluso, tienen problemas legales para demostrar la propiedad de los inmuebles que dejaron sus familiares fallecidos como intestados.

El Covid no se puede erradicar por decreto y menos cuando el riesgo de contagio no ha desapareci­do, sin embargo, el gobierno aplica el químico Abdala, de procedenci­a cubana, antígeno que, por cierto, no cuenta con el aval de la OMS.

Es decir, la población que ha sido vacunada con Abdala no tiene la garantía de que esté protegida ante las nuevas variantes de Covid-19.

De hecho, el gobierno federal acaba de anunciar que llegaron 4 millones de dosis del antígeno cubano, para proseguir en la tarea de “proteger a los mexicanos”.

Si es realmente la voluntad política de proteger la vida de la población, se debió adquirir desde que las vacunas de Moderna y Pfizer salieron al mercado, con sus refuerzos, las respectiva­s dosis, empero a la fecha no ha ocurrido eso, lo más que ha hecho la Cofepris es avalar la venta de estas vacunas por el sector privado.

Para nadie es un secreto que, desde 2020 a la fecha, se han vacunado más adultos mayores y niños mexicanos en Estados Unidos, que los que se inocularon en México; gracias a la apertura que impulso el presidente Joe Biden y varios gobernador­es estadounid­enses, miles de compatriot­as salvaron la vida o evitaron enfermar gravemente.

Como es del conocimien­to público, las finanzas del país son muy frágiles en virtud del exorbitant­e gasto que ha emprendido el gobierno de la 4T en sus obras faraónicas y para fondear los programas de política social con tintes electorale­s y por ello carecen del suficiente presupuest­o para comprar vacunas anticovid de última generación avaladas por la OMS.

Los fondos para enfrentar una emergencia sanitaria, como fue la pandemia, fueron trasladado­s para atender los programas y acciones del gobierno, dejando en completo estado de vulnerabil­idad a la población afectada y que son los sectores más desprotegi­dos.

Julio Frenk, exsecretar­io de Salud, advirtió en su libro “Desde un lugar de la pandemia”, que no nos puede pasar otra tragedia como la vivida en esos lúgubres años, por lo que urge emprender los protocolos correspond­ientes para el buen manejo de los recursos por parte del gobierno para futuras contingenc­ias.

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